Al día siguiente el hombre al que la conseja popular ubicaba como vicepresidente de facto presentaría su renuncia en la residencia presidencial de Los Pinos. El documento, con el firmante, llegó a la medianoche.

De acuerdo a los panegiristas del funcionario el jaloneo se prolongó durante horas —es decir ninguno de los dos durmió suficiente—, en cuyo colofón, espesas las ojeras, el presidente Enrique Peña Nieto habría señalado que se trataba de una gran pérdida para el país, calificando a Videgaray como el hombre “más importante, capaz y leal del gabinete”.

La dimisión llegó a un día del plazo fatal para la entrega al Congreso del presupuesto de ingreso y gasto para el año próximo, en paralelo a los Criterios Generales de Política Económica, es decir las expectativas en el escenario macroeconómico del país… que en el caso del crecimiento previsto debieron modificarse una y otra vez a la baja en los tres años previos.

Sería el petróleo, sería el escenario nebuloso del exterior, sería la mala suerte, o sería que se descompuso la bolita mágica de la dependencia.

Señalado públicamente como sospechoso de conflicto de interés al revelarse en la prensa estadounidense que poseía una casa de descanso a todo lujo en el campo de golf de Malinalco, ni las explicaciones del funcionario ni la exoneración de la Secretaría de la Función Publica convencieron a la opinión pública.

El grupo Higa, constructor y financiero de la mansión, había recibido numerosos contratos del gobierno del Estado de México… del que Videgaray era secretario de Finanzas.

El hombre de las lealtades, ya como secretario de Hacienda, acudió hace varios meses a una comida con el ex titular de la dependencia, Pedro Aspe Armella, desde cuyo inicio veía constantemente el reloj. Molesto, el que fuera su jefe en el despacho Protego y su maestro de economía en el ITAM, le preguntó si tenía prisa. “La verdad es que sí”, espetó la aspereza.

La comida se quedó a la mitad.

La contratación del despacho por parte del entonces gobernador del Estado de México, Arturo Montiel, le había dado a Videgaray la oportunidad de incrustarse en el escenario político del llamado Grupo Atlacomulco, cargos públicos, diputación al calce.

Convertido en candidato a la Presidencia de la Republica, Enrique Peña Nieto lo nombró coordinador de campaña, tras hacer lo propio en el marco de la pelea por la gubernatura.

Su influencia en Los Pinos era tal que las fichas del tablero se movían a su gusto, ya Pemex, ya la Comisión Federal de Electricidad, ya gubernaturas, ya delegados federales y aún la presidencia del PRI.

La estrella que lo ubicaba, a pesar de su lejanísima posición en las encuestas, como el favorito del rey para pelear la Presidencia de la Republica, la fue opacando la persistencia en el deterioro del escenario microeconómico, con énfasis en un crecimiento descomunal de la deuda pública.

El salto alcanzó en lo que va del sexenio, tres billones 400 mil millones de pesos.

El punto de quiebre llegaría cuando las calificadoras Standard & Poor’s y Moody’s colocaron en revisión con perspectiva a la baja la calidad crediticia del país.

La estrella del ministro de finanzas del año en 2014, se empezó apagar.

La puntilla llegó ante el desastre, de cara a la de suyo abollada popularidad del presidente Enrique Peña Nieto, que representó la visita al país, con trato de estadista, del enemigo público número uno, Donald Trump.

“El presidente Peña Nieto —dijo Videgaray— actuó como un hombre de Estado”.

Se quebró la ruta.

Lo derrotó la soberbia.

Balance general. Paradojas de la vida: En lealtad a quien le impulsó en el carrusel de su influencia omnímoda en Los Pinos primero como canciller y luego como secretario de Desarrollo Social, José Antonio Meade, frente a las versiones de cambios en el gabinete que lo ubicaban como relevo en Hacienda, había dicho que nunca segundas partes eran buenas.

Como usted sabe, éste había sido secretario de Hacienda durante una etapa del último sexenio panista. El flamante titular de la oficina que ocupó José Yves Limantur llega a resolver, con un día de plazo, un rompecabezas terrible. Desde un ángulo, recortar el presupuesto en un margen que podría llegar a 600 mil millones de pesos, sin tocar de lleno las fibras sensibles del gasto, y desde otro ofrecer un superávit primario entre ingreso y erogaciones.

Lo que parece un contrasentido apunta a tener recursos para disminuir el peso de la deuda interna del país para evitar el colapso.

Sospechosismo de Gobernación. Donde se prepara un cambio también es en la Secretaría de Gobernación. Se sabe que el actual director de Juegos y Sorteos, Luis Felipe Cangas Hernández, dejará el cargo a finales del mes que corre. El problema es que el funcionario está involucrado en autorizaciones para abrir casinos de manera irregular.

Uno de los que están en la ruleta es el Casino Joy, que se ubica en Tepic, Nayarit. La licencia se le otorgó a la sociedad Antromex… sin hacerlo público a través del sitio electrónico de la oficina. Anticipada su apertura para las próximas semanas, hete aquí que el lugar de apuestas no cuenta con la anuencia del municipio, quien se ha negado a otorgarle la licencia de funcionamiento.

El que sería administrador del casino, Samuel Lejtik Vargas, tiene un expediente negro en la industria por incumplir contratos con arrendadoras y proveedoras.

En la lista está también la autorización a la empresa Promociones e Inversiones de Guerrero para abrir el Casino Clover en Aguascalientes desde el 16 de agosto pasado, pese a que su ubicación viola las restricciones de distancia en relación a centros escolares, además de no contar con licencia municipal y de funcionamiento. El lugar lo operan las firmas Ahis y Digital Gaming México.

Un caso más lo representa el Casino Caliente Anáhuac, ubicado en San Nicolás, Nuevo León, cuyo administrador es la Operadora de Apuestas Caliente.

Abierto sin la autorización del gobierno municipal, éste le ha enviado un oficio a la Secretaría de Gobernación para revocar la licencia. El lugar está clausurado.

La industria de casinos se queja también de que la Dirección de Juegos y Sorteos soslaya la presencia de casinos clandestinos como los llamados Red y Miravalle en Monterrey, Nuevo León; Hermitage en Culiacán, Sinaloa, y Ganesh y Poker Style en Guadalajara.

Siempre sí. Aplazada durante meses la inauguración formal de la planta de la empresa coreana Kia Motors en el poblado de Pesquería, Nuevo León, finalmente ésta llegó ayer con la presencia del secretario de Economía, Ildefonso Guajardo.

Los reflectores, sin embargo, apuntaban hacia el gobernador de la entidad federativa, Javier Garza Calderón, El Bronco, dada su oposición a las canonjías en cascada que le otorgó su antecesor en el cargo, Rodrigo Medina, a los coreanos para instalarse.

El compromiso, decía el polémico político, incluía pagar la fiesta de corte de listón.

¿Llevaría el cabrito y las cervezas?

albertobarrancochavarria0@gmail.com

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