En una entrevista concedida a Tom Friedman, del NYT, Obama pide no ser juzgado por cosas no negociadas en el acuerdo con Irán, como por ejemplo su comportamiento agresivo hacia ciertos vecinos, o su apoyo a ciertas organizaciones consideradas terroristas. Obama pide ser juzgado en términos de si el acuerdo logra alejar a ese país de una bomba nuclear en los próximos 10 años o no. Eso es lo que él pide. Sin embargo, lo que ha sucedido en los últimos 20 meses entre Irán y las potencias, especialmente entre Irán y EU, rebasa con mucho el tema nuclear. Al menos eso es lo que perciben los muchos rivales y enemigos que Irán tiene y quienes por cierto, quizás están mucho menos preocupados de lo que pasará dentro de 10 o 15 años, que de lo que está ocurriendo ahora mismo, aunque la narrativa esté siendo dirigida en otra dirección. La realidad es que el acuerdo que ha sido firmado esta semana se viene a sumar a una serie de circunstancias que están tendiendo a fortalecer la posición de Irán en la región. No mañana, sino hoy. Y ese es su temor.

En efecto, hacia el futuro, los grandes enemigos de Irán como Israel o Arabia Saudita, consideran un riesgo el que el programa nuclear iraní haya sido finalmente legitimado -con una gran cantidad de restricciones por los próximos años, pero legitimado al fin- lo que, de consumarse sus sospechas, podría colocarles ante potenciales desbalances estratégicos hacia adelante. Pero eso no ocurrirá sino hasta dentro de varios años, y aún entonces, habría que verlo.

Mucho más cerca de hoy, en cambio, hay circunstancias que se están sumando y que resultarán en un Irán enormemente fortalecido en el corto plazo. Estas son algunas de ellas:

1.  Todas las sanciones que han sido impuestas a Teherán serán levantadas, con lo que se espera un importante repunte en la economía de esa nación. El correlato de esto es que habrá más recursos para que Irán desarrolle armamento (convencional), o bien, lo adquiera tras el levantamiento del embargo en 5 años. De igual manera, habrá más recursos para apoyar a actores locales como Hezbollah o como Hamás -enemigos de Israel- o como los Houthis -a quienes Arabia Saudita combate en Yemen- y por tanto, mayor potencial para generar inestabilidad en los sitios donde Irán lo desee.

2.  Se ha establecido un importante canal de comunicación entre Teherán y Washington, además de una muy notoria cercanía entre la administración Obama y el presidente Rohani, a pesar de los muchos temas que enfrentan a estas dos potencias, con lo que la Casa Blanca teóricamente ahora podrá voltear hacia otras regiones y conflictos en el mundo como Ucrania, o Asia, en donde su atención le es prioritaria. En otras palabras, Washington se deshace del obstáculo de tener que contener a Irán, e Irán se deshace del obstáculo de tener que lidiar con la contención de Washington.

3. Desde el inicio del combate a ISIS o “Estado Islámico” por parte de Estados Unidos y otras potencias, quedó en evidencia que dicho combate era inviable si Obama pretendía hacerlo como lo planteaba. La “degradación” de ISIS, si acaso, podría materializarse únicamente con el apoyo político y militar de Irán. Hoy el tema es aún más claro: la relación de cercanía que se viene forjando entre Washington y Teherán permite la colaboración de facto entre estas dos potencias para combatir a ISIS -aunque esta colaboración no sea reconocida- sobre todo en Irak, pero también en Siria. La mayoría de las victorias que se han conseguido en contra del “Estado Islámico” en Irak, incluida la importantísima recaptura de la ciudad de Tikrit, se han dado gracias a la participación de las milicias chiítas armadas, entrenadas y financiadas por Irán, y apoyadas por personal iraní de élite. En este mismo instante, en las operaciones para la recaptura de la provincia de Anbar de las manos de ISIS, las mismas milicias chiítas financiadas por Irán están apoyando al ejército iraquí y a las milicias sunitas, y todos esos actores operan bajo el resguardo de los bombardeos aéreos estadounidenses.

4.  En Siria, la milicia libanesa de Hezbollah, también fundada, armada, financiada y entrenada por Irán, sigue combatiendo a lado de Assad en contra de las milicias que apoyan y financian Arabia Saudita, Turquía y Qatar. Assad ha sufrido importantes derrotas en este 2015 pero es evidente que el presidente sirio, quien sigue recibiendo todo el respaldo de Teherán, conserva una gran capacidad de resistencia. También es evidente que si alguien está pensando en alguna salida negociada a esta guerra civil que ya lleva cuatro años, ello no ocurrirá, bajo el entorno actual, sin que el papel de Irán sea seriamente considerado. Incluso el discurso de Washington al respecto ha tenido que ser ajustado.

El resultado neto de todos esos factores es un importante fortalecimiento de la situación de Teherán en toda su esfera de influencia. Como consecuencia, lo que podríamos ver a continuación por parte de los enemigos de Irán, especialmente Israel, Arabia Saudita y Turquía podría incluir acciones como: (a) Estrategias para debilitar la posición política interna de Obama al respecto del acuerdo pactado con Teherán, sumándose para ello a las muchas voces que ya están golpeando al presidente en el seno de su propio país. Es difícil que estas estrategias consigan que el Congreso eche para atrás los acuerdos con Irán. Sin embargo, es probable que a medida que se acerquen los tiempos electorales, se irán generando cada vez más presiones para endurecer la posición estadounidense al respecto de Irán en muchos otros temas, (b) Estrategias que buscarán reventar el acercamiento entre la administración Obama y el presidente iraní Rohani, a través de tensar la cuerda en zonas donde Washington y Teherán pueden tener intereses en franco enfrentamiento, especialmente Yemen y Siria. Veremos la intensificación de alianzas de países como Arabia Saudita y Turquía para generar la mayor cantidad de problemas posibles entre EU e Irán y así, exhibirles como actores en conflicto, (c) Estrategias que buscarán aislar a Washington, o limitar su papel en Medio Oriente a través de la formación o fortalecimiento de alianzas, esencialmente entre países sunitas, y/o (d) Estrategias de proliferación nuclear y el potencial robustecimiento de carreras armamentistas. A pesar de que el resultado del acuerdo es el límite temporal al proyecto nuclear iraní, es probable que rivales de esa potencia como Arabia Saudita utilicen su posible adquisición de capacidad nuclear como herramienta de presión y represalia.

De modo que cuando los discursos políticos y los medios de comunicación nos hablen de las centrífugas o del uranio enriquecido, y cuando escuchemos las discusiones en torno a si Irán podría armar una bomba en tres meses, en nueve meses o en un año, entendamos que lo que hay en juego es lo que menos está siendo discutido, y que ello tiene que ver mucho menos con el 2025 y mucho más con el 2015.

Analista internacional.

@maurimm

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