En el paquete de recomendaciones que la Comisión Nacional de Derechos Humanos, CNDH, entregó hace unos meses a la Procuraduría General de la República, PGR, la número diez señalaba que para aclarar las circunstancias en que el 29 de octubre de 2014 fue recuperada una bolsa de plástico en el río San Juan —de la que según la Procuraduría proviene la pieza que permitió la identificación de uno de los 43 normalistas que desaparecieron en Iguala—, era preciso obtener las declaraciones del grupo de buzos de la Secretaría de Marina que tomó parte en el rescate.

La tarde en la que el titular de la Agencia de Investigación Criminal, Tomás Zerón, recorrió la ribera del río San Juan al lado de Agustín García Reyes, El Chereje —el integrante de Guerreros Unidos que supuestamente indicó el sitio en que ocho bolsas que contenían los restos de los alumnos fueron arrojadas—, cerca de 40 elementos de la Semar lo acompañaron.

Una nota publicada al día siguiente en el periódico El Sur informó que “los marinos llevaban a un hombre detenido (…) al que cubrían con una chamarra ante los reporteros”.

La recomendación de la CNDH afirmaba entonces que la declaración de los marinos ayudaría a precisar la manera en que se habían dado “los hallazgos, su manejo y preservación”.

“Esta diligencia resulta relevante —anotó el organismo defensor— para corroborar o descartar información sobre el segmento de la ruta de desaparición que tiene que ver con la incineración y la disipación de los restos, de acuerdo a lo sostenido en la versión oficial”.

Pero sobre todo, la diligencia contribuiría a atender las inquietudes planteadas por los peritos independientes del Equipo Argentino de Antropología Forense, EAAF, quienes denunciaron que la recolección de evidencia por parte de los buzos fue hecha sin avisarles, ni esperar a que estuvieran ahí.

“El EAAF fue convocado por la PGR cuando dicha bolsa ya se encontraba abierta y siendo analizada por peritos de la PGR. Un número importante de fragmentos aparentemente provenientes de esa bolsa se encontraban ya expuestos sobre una lona”, señalaron los expertos.

La PGR respondió a la recomendación de una forma inolvidable. “Las declaraciones de los buzos pueden ser importantes desde el punto de vista mediático, pero no indispensables desde un punto de vista legal”, replicó.

La Procuraduría informó que, aunque no consideraba importantes las declaraciones de los buzos, estaba realizando “las gestiones necesarias ante la Secretaría de Marina, a fin de que por su conducto se notifique a los buzos de su presencia ante esta autoridad”.

En el párrafo siguiente, la PGR señaló:

“Cabe aclarar que de manera extraoficial se había requerido la presencia de dichos elementos, sin embargo, los mismos no habían manifestado su disposición de acudir ante la Unidad. Esta diligencia es a efecto de dilucidar las inquietudes del EAAF, pues queda claro que durante la búsqueda de hallazgos, estos se hicieron en presencia del Ministerio Público de la Federación, quien tiene las facultades legales y por ende es el responsable de la diligencia, lo cual obra de manera pormenorizada en el acta ministerial”.

La CNDH dio por “no atendida” la recomendación.

Pero ésta cobró una extraordinaria actualidad varios meses más tarde, luego de que el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes, GIEI, revelara el video en el que Tomás Zerón aparece en el río San Juan durante una diligencia efectuada de manera irregular, un día antes del hallazgo de los restos.

La diligencia tras de la cual ha caído sobre el funcionario la sospecha de manipulación y siembra de pruebas.

No hay documento que registre formalmente una cadena de custodia de la evidencia. Y además, se ha abierto la duda sobre el único resto completamente identificado hasta ahora.

¿Habrá llegado la hora, en aras de la claridad, de que hablen los marinos?

El informe de la CNDH cierra con un dato inquietante. Lo transcribo textualmente: “El resto óseo recuperado en el río San Juan que a la postre, según su constancia genética con las muestras de sus familiares, fue útil para identificar a Alexander Mora Venancio, no fue hallado dentro de la bolsa recuperada en el propio río, sino incrustado en las ‘paredes’ de la ribera”.

@hdemauleon

demauleon@hotmail.com

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