Los Abogados actuales desarrollan destrezas que no se contemplaban hace una década, cuando aún no se aplicaba el nuevo sistema de justicia penal. Actualmente, un buen Abogado requiere:

  • Mentalidad racional y lógica. Debe ser capaz de generar hipótesis lógicas, sin que se perciban baches pronunciados o incongruencias en su narrativa. Es capaz de volver creíble lo caótico o absurdo al estructurarlo de una manera racional. Al cambiar el sistema de justicia a uno oral, las estructuras predeterminadas por formatos ahora dan paso a historias que requieren validez y veracidad. Cualquier elemento descontextualizado, exagerado o fantasioso rompe con la credibilidad requerida para exponer un caso.

  • Capacidad de simplificación y sencillez. Los casos rebuscados no generan credibilidad ni buenos juicios. Las narrativas donde se empalman hechos y aquellos donde emergen contradicciones son automáticamente desechados por las cortes. Hasta las historias más complejas deben simplificarse para volverse asequibles, comprensibles y veraces para los jueces y opinión pública. La veracidad es simple.

  • Detallista. Ser minucioso en la manera de relatar un hecho, también incide en que se detectarán fallas, contradicciones y errores en el relato de la contraparte. Asimismo, la incongruencia o pieza faltante representará nuevos enfoques que repercutan en la credibilidad de la teoría del caso presentada en el juicio.

  • Capacidad de enfatizar la realidad. Cuando ya se tiene la historia escueta, simple, entendible y lógica, es momento de presentarla de una manera atractiva que incida en la percepción de los hechos a favor del cliente. El Abogado debe cuidar desde la manera en que se relata la historia hasta en qué y cómo remarcar determinadas circunstancias.

  • Ser altamente ético. Un buen Abogado sabe que la forma es fondo, por lo que evita humillar, burlarse o ser sarcástico con su contraparte. Sabe que la agresividad “resta” reputación en la corte. Asimismo, evita malas prácticas que dañan el actual sistema de justicia que busca la transparencia y justicia.

  • Observador. Se relaciona con el carácter detallista. Es una cualidad en la que la atención a todo el proceso brinda la oportunidad de detectar incongruencias, leyes mal interpretadas, malicia e incluso ruptura de la cadena de evidencias.

  • Planificador. Generar planes alternos. Construir escenarios distintos implica no sólo no dejar nada al azar sino crear caminos nuevos para acceder a los mejores resultados de acuerdo a las variables que se presenten.

  • Amplia cultura. Conocer ideologías, prácticas y costumbres de diferentes materias logra generar las narrativas más sólidas para ganar un juicio. Las multihabilidades de un Abogado son sus ideas.

  • Dominio de la comunicación. Saber expresarse correctamente tanto en forma verbal como no verbal es un gran plus con el nuevo sistema de justicia penal. Y resulta imprescindible, asimismo, el saber escuchar. De este arte pueden lograrse valiosas implicaciones para mostrar incongruencias y contrasentido.

  • Negociador. Esta característica tal vez debió ser la inicial. Un buen Jurista sabe negociar, generar acuerdos, buscar las mejores soluciones para ambas partes. Un buen Abogado no es azuza pleitos. Es un agente de concordia que busca el ganar-ganar.

En sí, el Abogado actual se convierte en un catalizador del acuerdo, la justicia y transparencia. Lucha en el día a día con las viejas prácticas y asume roles más humanistas e íntegros. Así, cada parte del juicio se reviste de mayor credibilidad y sentido.

El futuro apunta a un Jurista identificado con la veracidad y justicia, más que con el ganar a como dé lugar la posición de su cliente. Hoy iniciamos una era de transparencia en la impartición de justicia, pero también de armonía entre puntos de vista diametralmente opuestos. Hoy la legalidad tiene que ver con el respeto y la integridad.

Rector del Colegio Jurista

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