Al fijar la posición del gobierno federal en materia de política exterior, pero en realidad frente a Trump, el Presidente de la República enumeró diez objetivos, un catálogo de intenciones, que, si bien suenan firmes, poco cambiarán la abrupta relación con el nuevo vecino distante… hoy, más distante que nunca.

Peña exige a Trump lo mínimo indispensable para sentarse a la mesa: respetar los derechos de nuestros migrantes; mejores salarios para los trabajadores mexicanos; garantizar el flujo de remesas; repatriación ordenada de los deportados; frenar el flujo ilícito de armas; exentar de cuotas los intercambios comerciales, e incluir a los nuevos sectores de telecomunicaciones, energía y comercio electrónico; proteger el flujo de inversiones; tener una frontera sin muros…

Buscar diálogo y negociación, sin confrontación ni sumisión, como promete el Presidente, es urgente, cuando el nuevo inquilino de la Casa Blanca sólo ha mostrado hostilidad y desprecio por México.

Si Trump se quiere ir del TLC, allá él, si no tiene visión de largo plazo, allá él, también. Si pretende un acuerdo bilateral, ya veremos cómo nos conviene a ambos; ¿quién dijo miedo?

No se trata de defender al gobierno, sino defender al país.

Cierto, Peña Nieto actúa con responsabilidad, rapidez y cortesía al llamar a su contraparte estadounidense para establecer un primer contacto formal, cara a cara, para buscar salidas a lo que pinta como un grave conflicto en materia comercial, de seguridad y migratorio.

Sí, pero… Trump es adicto al bullying. Amenaza: si no se puede, pues ni modo. Es su estilo abrupto, torpe y burdo… las buenas maneras de poco sirven frente a un sátrapa, misógino, patán e imprudente, que de entrada ordenó suprimir la página de internet y la cuenta de Twitter en español de la Casa Blanca, en un acto insultante para 55 millones de hispanos —35 millones de origen mexicano—.

El hielo también quema.

Los secretarios de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, y Economía, Ildefonso Guajardo, viajarán mañana a Washington, de avanzada; van a “medir el agua a los camotes” ante la histeria que provoca la inminente revisión del Tratado de Libre Comercio, prioritaria para el nuevo gobierno gringo; asuntos de migración y seguridad, también se pondrán en la mesa.

Videgaray y Guajardo sostendrán las primeras reuniones de alto nivel con los “duros” de Trump; se reunirán con el jefe del gabinete, Reince Prebius; los principales asesores, el yerno Jared Kushner, y Stephen Bannon; el director del Consejo Nacional de Economía, Gary Cohn; el director del Consejo Nacional de Comercio, Peter Navarro, y el consejero de Seguridad Nacional, Michael Flynn… váyase aprendiendo los nombres de esos “halcones”.

La delegación nacional deberá llevar en el portafolio mucho más que la sobria postura del Presidente, y la seguridad del secretario de Economía, para aplicar medidas “espejo” a cualquier acción que afecte el intercambio comercial entre ambos países. Guajardo asegura que tanto el gobierno como la iniciativa privada están preparados para defenderse; que no deben subestimarnos… ¿Usted lo cree?

En fin, la magnitud de los golpes que vendrán durante los próximos cuatro años, largos, exigen respuestas enérgicas y firmes; es lo menos que podemos exigir a nuestro Presidente y su dream team… y si no, que la nación se los demande.

EL MONJE OBJETIVO: Con Trump viene la tempestad… y no tenemos paraguas. En este Mexican Moment, la única certidumbre es la incertidumbre.

@JoseCardenas1

josecardenas@mac.com

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