Por Ghalí Corona 

Llueva, truene o haya un plantón de la CNTE, como ahora, la gente va a la Ciudadela y sus alrededores para moverse al ritmo del… ¿danzón? Sí, pero no es lo único. Ahí, a un lado de la Biblioteca de México, entre las casas de campaña, está "El gallo", quien a sus 85 años arrasa en la pista de asfalto cuando baila "Grande de caderas", de Mike Laure, mejor conocido como "El rey del trópico".

Viste un jersey de los delfines de Chicago, pantalón de vestir y sus brazos están llenos de pulseras de colores. Adorna su cabeza una gorra negra con plumas rojas. "Mira, aquí llevo a la Virgen de Guadalupe", se la quita y me enseña el interior. "¿Me vas a tomar foto?" Sonríe y líneas de arrugas recorren su cara. Mira de reojo. Al final cubre su cara con una máscara de luchador.

  1. "El gallo" dice conocer desde chiquito la Ciudadela. Siempre ha vivido en el centro; creció junto a la ciudad. "Cuando estaba así -en eso pone su dedo índice a la altura de la cadera- ya andaba por aquí. Sí, sí, sí, nomás que antes había más salones para bailar bien a gusto". Ahora los músicos de aquéllos años tocan ahí.
  2. Forma parte del grupo de baile que inició la señora Carmen Castillo en 1996, cuando en la Plaza del Danzón (que también es plaza de la salsa, cumbia y huaracha) las primeras parejas abrieron la pista y comenzó la tradición de mover los pies en ese lugar.
  3. No cobra por enseñar a bailar, pero hay quien sí. Para él sólo es necesario dejarse llevar por el ritmo y, eso sí, entrarle a la coperacha para el sonido y las lonas. En otros casos, la cuota por hora de clase va desde los $10 hasta los $50
  4. "Aquí viene de todo, casi siempre nomás los de mi edad, pero, pues... está variadito". Su amigo Alberto León dice: "Yo soy chavo de la calle. Me dedico a recoger cartón, aquí está mi carrito. Aquí ando siempre". Ambos coinciden en que hay de todo, pero no faltan los pachucos y las damas con los labios rojos y una flor en la cabeza. A veces "le caen" los extranjeros que dicen saber de la fama de la Plaza del Danzón.

En estos días van menos personas. Las plazas de la Ciudadela y del Danzón están invadidas por los maestros y el parque al otro lado de la biblioteca está ocupado los fines de semana: hay un tianguis de carritos de juguete. La costumbre no acaba y aunque muchos van a la Alameda, el deportivo Oceanía y Coyoacán, "El gallo" seguirá puntual a su cita de cada fin de semana en la Ciudadela.

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