El presidente Obama recibirá por última vez en la Casa Blanca a su homólogo mexicano, Enrique Peña Nieto, el próximo viernes 22. Esta visita es una oportunidad para ambos de consolidar el sustancial progreso hecho en construir una colaboración bilateral y en fijar sólidas bases institucionales para llevar la relación adelante. La visita también puede ayudar a refutar las concepciones erróneas e insultos hacia México que se han vertido en la campaña presidencial estadounidense remarcando los claros beneficios de una fuerte alianza con México.

Las relaciones México-EU involucran diariamente las vidas de más ciudadanos de ambos países que los vínculos con cualquier otro país en el mundo. Los lazos familiares y de herencia, las economías interconectadas, la frontera con más de 3 mil kilómetros y nuestro medio ambiente compartido nos unen de manera única. Los dos gobiernos han establecido una adecuada cadena de mecanismos que colocan a la relación bilateral en el mejor momento de su historia. Los oficiales trabajan juntos para tomar ventaja de las oportunidades mutuas y para resolver los problemas a través de un amplio espectro de temas, con la participación de algunos de los millones de “accionistas” que tiene la relación.

Hay todavía mucho trabajo por hacer para “arreglar” los problemas y tomar ventaja de las oportunidades de la región; cada gobierno cuenta con embajadores profesionales y experimentados, así como equipos que ayudarán a guiar el trabajo durante la transición que habrá en la presidencia estadounidense. Pero, explicaciones simplistas de los problemas o de las soluciones pueden distraernos del buen trabajo en proceso y del duro trabajo que aún se requiere para atender los serios retos que vienen. Mientras Estados Unidos se alista para una transición presidencial, los dos países deberían solidificar los mecanismos y compromisos que están haciendo el duro trabajo técnico y político para mejorar nuestras economías y seguridad, así como el Diálogo Económico de Alto Nivel, el proceso de la frontera del siglo XXI, el grupo bilateral de coordinación en materia de seguridad y el foro bilateral sobre educación superior, innovación e investigación. La relación México-EU es demasiado importante para ambos países como para permitir que la retórica política estorbe.

México y Estados Unidos han trabajado duro para vencer una historia de divisiones. México y EU fueron llamados “vecinos distantes” en la década de los 80 y “el oso y el puercoespín” al iniciar el siglo por la espinosa relación, incluso después del inicio del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Pero trabajando incesantemente, y especialmente en años recientes, los vecinos norteamericanos han hecho gran progreso en construir un nuevo legado basado en la confianza y la colaboración. Los dos gobiernos han ido de señalarse mutuamente los problemas a enfocarse en dar soluciones y crear oportunidades basadas en la responsabilidad compartida.

Algunos en ambos países aún dan soluciones y explicaciones superficiales a los problemas que se enfrentan, como ha sido evidente en la campaña presidencial estadounidense. Esas prácticas son peligrosas, pero no son nuevas. Lo que es nuevo es el nivel de compromiso que ahora existe para encontrar mutuas vías de beneficios y el grado de conectividad entre nuestras economías. La relación tiene más potencial que nunca para tener una dinámica de “ganar-ganar”.

La vinculación económica es profunda. Comerciamos un millón de dólares cada minuto. México es el segundo mayor exportador al mercado estadounidense. El comercio con México es el sostén de unos 6 millones de trabajos en EU (que representan el sostén para unos 20 millones de personas) e involucran a más de 55 mil compañías. Aunque EU tiene un déficit comercial con México, un déficit que se redujo 50 por ciento entre 2010 y 2015 y el comercio bilateral creció 35%. Aún más, hasta 40% de un producto manufacturado que EU compra a México, tiene partes estadounidenses, mucho más que cualquier otro país en el mundo. Una Honda CRV que se fabrica en Jalisco, por ejemplo, posee un motor y una transmisión fabricadas en EU. Esta es una situación ganar-ganar que crea millones de buenos trabajos en EU y ahorra muchos otros al hacer que los costos de producción sean competitivos con China y otros productores internacionales. Pero, abiertamente, en las cadenas comunes de suministros e industrias integradas, un empleo creado en México ayuda a la creación de otro en EU, y viceversa.

Los viajeros y turistas transfronterizos generan miles de millones de ingresos adicionales para las comunidades locales en ambos países. Un millón de personas cruzan la frontera legalmente todos los días como parte de sus rutinas, y en 2015 más de 25 millones de estadounidenses y 17 millones de mexicanos se quedaron al menos una noche en el otro país. Estos viajes reflejan también una parte única de la relación: más de 30 millones de ciudadanos de Estados Unidos son de origen mexicano y 1 millón de estadounidenses tiene su casa en México.

Además, las recientes reformas en México han abierto una serie de oportunidades para las empresas estadounidenses. Por ejemplo , AT&T ha invertido más de 4 mil millones de dólares en el sector de telecomunicaciones de México, recientemente liberalizado, con una visión de construir una red perfecta en todos los países. Y las empresas estadounidenses están muy interesadas en invertir en los mercados de energía de nueva apertura de México. La reforma energética de México y una mayor integración energética entre Estados Unidos y México acarrean además el potencial de mejorar la seguridad energética a largo plazo para ambos países. La inversión de empresas mexicanas en EU es equivalente a la de Irlanda y Noruega. Por ejemplo, empresas mexicanas de pan, cemento y tortilla tienen amplia presencia en EU.

