La Policía Federal mexicana padece de mitomanía. Y falsear la verdad le ha resultado un mal negocio.

Es normal que en una guerra las partes hagan propaganda. La opinión pública es un arma poderosa y los actores en combate buscan manipularla a su favor. Pero hasta en eso hay profesionales… y la Policía Federal mexicana no tiene esa medalla en el uniforme.

Este fin de semana, tras la violencia CNTE-PF en Oaxaca, la versión oficial de la Policía Federal, respaldada por Gobernación, dijo que sus agentes nunca estuvieron armados, que las fotos que circulaban en las redes sociales mostrándolos así eran falsas. Cuando agencias de noticias de fama internacional como AP y Xinhua mostraron los metadatos de sus imágenes, el gobierno federal tuvo que aceptar que sí mandó un comando con armas. Se cayó la mentira.

Apenas hace dos meses, la Policía Federal reportó que habían sido atacados el edificio de sus oficinas y el hotel donde se hospedan sus elementos en la costera de Acapulco. Un par de días después, videos, testimonios y la simple observación de los inmuebles dejaba claro que no había habido tal ataque. Y así lo tuvo que admitir la PF.

Ya por no retroceder tanto en el tiempo y hablar de Tanhuato, cuando la PF informó de un “enfrentamiento” que dejó un “marcador” de muertos de 42-1 a su favor.

Historial de mentiras al hombro, la Policía Federal está en el centro del escándalo por el enfrentamiento con la CNTE. Y hasta hoy prevalece el cruce de denuncias sobre quién disparó, quién iba armado y quién es responsable de la muerte de al menos ocho personas (todas, del lado de los simpatizantes de los maestros).

Para cualquiera que simplemente desee saber la verdad, atenerse a creer en las declaraciones de los involucrados no es una vía, porque la CNTE (y las organizaciones detrás de las que se esconde) tiene también su trayectoria de propaganda y mentiras, que forman parte integral de su estrategia política:

Siempre que hay enfrentamiento dicen que fue una provocación, casi siempre es al revés. Siempre dicen que fueron agredidos, pero casi siempre ellos lanzan la primera piedra. Siempre dicen que tienen infiltrados violentos, casi siempre se demuestra que son de sus filas. Siempre atascan las redes sociales con imágenes violentas, casi siempre se demuestra que son de otros eventos. Siempre se victimizan y hablan de muertos y desaparecidos que casi siempre “reviven” y aparecen.

Pero esta vez los muertos murieron y los desaparecidos siguen sin aparecer.

Hubo inusual brutalidad que dejó heridos en ambos bandos. La CNDH denuncia detenciones arbitrarias del gobierno. Y no se puede olvidar al periodista asesinado tras recibir amenazas de los pro-CNTE.

Es una crisis que, por sus repercusiones, volverá a poner a prueba al gobierno de Peña Nieto.

Molesta, desespera, indigna, que el camino a la verdad está obstaculizado por la desconfianza en las partes por sus históricas mentiras y la repetida incapacidad de las autoridades para realizar investigaciones independientes.

SACIAMORBOS. El movimiento no juntaba a más de algunos cientos para marchar, no lograba parar a más de 20% de las escuelas y acumulaba el repudio público. Ahora son miles en las manifestaciones, un estado donde se pide declarar desastre económico y atesora solidaridad ante los muertos. Vaya acierto estratégico.

historiasreportero@gmail.com

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