La incidencia se vuelve crónica en el caso de Aeroméxico cuya divisa por años hablaba de la línea aérea más puntual del planeta. La paradoja es que la corona la abolla un conflicto laboral.

Desteñido el amor a la camiseta por lo que los pilotos ubican como falta de reciprocidad de la empresa, los horarios se cumplen a rajatabla… no importa si se cruza la salida con el despegue del avión.

La historia se remonta a principios del sexenio pasado, cuando tras los estragos del exceso de celo por evitar la propagación de una epidemia de influenza, se generó temor internacional.

En un escenario de quiebra, Aeroméxico decidió que parte de sus problemas derivaban de un contrato colectivo oneroso.

Abierta la posibilidad de que la empresa planteara un Conflicto Colectivo de Naturaleza Económica para plantear su modificación, los pilotos hicieron suya la causa sacrificando prestaciones y aceptando mayores cargas de trabajo.

El ahorro fue de 25 millones de dólares.

Adicionalmente, la Asociación Sindical de Pilotos de Aviadores aceptó que las revisiones contractuales se hicieron cada cuatro años, con movimientos salariales casi simbólicos.

Sin embargo, la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación decidió no jugar la carta, lo que provocó que la empresa cumpliera su amenaza.

El procedimiento derivó en un laudo que le permitió a Aeroméxico colocar en línea dos contratos colectivos para personal de vuelo, el A y el B. Uno para los trabajadores en activo y otro para los de nuevo ingreso.

La diferencia es de 60 por ciento en relación con sus percepciones, incluidas, naturalmente, las prestaciones anexas.

A quien le importa si la Constitución prohíbe otorgar salarios distintos frente a una actividad idéntica.

Al paso de los meses los nuevos se sintieron discriminados.

Lo curioso del caso es que expedido un laudo similar de cara a otro Conflicto Colectivo de Naturaleza Económica, solicitado éste por Mexicana de Aviación, los sobrecargos solicitaron un amparo que fue escalando hasta llegar a la Suprema Corte, quien lo anuló.

El problema es que para entonces ya no volaba la empresa.

De acuerdo a la entonces ministra Olga Sánchez Cordero, el laudo de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje no se justificaba, dado que no basta que una empresa esté en situación económica apremiante para que automáticamente se proceda a la reducción de las prestaciones laborales.

Los salarios y prestaciones de los sobrecargos representaban solo el uno por ciento de los costos de operación de la línea aérea calculados en 200 millones de dólares.

En el caso de los pilotos, aunque sin laudo al calce, el escenario fue similar abriéndose el telón para clases A y B a partir del 2010.

Los que aceptaron la contratación desigual en la coyuntura del crecimiento en la demanda ante la salida de las pistas de Mexicana son quienes encabezan la protesta… por más que existe otra fórmula laboral aún más dura para los trabajadores, digamos la C.

En la flexibilidad a favor de la empresa los pilotos hablan de haberle ahorrado 500 millones de dólares.

El puñetazo en la mesa señala que ellos ya hicieron su parte cuando Aeroméxico vivió las vacas flacas. Ahora que están gordas se reclama reciprocidad.

Hoy por ti, mañana por mí.

Balance General. Aunque oficialmente México no ha externado su adhesión al Convenio de Sindicalización y Negociación Colectiva planteado por la Organización Internacional del Trabajo en 1949, el paquete de reformas bajo el título de “justicia laboral” planteado por el presidente Enrique Peña Nieto abre el camino.

La exigencia de hacer suyo el documento conocido como Convenio 98 nació como parte de la negociación del Acuerdo Transpacífico de Asociación Económica (TPP), con la mira en Vietnam, cuya producción de maquila se apuntala en la explotación laboral.

En el país asiático no hay sindicatos.

El punto nodal del texto plantea que los trabajadores deberán gozar de adecuada protección contra todo acto de discriminación tendiente a coartar la libertad sindical en relación con su empleo.

En la ruta se prohíben los llamados “contratos de protección” de sindicatos blancos que aceptan cargar los contratos colectivos a la causa patronal a cambio de mordidas.

Rechazada la posibilidad del marco al que le ha rehuido el gobierno desde hace 67 años por los organismos empresariales, la Concamin acaba de realizar un foro de discusión para buscar influir en los legisladores.

El argumento central es que se afecta la paz laboral.

Momento de México. Ilustrada la frase en una portada de la revista “Time” con la fotografía del presidente Enrique Peña Nieto, se extinguió ya lo que al principio del sexenio se ubicaba como “Momento de México”.

La inversión extranjera llegaría con la avidez de quien corre a cobrar una herencia.

Aunque el 2013, en el punto más alto de la esperanza, el país llegó a captar el tres por ciento del flujo mundial, en el 14 el monto fue de solo el 1.8.

El mejor año del país fue en 1994, cuando llegó el 4.31 por ciento del flujo, lo que nos ubicó en el cuarto lugar mundial.

En el 2012 habíamos descendido hasta el escalón 23.

La puntilla la aplicó la empresa AT Kearney al ubicar un descenso de nueve escalones en el renglón de atracción de capitales externos. Del 10 alcanzado en el 2015, llegamos al 19 este año.

Van sobre mineras. Fresco aún lo que se calificó como “catástrofe ecológica” provocada por el derrame de miles de litros de sustancias toxicas provenientes de la empresa Buenavista del Cobre, antes Minera de Cananea, que contaminó severamente el río Bacanuchi, afluente del Sonora, se está planteando modificar la Ley Minera para endurecer sanciones.

La iniciativa salió de la bancada del PRD en la Cámara de Diputados, colocándose en la exposición de motivos casos similares en Durango, Jalisco, Veracruz, Nuevo León y Sinaloa.

La propuesta alude a la que ubica como “fiebre minera”.

Las precauciones hablan de un control estricto de desechos y emisiones contaminantes.

Al fragor del escándalo se habló de que el Grupo México de Germán Larrea Mota Velasco, propietario de la empresa, desembolsaría cuatro mil millones de pesos en la remediación.

albertobarrancochavarria0@gmail.com

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