Teniendo en cuenta todo esto, hay que preguntar, ¿por qué poner en peligro millones de empleos en Estados Unidos y perjudicar a miles de empresas de EU mediante el inicio de un conflicto comercial con México? Y ya que algunos están discutiendo esto, es pertinente recalcar que la mayoría de los empleos en manufactura que Estados Unidos perdió fue debido a la competencia de China y a la nuevas tecnologías que reducen la necesidad de mano de obra, y no al comercio con México.

México y Estados Unidos crearon un Diálogo Económico de Alto Nivel Económico (DEAN) en 2013 para enfocar agencias gubernamentales en la generación de un mayor crecimiento de ambos países. Este diálogo a nivel de gabinete tiene docenas de temas de su programa de trabajo de la mejora de la infraestructura, los procesos y los tiempos de espera en la frontera, la regularización de la planificación de las rutas de transporte, y la armonización de normas y la regulación de energía, para fomentar un mayor intercambio entre estudiantes e investigadores, el fomento de la innovación desde ambos países , una mejor integración de las regiones fronterizas, y la construcción de cooperación para proteger el medio ambiente y combatir el cambio climático. Se mide el progreso y altos funcionarios se reúnen con regularidad para evaluar los resultados y establecer objetivos . El DEAN ha demostrado ser un marco eficaz para trabajar en los problemas y producir resultados, por ejemplo, la incorporación y el fortalecimiento del trabajo de la comisión "Frontera Siglo 21" , creado en 2010. El DEAN ha comenzado a integrar el sector privado y la sociedad civil en el trabajo, por ejemplo a través de la entrada del diálogo de CEOs de Estados Unidos y México, el Foro bilateral sobre Educación Superior, Innovación e Investigación ( FOBESII), y asociaciones de universidades.

El DEAN y sus partes constituyentes tienen mucho trabajo por hacer para ayudar a que nuestro comercio fluya con más facilidad y para reducir los costos de transacción. Miles de millones de dólares se pueden ahorrar con acciones destinadas a que el comercio fronterizo sea más eficiente. Por otro lado, nuestro potencial de crecimiento a largo plazo puede ser mejorado con más intercambios educativos y de investigación, por ejemplo. Dentro de FOBESII se ha logrado un progreso significativo en el tema de la movilidad de estudiantes, la adquisición del lenguaje, desarrollo de la fuerza laboral, y en investigación e innovación. En el marco del programa mexicano Proyecta 100.000, gobiernos y universidades mexicanas federales y estatales han enviado más de 35.000 estudiantes al año, con miras a la mejora del dominio del inglés o para participar como estudiantes de postdoctorado. Este número es más del doble que en 2013. Dado que la mayoría de los estudiantes mexicanos son los primeros en sus familias en viajar al extranjero, el programa también ha cambiado su realidad y ha tenido un impacto positivo en sus familias y comunidades. El gobierno de EU, por el contrario, ha facilitado la movilidad bajo la iniciativa Fuerte 100.000. FOBESII también ha catalizado numerosos acuerdos de colaboración entre las universidades e instituciones de investigación, con un enfoque en temas estratégicos para ambos países, tales como la fabricación inteligente, la logística y la resistencia al cambio climático en las zonas áridas. El nuevo enfoque basado en las oportunidades estratégicas comunes está tomando raíces en Estados Unidos y en las agencias de desarrollo de ciencia y tecnología de México; buenos ejemplos se están llevando a cabo dentro del sector de la energía.

Sin embargo, toda esta colaboración debe ser reafirmada y institucionalizada para obtener resultados a corto y largo plazo. La agenda de trabajo para fortalecer nuestras economías tiene que ser vista como un proceso continuo, no una cuestión a ser reinventada a cada cambio de administración en uno u otro país.

Igualmente importante es el trabajo en las agendas de seguridad y justicia. Las fronteras de nuestros países, norte y sur, necesitan estar seguras y bien manejadas. Los flujos ilícitos de drogas, personas, dinero y armas necesitan ser efectivamente contrarrestados. Los criminales deben ser llevados ante la justicia. Necesitamos también enfrentar de manera efectiva a aquellos que violan prácticas democráticas y los derechos humanos. Aunque la aplicación de la ley y la colaboración judicial se han dado por muchos años, el trabajo conjunto ha sido mucho más a fondo y significativo durante la década pasada. EU y México acordaron en 2007 trabajar juntos bajo la Iniciativa Mérida para apuntalar las capacidades mexicanas en el combate al crimen organizado y a la violencia al tiempo que se avanza en el respeto a la ley y los derechos humanos. Desde entonces, EU ha contribuido con más de 2 mil millones de dólares para este objetivo, y México muchas más veces esa cantidad. La Iniciativa se enfoca en capacitar a las corporaciones federales, estatales y municipales por medio de cientos de programas. Eso ha ayudado a elevar los estándares profesionales y sus prácticas, así como construir nuevas conexiones entre el cumplimiento de la ley y los profesionales de la justicia en ambos países. Junto con los programas de la Iniciativa Mérida, la cooperación día a día ha aumentado entre las agencias que combaten el crimen, el terror y otras amenazas.

