La versión oficial sigue siendo que la madrugada del 22 de mayo de este año, en Tanhuato, Michoacán, los elementos de la Policía Federal acudieron al rescate de un rancho tomado por narcotraficantes, fueron recibidos a balazos y en el combate los oficiales abatieron a 42 delincuentes, y los malosos mataron a un uniformado.

Las investigaciones independientes apuntan a otra cosa: hubo un enfrentamiento inicial, pero luego los policías ejecutaron extrajudicialmente a delincuentes que estaban huyendo, se habían rendido e incluso quienes ya habían sido detenidos. Y por eso el saldo tan dispar: 42-1.

Estas investigaciones provienen una, de manera preliminar y secreta, de la Procuraduría de Michoacán; otra informal de la PGR, también reservada; varios reportajes periodísticos (una serie la leyó usted en el verano en estas Historias de Reportero); y varias indagatorias hechas por organismos de derechos humanos.

La más reciente fue la divulgada muy temprano la mañana de ayer por la organización internacional Human Rights Watch (HRW).

En un informe de 11 páginas titulado México: Ejecuciones por policías en Michoacán, desmenuza dos casos: el sucedido el 6 de enero de este 2015 en Apatzingán con un saldo de ocho civiles muertos y el de Tanhuato.

“Sobre la base de la evidencia disponible, pareciera que estamos ante otras dos graves atrocidades cometidas por miembros de las fuerzas de seguridad mexicanas”, determina en el informe Daniel Wilkinson, director gerente de la División de las Américas de HRW.

Sobre Tanhuato, la organización aporta un nuevo elemento: cita a un investigador de derechos humanos que “entrevistó exhaustivamente a tres personas que presenciaron los hechos”. Son los tres hombres detenidos desde ese 22 de mayo y puestos a disposición de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO) de la PGR.

Estos tres testigos “le dijeron que si bien algunos civiles participaron inicialmente en un enfrentamiento armado con policías frente a la vivienda, muchos otros dejaron caer sus armas y no respondieron con disparos, y que los policías le dispararon a la espalda a por lo menos cinco que intentaron huir”.

Los tres testigos coincidieron en que “una vez que había mermado la balacera inicial, varios policías federales llevaron a siete personas dentro de la hacienda principal y mataron a cuatro de ellas: una fue puesta contra una pared y luego le dispararon; otra recibió disparos en la escalera; una fue alcanzada por disparos en la espalda mientras escapaba; y otra fue quemada dentro de una bodega ubicada al costado de la vivienda”.

Reitero lo que opiné en esta columna durante el verano: Tanhuato tiene todos los elementos para volverse una más de las pesadillas del gobierno federal, uno más de los expedientes que han vapuleado su imagen internacional, como Apatzingán, Tlatlaya, etcétera.

Está a tiempo de salvarse: la investigación pasó de la procuraduría de Michoacán a la PGR, que no ha presentado su conclusión oficial final. Puede ser la diferencia entre la indignación por el abuso policiaco reiterado o el escándalo por el encubrimiento.

historiasreportero@gmail.com

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