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Día 30: Le entregan en las manos una hoja con opciones de vuelos de Caracas a la Ciudad de México. No sabe si lo que está pasando es verdad. Quiere pensar que sí porque tres días antes cayó en una crisis y juró que ahí moriría, sin ver a sus hijos y a su esposo, escondida en una habitación durante un mes, rodeada de libros de Antropología e Historia que nunca pudo leer porque el único foco era insuficiente.
—Elija un vuelo, se va hoy— le dijo Eréndira Araceli Paz Campos, embajadora de México en Venezuela.
—¿Cómo? No tengo siquiera tarjeta de crédito, dinero— respondió Marisela Tovar Arroyo, su huésped, su refugiada—. ¿Me voy a ir? ¿Me van a acompañar?”, agregó en medio del temor de no poder siquiera llegar en libertad al Aeropuerto Simón Bolívar.
Horas después, Marisela estaba aterrizando en la Terminal 1 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, gracias a que un amigo le compró el boleto. Por fin, la hermana del reconocido poeta, escritor y activista mexicano-venezolano Gustavo Tovar Arroyo había logrado ponerse a salvo.
Ella supo que el gobierno de Nicolás Maduro la quería en su poder para presionar a su hermano, mentor de jóvenes políticos que hoy amenazan con derrocar al régimen y quien tuvo que huir a Estados Unidos acusado de “financiamiento del terrorismo”.
La noticia de que ella era el nuevo objetivo la dejó helada. La fuente que les dio el pitazo era sumamente confiable: un chavista, aún en el gobierno, amigo de la familia. Cuando supo eso, Marisela tocó la puerta de la embajada y se la abrieron. Cuarto, comida y escondite. Le pedían no hablar con nadie ni salir de su cuarto. El nombre de su hermano incomoda a muchos en aquellas tierras.
Ella estaba sorprendida porque más que refugio aquello parecía prisión. Y el caso no avanzaba. ¿Por qué la tenían así, encerrada? Quizá para que no la vieran desde la calle los agentes de la policía bolivariana que espían permanentemente el movimiento de una embajada cuyo país es ya considerado adversario (un día le gritaron desde afuera que quién era y ella tomó el papel de cocinera). Quizá por miedo del personal diplomático allá: ¿quién es esta mujer que ahora vive a unos metros de mí y qué es lo que realmente busca?
Logró volar a México hasta que su caso salió en televisión. Entonces sí se aceleró todo. Y allá le pidieron no abrir la boca. Pero optó por contarnos su historia.
Mañana será la sesión plenaria de la reunión de la Organización de Estados Americanos en Cancún. Venezuela es el tema central. El debate está cantado: el canciller mexicano contra la canciller venezolana. Luis Videgaray juega de local. El gobierno de México espera incluso movilizaciones del chavismo-madurismo de la ultraizquierda mexicana. Ya sabremos. Será una semana clave.
SACIAMORBOS.
Curiosamente, a la embajadora mexicana en Venezuela la consideran cercana al régimen de Maduro. ¿Lo sabrá el canciller? ¿Será una estrategia para mantener un puente con el régimen?
historiasreportero@gmail.com