En la conferencia de prensa que el secretario de Agricultura, José Calzada y el vocero presidencial, Eduardo Sánchez ofrecieron la semana pasada durante la Expo México Alimentaria 2016, Sánchez informaba que las exportaciones del sector agroindustrial alcanzaron en 2015 los 26.7 miles de millones de dólares —mmdd—, cifra que supera, afirmó el funcionario, el valor de las exportaciones por petróleo, turismo o remesas. “Así como lo está usted escuchando...” decía vehemente el vocero.

Sin duda, la aparente buena marcha del campo mexicano es una buena noticia. De igual forma, la condición estratégica de su papel para asegurar la alimentación de los mexicanos debe estar fuera de cualquier cuestionamiento.

Sin embargo, la comparación supuestamente ventajosa del sector agroindustrial con el turismo es desafortunada y muestra una falta de sensibilidad por parte de los actores públicos ante la actividad turística, que con frecuencia es compartida en los distintos ámbitos gubernamentales, y que suele extenderse hacia otros terrenos de la vida nacional, pasando por los de la opinión publicada... o no publicada.

Es evidente que cuando se habla del componente de exportación del sector agroindustrial, se abandona la referencia a la seguridad alimentaria y se entra en un terreno propio del ámbito de los negocios en donde las reglas del juego se acercan a las de la competencia global, aunque no se puede ignorar que en estos ámbitos los subsidios son una práctica común y corriente en el mundo. En todo caso, salvando lo que hay que salvar, las comparaciones parecen operar en contra de la situación del campo mexicano.

Sin olvidar que Coneval estableció que 23.4% de la población (28 millones de personas) se encontraba en 2014 en condición de carencia por acceso a la alimentación, se debe apuntar que en contraparte a la mencionada cifra de 26.7 mmdd por exportaciones agroalimentarias, en el mismo periodo las importaciones de este sector alcanzaron los 25.8 mmdd, con un saldo apenas superavitario en menos de un mmdd. En el mismo lapso, la balanza turística tuvo un saldo de 7.6 mmdd, es decir una relación entra ambas magnitudes netas –que a final de cuentas es lo que importa– de ocho a uno en favor al turismo. A tono con lo anterior, es oportuno recordar que en ese 2015 la balanza comercial fue deficitaria en 10.1 mmdd, la balanza petrolera en 4.5 mmdd (de déficit) y la balanza manufacturera también fue deficitaria en 9.7 mmdd.

Si se quiere hacer una comparación más justa del peso de los sectores agrícola (puesto ya en contexto de actividad de negocios que da para exportar) y del turístico, habría que revisar el presupuesto federal que se asigna y que para 2017 es de 70.6 miles de millones de pesos –mmdp– en gasto programable para Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación, en tanto que para Turismo es de 3.9 mmdd; es decir, una relación en la que por cada peso público que se gasta en turismo, se gastan casi 18 veces más en el campo.

A final de cuentas no se trata de entrar en un falso debate sobre cuál de estos dos sectores es más importante. Lo que sí queda para la reflexión es la necesidad por encauzar el discurso público, particularmente el de los altos funcionarios gubernamentales, en una actitud de un mayor reconocimiento hacia la importancia del turismo.

Este gobierno federal, como lo hicieran al menos los dos anteriores, ha asumido al turismo como prioridad nacional. En una ‘partidocracia’ como la que vivimos, estos institutos políticos a través de sus legisladores han refrendado lo mismo en la Ley General de Turismo. El problema es que esta consideración parece quedarse en el terreno del discurso y con las manifestaciones que se han comentado en este espacio, a veces ni siquiera allí.

Todo esto bien podría quedar en el mundo de las anécdotas o en el plano del ‘hacer trampa jugando al solitario’; no obstante, los retos del país siguen siendo enormes y la economía evoluciona por los rumbos de un tímido crecimiento. Pensar en turismo no es ni puede ser una concesión graciosa; pensar en turismo y su capacidad para generar desarrollo pasa por revisar con detenimiento los datos recientemente dados a conocer por el Inegi sobre la Cuenta Satélite del Turismo que entre otros muchos aspectos relevantes, además de indicar que esta actividad genera 8.7% del PIB, muestran que en 2015 el turismo creció 44% que el resto de la economía. Sí, nada mas... Pero nada menos.

Director de la Facultad de Turismo y Gastronomía, Universidad Anáhuac México.

Twitter: @fcomadrid

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