En Morena están revisando la actuación de sus operadores políticos porque algunos están francamente bajo sospecha, tras el resultado de la elección mexiquense. Esta es la historia.

Entre tres y cuatro semanas antes de ese 4 de junio, analizando las tendencias de las encuestas, la conversación política marcó que lo más probable era que ganara la candidata de Morena a la gubernatura, Delfina Gómez.

Las cifras oficiales no validaron tal expectativa. ¿Por qué? Se analizaron los errores de Andrés Manuel López Obrador, se habló también de los escándalos de corrupción de Morena (notablemente el de la diputada veracruzana Eva Cadena) y el pobre “control de daños” que hicieron el partido y sus dirigentes.

Pero también surgió el rosario de irregularidades atribuidos a la gestión de la maestra Delfina cuando fue presidenta municipal de Texcoco. La mayoría de estos escándalos en Texcoco estaban protagonizados por su padrino político Higinio Martínez, ex militante perredista convertido al morenismo.

En un par de ocasiones, confrontada por sus rivales en los debates que le sacaban los escándalos municipales, Delfina Gómez se quedaba con cara de what. No sabía qué responder o no sabía qué había sucedido.

Cuentan algunos de sus allegados que en la recta final de la campaña, agobiada porque diario era un nuevo escándalo, estalló en cólera contra padrino y camarilla: “¡¿Pues qué tanto hicieron?!”. Ya habían salido las retenciones obligatorias de sueldos, la cantidad de parientes de Higinio Martínez en la nómina, el aumento del robo de combustible, liquidaciones, bonos…

Pero lo que ha inquietado a Morena ya en las fechas poselectorales es si Higinio traicionó a su pupila y a su líder.

En toda elección es crucial contar con una estructura que lleve a la gente a votar, se encargue de que en todas las casillas haya un representante del partido y al final de los conteos recolecte las actas.

Higinio Martínez y Horacio Duarte tenían esa encomienda, con el financiamiento canalizado a través de Gabriel García (cerebro financiero del grupo), y bajo la coordinación general de José Ramón y Andrés López Beltrán, hijos de López Obrador.

Higinio Martínez no tiene buena fama. Sobran expedientes para cuestionar su honestidad. Eso no impidió que en Morena le abrieran la puerta de par en par. Pero más allá de eso, en los días posteriores a los comicios, hasta la cúpula de este partido llegaron preguntas sobre él: ¿no se dejó seducir por dineros rivales para que fallara la estructura de vigilancia electoral el mero día? Porque de que falló, falló. Hubo zonas enteras a las que no llegaron representantes de Morena y no tuvieron esa noche las actas para hacer la contabilidad propia y saber si habían ganado. ¿Y si Higinio hizo su evaluación y consideró que él ya había ganado, porque los suyos se acomodaron bien en alcaldías donde podrán seguir haciendo lo mismo de siempre?

En Morena hay sospechas. Las sospechas y denuncias ya llegaron a la máxima autoridad del movimiento.

historiasreportero@gmail.com

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