El criminal vuelve siempre a la acera donde resbaló. La frase es del escritor Raymond Chandler. Filtraciones dadas a conocer en la última semana afirman que tras su huida del penal del Altiplano, Joaquín Guzmán Loera, conocido mundialmente como El Chapo, voló en avioneta hacia una zona de difícil acceso, ubicada entre Durango, Sinaloa y Chihuahua: el también mundialmente conocido Triángulo Dorado.

Hace unos días Carlos Loret reveló en estas páginas que al revisar los planes de vuelo digitales de dos pilotos que se hallaban al servicio de El Chapo, las autoridades detectaron varios vuelos que habrían servido para llevar al líder del Cártel de Sinaloa, “ropa, víveres y cosas que pedía”.

De acuerdo con Loret, el narcotraficante habría sido visto en esa región en un Ferrari y en una motocicleta de lujo, “arropado por la población local, que le tiene cariño y agradecimiento”.

A pesar del Ferrari y la motocicleta de lujo, algo hay en esa versión que recuerda los últimos días de libertad del líder de Los Caballeros Templarios, Servando Gómez, La Tuta. Unos meses antes de su captura, rastreado con drones en la zona alta de la sierra de Guerrero, a un lado de la presa El Infiernillo, encontraron en una cueva algo de ropa y medicamentos para el asma y las hemorroides.

La Tuta se desplazaba en mulas, a través de lugares boscosos, abriéndose paso con machetes. Ya no podía bajar a las ciudades. Ya no podía llevar la vida que había tenido antes, cuando se paseaba por las plazas públicas de la Tierra Caliente con una escuadra de plata clavada al cinto.

Se han hecho públicas las fotografías de una cabaña de Bastantitas, municipio de Tamazula, en la que supuestamente el capo habitó desde su fuga el 11 de julio, hasta el pasado 17 de agosto. “Las fuerzas navales descubrieron una propiedad con un portal tubular blanco en la entrada y con capacidad para cuarenta personas. Un poco más lejos se encuentra una cabaña de madera donde el narco más buscado permaneció durante un mes. El inmueble posee un baño, palangana con agua corriente, regadera y un clóset portátil. Según oficiales, en esa cabaña se ha encontrado también ropa femenina en buen estado”, se lee en una de las notas dedicadas al suceso.

Según la Secretaría de Marina, El Chapo se mueve en caballos, mulas y vehículos todo terreno, acompañado por 40 sicarios. Información del gobierno federal señala que está herido del rostro y de una pierna.

Así que después de la fuga regresó al territorio que conoce.

“Más delante de Guanaceví, por ahí está El Chapo, por ahí vive, pero bueno, todos lo sabemos menos la autoridad”, dijo en abril de 2009 el arzobispo de Durango, Héctor González Martínez, cuando la captura de Guzmán Loera era “un objetivo prioritario” del gobierno de Felipe Calderón.

Durango es la zona donde El Chapo habitó durante años. Su leyenda afirma que fue en Canatlán donde se inició en el narcotráfico, bajo los órdenes de un gatillero llamado Porfirio Pilo Ruiz. Fue Ruiz quien le enseñó “el negocio”. Ahí vivió El Chapo con su primera esposa y ahí nacieron sus hijos.

Cuando El Pilo sobrevivió de milagro a una emboscada que le tendieron en Delicias, y que lo dejó tocado para siempre, Guzmán lo envió a un hospital y pagó su rehabilitación, y no sólo eso: se hizo cargo de él hasta su muerte.

Las notas dicen que El Chapo se esconde en Durango, “protegido por los pobladores de la región”. Hay una historia que da cuenta de la relación que el narcotraficante ha establecido con los pueblos de la zona. En 2011 denunció monseñor González Martínez: “En Durango hay Zetas por todos lados”.

Esos Zetas se habían metido a Canatlán, dejando su sello en todas partes: secuestros, extorsiones, “levantones”. Los negocios cerraron. Los comerciantes se fueron. La policía municipal pidió auxilio al Ejército. La gente del poblado dice que El Chapo fue el único que escuchó el llamado “y envió gente a pelear para rescatar la población”.

Un día una camioneta con altavoces recorrió las calles desiertas de Canatlán y anunció que El Chapo había recuperado el pueblo, que a partir de ese día terminaban el secuestro y la extorsión.

No es extraño que el capo de Sinaloa haya vuelto a la acera en la que resbaló. La que mejor conoce.

@hdemauleon

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