Este 22 de febrero no era un lunes cualquiera en la agenda del secretario de Educación Pública. En su práctica de arrancar la semana en una escuela, Aurelio Nuño se ayudó del Cisen y del gobierno de Gabino Cué en Oaxaca para, esta vez, hacerlo en un plantel de la CNTE.

Escogieron la escuela Emiliano Zapata en Miahuatlán, uno de sus bastiones.

El plan lo desarrolló casi en secreto, para que la Coordinadora no intentara impedirlo. Los días previos, los reporteros que cubren sus actividades en la Ciudad de México fueron convocados para una escuela en la capital. Era su “plan B”, por si de última hora le avisaban que no había condiciones para “invadir” territorio enemigo. Y a los maestros de la Emiliano Zapata les mandaron a algunos funcionarios de nivel medio para platicarles que llegarían “autoridades” (nunca dieron nombres) a “entregar apoyos”. Como la CNTE no reconoce a ninguna autoridad educativa, los profesores de la escuela se dividieron: los de primaria más duros que los de preescolar.

El domingo, el éxito de la gira era un volado. Y Aurelio Nuño se lo jugó.

El lunes, cuando estaba aterrizando en Oaxaca, Cué le notificó que la presencia de patrullas en el vecindario de la escuela había generado crispación y que ya las habían retirado.

Con la duda y el nerviosismo, secretario y gobernador se lanzaron a Miahuatlán.

Llegaron a los honores a la bandera. Cuando los vieron entrar, la directora se encerró en su oficina y los maestros se replegaron a una esquina del patio. Estaban entre enojados por su presencia y aterrorizados de la reacción de sus líderes de la CNTE.

Terminada la ceremonia, Nuño y Cué recorrieron el plantel, se metieron a los salones a media clase; los maestros, incómodos, recios.

Los padres de familia presentes fueron clave: presionaron a los profesores para que hablaran con las autoridades, sobre todo porque llevaban 3 millones de pesos para obras en esa escuela.

Para ese momento, la dirigencia de la CNTE había emitido un comunicado de emergencia declarando persona non grata a Nuño y convocó a una movilización a la escuela de Miahuatlán.

El nuevo director del IEEPO, Moisés Robles, se encerró con la directora de la escuela para convencerla de que era un diálogo abierto. Ella aceptó a regañadientes. Cuando finalmente salió a recibir al secretario Nuño en los pasillos, él quiso saludarla de beso y ella le retiró la cara.

Directora, profesores, papás, Nuño, Cué y Robles entraron a un salón de usos múltiples. El ambiente era tan tenso que parecía que de un momento a otro redoblarían los tambores de la banda de guerra que colgaban de la pared.

Pero no. Aquello fue fluyendo. Respetuosamente de los dos lados. La directora pidió diálogo con sus líderes. El secretario le dijo que sí, pero siempre y cuando reconocieran la reforma educativa. Hablaron de evaluaciones, despidos, aumentos, obras y promesas incumplidas.

Al final, la movilización de la CNTE no llegó a Miahuatlán. Juntaron sólo a una veintena de personas frente al Palacio de Gobierno en Oaxaca capital. En la escuela hubo diálogo, y cuando éste terminó, la directora y Nuño se despidieron de beso.

SACIAMORBOS. Ya regresó Marcelo. Mientras muchos miran hacia la Línea 12 del Metro, parece que lo más sabroso de su expediente está en la Súper Vía. Para él y los suyos se trata de una persecución política. Más de esto, la próxima semana.

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