José María Chávez Magaña. Le dicen El Pony. Fue aprehendido en Tejupilco, Estado de México, en una acción conjunta de la PGR, la Marina y el Ejército. El Pony puso en manos de las autoridades federales la estructura completa de la Familia Michoacana y reveló cómo fue que su organización pudo apoderarse de cada uno de los municipios que conforman el estado.

Su relato es el de los años en que la Familia Michoacana contó “al cien” y “al doscientos por ciento” con el apoyo de autoridades municipales y estatales, no sólo del Estado de México, sino también de Guerrero y Michoacán.

El Pony estuvo detenido varios años en Estados Unidos. Lo habían sorprendido con cinco kilos de cocaína y una tonelada de marihuana. Logró que le hicieran pagar los últimos años, de los 15 que pasó en prisión, en el penal de Uruapan. Al salir buscó al jefe de la Familia Michoacana en Zitácuaro y le pidió que lo contactara con el líder máximo de la organización, José de Jesús Méndez Vargas, alias El Chango. Según El Pony, se habían conocido de muchachos, cuando trabajaban como peones en campos de Estados Unidos.

Quince años en la cárcel formaban, al parecer, un buen currículum. El Chango Méndez lo hizo jefe de plaza en Ecatepec y puso bajo su mando a 80 personas. “Yo coordinaba la compra y venta de droga, y que no hubiera otros vendedores en la zona”, dijo El Pony.

La Familia estaba en guerra con Los Zetas y con los Beltrán Leyva, “por lo que al que nos topábamos lo íbamos tumbando”. Cuando Ecatepec quedó “asegurado”, El Chango mandó a El Pony a “abrir plaza” al sur del Edomex. Quedó al frente de cien sicarios y de los municipios de Tlatlaya, Tultepec, Coatepec Harinas, Almoloya de Alquisiras, Sultepec y Amatepec.

A fines de 2006, mientras se verificaba en el estado el cambio el gubernatura —salía Arturo Montiel, entraba Enrique Peña Nieto—, El Pony “había limpiado ya la plaza, sacando a Los Zetas de la zona”. La recompensa fue que El Chango le dejó colocar gente de confianza al frente de estos municipios. Se acomodaron así:

Tlatlaya: Leobardo Villegas, El Sierreño, con 15 pistoleros; Tultepec, un sujeto apodado El Toro, con 12; Coatepec Harinas, un individuo apodado El Verde; Almoloya de Alquisiras, Armando Hernández Hernández, El Player; Amatepec, Johnny Hurtado Olascoaga, alias El Fish o El Pez, con 18 sicarios a su mando.

Nadie los molestó en los cinco años siguientes. “Duramos así hasta 2011… las plazas estaban totalmente aseguradas”, declaró. Había presidentes municipales y jefes policiacos que apoyaban a la Familia “con todo”: “al cien” y “al doscientos por ciento”.

En Tlatlaya, El Sierreño recibía goma de opio y marihuana de la zona serrana de Guerrero —San Miguel Totolapan, Ajuchitán del Progreso y Apaxtla de Castrejón— y la internaba en el estado para su distribución.

En 2011 El Chango Méndez fue detenido por autoridades federales y se replicó, en el Edomex, la mecánica de otras regiones en donde las organizaciones criminales han sido descabezadas. El heredero de El Chango, su hermano Antonio Méndez, decidió aliarse con el jefe de plaza en Toluca, Rodolfo Paredes, alias El Bofo, para frenar el creciente poder que el grupo de El Pony había adquirido. Para lograrlo, se alió con Miguel Ángel Treviño, líder de Los Zetas, y Mario Salgado Casarrubias, líder de los Guerreros Unidos.

En medio de esa crisis no hubo un solo delito de alto impacto que no creciera en el Estado de México. Homicidios, secuestros, extorsiones, robos con violencia. La tendencia inició en 2011 y alcanzó el delirio en 2012.

Tras la defección de Antonio Méndez, El Pony quedó como único líder de La Familia en el Estado de México. Mandó a Johnny Hurtado a controlar la región colindante con Guerrero; le entregó Nezahualcóyotl y Chimalhuacán a Armando Hernández, El Player; puso Los Reyes en manos de Juan Carlos Muñoz Vargas, El Pariente; le dio Ixtapaluca, Chalco y Amecameca a El Mascarita o El 9 ½, y Valle de Bravo a José de Jesús Salazar, El Tuzo. Toluca quedó a cargo de José Luis Vences, El Chanis.

Un guatemalteco llamado “Edgar” surtía la cocaína: llegaban 40 kilos cada diez días, a bordo de “camiones de pasaje”. El Pony la repartía en las plazas. Todo seguro y con protección. Les fue tan bien que Johnny Hurtado logró expandirse a varios municipios de Guerrero: Teloloapan, Apaxtla, Cuetzala, Balsas, Acapetlahuaya, Amatepec, Tlalchapa. El sindicato de transportistas de la CTM de Arcelia, dijo El Pony, movía la cocaína en sus camiones.

Para él, todo terminó en Tejupilco. Pero la historia que cuenta no. Esa historia no ha terminado y sigue hundiendo en la barbarie y la zozobra a millones de mexicanos.

@hdemauleon

demauleon@hotmail.com

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