Durante este periodo los dos gobiernos han cambiado conscientemente su retórica y pasaron de culpar “a los del otro lado de la frontera” por los problemas a hablar de “responsabilidades compartidas” para encontrar soluciones y la importancia de la “gestión coordinada” en la frontera compartida.  Además, ambos gobiernos crearon nuevos mecanismos de comunicación, de coordinación y para hacer más inteligente el comercio así como el flujo de viajeros, frenando al crimen, previniendo la violencia e incrementando la seguridad de las personas. Crearon también nuevas formas para tener más colaboración confiable, segura para ir contra las ricas y poderosas organizaciones criminales y en manejar temas que tocan fibras políticas en ambos lados de la frontera. Por ejemplo, los dos países convinieron en nuevas prácticas para manejar la repatriación de migrantes a México y crearon un grupo de coordinación para facilitar el proceso. La seguridad fronteriza se incrementó y la violencia se redujo gracias a una mejor comunicación y a un nuevo concejo de prevención de la violencia que permite un diálogo en el tema. En la reducción de la violencia fronteriza, los gobiernos han acordado desarrollar acciones preventivas conjuntas enfocadas a educar en el conocimiento del dinamismo fronterizo, su fortaleza y sus oportunidades. Asimismo han colaborado de manera cercana en el arresto de capos del narcotráfico y en los esfuerzos por identificar a potenciales terroristas. Y en una vía paralela, el diálogo México-EU en materia de defensa y los intercambios han alcanzado niveles sin parangón. Finalmente, por primera vez, las dos naciones han creado un Grupo de Coordinación de Seguridad que reúne a todas las agencias importantes para discutir la cooperación a través en temas de seguridad. En general, el grado de diálogo y cooperación se encuentra en un nivel sin precedente.

Sin lugar a dudas, aún hay mucho por hacer, pues el crimen y el tráfico en todas sus manifestaciones continúa en niveles inaceptables. Las autoridades necesitan profundizar su cooperación para identificar y detener a sospechosos que cruzan o buscan cruzar las fronteras, sean terroristas potenciales o traficantes de drogas, dinero o personas. Las autoridades necesitan mejorar y apresurar la recolección y el compartir información (incluida la biométrica), por ejemplo. Debemos lograr mucho más en el combate a la producción de heroína en México, al embarque a través de ambos países y a la adicción epidémica de opiáceos que se da en Estados Unidos.

El flujo de migrantes hemisféricos también necesitan ser mejor manejados a través de la región, pero el reto no es como se describe en EU en los discursos de campaña. Los hechos han cambiado: de 2009 a 2014 ha sido mayor el número de mexicanos que salió de EU del que entró. Y en 2015 el número de detenciones fronterizas registró una baja histórica. La mayoría de los migrantes hoy en día son centroamericanos que cruzan México en su camino al norte para escapar de las bandas criminales y de la pobreza. México y EU necesitan ahondar la colaboración para dar un trato digno a estos migrantes, en lugar de las propuestas de gastar miles de millones de dólares para construir un muro que mantenga a los mexicanos fuera de EU. Si se quiere un mejor trabajo para detener a traficantes o migrantes, se puede usar la tecnología y la cooperación, en lugar de un costoso y enorme muro.

Crimen, corrupción e impunidad y el respeto a los derechos humanos permanecen como serios retos en México. Afectan la imagen del país en Estados Unidos y nuestra cooperación. Pero la realidad esperanzadora es que hay una significativa presión popular en México que empuja hacia el progreso en todas esas áreas. México está en medio de una amplia reforma de su sistema judicial, que tomará años completar pero la cual promete mejores resultados si es bien implementada. El Congreso de México acaba de pasar un paquete de leyes anticorrupción después de una vigorosa campaña de la sociedad civil y el sector privado que demandaban cambios. Los actores principales en búsqueda de estas reformas y los cambios que vendrán son totalmente impulsados por mexicanos. Los gobiernos de EU y México han establecido los canales para un efectivo y franco diálogo incluso en los temas más sensibles y hay muchas formas en las que EU puede apoyar a organizaciones civiles respetando la soberanía mexicana. Los dos gobiernos han creado rutas para tratar desacuerdos, las cuales pueden usarse más bien para forjar rutas hacia el progreso.

Estas rutas y mecanismos de colaboración necesitan fortalecerse y preservarse. La visita del presidente Peña Nieto a la Casa Blanca debe dar señales de que los dos países se mantendrán trabajando en una agenda común en los meses que vienen y de que los mecanismos bilaterales están listos para continuar el trabajo una vez que una nueva administración llegue a la Casa Blanca.

Ex subsecretario para América del Norte de la SRE y ex embajador de EU en México

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