En el boquete abierto en la celda número 20 del penal de máxima seguridad del Altiplano, por el que el narcotraficante Joaquín Guzmán Loera se fugó el pasado 11 de julio, no hay residuos de ácido ni huellas de calor, según señalan los dictámenes que los peritos encargados del caso han entregado a la Procuraduría General de la República.

Según uno de estos documentos, “se puede afirmar que para romper el piso de 50 centímetros de ancho por 50 centímetros de largo se realizó un trabajo mecánico a través de diversas herramientas”.

Esto quiere decir que la primera versión de la fuga ofrecida por el gobierno ha caído por completo: a pocos días de la huida, la Comisión Nacional de Seguridad señaló que, para que nadie notara que se estaba horadando en la celda por la que escapó El Chapo, sus cómplices “usaron ácido y calor para crear el hoyo de entrada al túnel localizado en el área de regadera”.

En una entrevista con Adela Micha, el comisionado Monte Alejandro Rubido aseguró que no se había detectado descuido u omisión en los protocolos de seguridad, que hubieran dado pie a la escapatoria de El Chapo.

Rubido señaló que la del líder del Cártel de Sinaloa era “una fuga de fantasía” y reiteró que “para lograr tal perfección” se presumía que los colaboradores de Guzmán Loera habían debilitado la plancha de cemento de la regadera “con algún tipo de ácido o calor”.

Los dictámenes de la PGR comprueban de manera científica que los cómplices “marcaron primero el cuadro con las brocas de los taladros” (el ruido debió ser perfectamente audible en el silencio del penal) y luego, con un ayuda de un gato hidráulico que más tarde fue hallado en el lugar, ejercieron presión sobre la estructura debilitada, “botándola hacia arriba”.

De acuerdo con los documentos consultados, la utilización de calor o gases habría provocado la asfixia de quienes trabajaban en el estrecho espacio del túnel, “lo cual hubiera sido mortal”.

El expediente, que contiene las declaraciones de 15 internos de alta peligrosidad, entre ellos, Mario Casarrubias Salgado, El Sapo Guapo, y Salvador Martínez Escobedo, La Ardilla, ex líderes de Guerreros Unidos y Los Zetas, respectivamente (Servando Gómez, La Tuta, ex líder de los Caballeros Templarios se negó, por cierto, a declarar), indica, por el contrario, que el ruido de martillos y taladros aumentó durante los días cercanos al 11 de julio, en especial el martes y el jueves anterior a la fuga.

Varios internos afirman que las autoridades les dijeron que aquellos ruidos se debían a que se estaban realizando trabajos de impermeabilización en las azoteas del penal.

Queda confirmado que no hubo tal fuga de fantasía. En realidad, después de recabar la declaración de 36 empleados administrativos —además de la de los 15 internos ya mencionados—, hoy la principal línea de investigación de la SEIDO (Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada), a cargo de Felipe de Jesús Muñoz Vázquez, intenta acreditar que a partir de la llegada de Guzmán Loera se infiltraron personas en el Altiplano, cuya función sería la de colaborar en la fuga.

Según los documentos de la investigación, “custodios e incluso mandos” llegaron a laborar “coincidentemente” al penal luego de que El Chapo fuera recluido en éste. Esos recién llegados fueron los encargados de custodiar al narcotraficante. Todos ellos se identificaban con la letra “Z” y un número. Eran el Z-1, el Z-2, el Z-3, etcétera.

En este momento, tres funcionarios han recibido auto de formal prisión por evasión de reos. Uno de ellos es un policía federal comisionado al Cefereso; otro ocupaba la Oficina de Prevención Penitenciaria, y el último fungía como encargado del Módulo de Seguridad Interna. Las autoridades creen que formaban parte del grupo de infiltrados.

El director Valentín Cárdenas Lerma había llegado al Altiplano luego de dirigir un Cefereso ubicado en Guasave, Sinaloa: llegó al cargo en sustitución de Marissa Quintanilla, cesada en 2013 por permitir que una fiesta financiada por Miguel Ángel Treviño Morales, el Z-40, se llevara a cabo en las inmediaciones del penal. En esa fiesta, el número estelar corrió a cargo de Los Tucanes de Tijuana.

@hdemauleon

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