Durante 2016 recorrí de nuevo todo México. Escuché a líderes empresariales, líderes indígenas, al estudiante de preparatoria, al universitario, a la gente del campo y de la ciudad, y sobre todo al ciudadano de a pie. Es el ciudadano que te encuentras en una taquería y te comenta su sentir sobre el país. Todos coinciden en una voz: no se trata de un salto al vacío de la demagogia y del odio, sino que México requiere un cambio con visión, con responsabilidad y con certeza.

Hoy se nos quiere hacer creer que todos nuestros males vienen de afuera, pero antes de Trump ya teníamos una economía estancada, pobreza en aumento, impuestos que castigan la inversión y el trabajo y un gobierno que gasta mal. Antes de Trump ya teníamos de regreso la deuda y la devaluación, dos palabras que hoy vuelven a castigar a las familias. Desde hace mucho, México está indignado por la corrupción y la impunidad, sobre todo la ligada a la estructura del poder.

Hoy, los mexicanos sienten una profunda incertidumbre económica. Les preocupan los aumentos de precios y la devaluación del peso. Les preocupa su empleo, sus familias. Por eso, necesitamos cambiar el rumbo de la economía. Hay que revisar el presupuesto y eliminar dispendios como el gasto en publicidad del gobierno y en partidos políticos. El dinero debe ir a salud, educación, infraestructura y seguridad. Necesitamos un gobierno que deje trabajar a quien emprende e invierte; quitar regulaciones y trabas, revisar los impuestos. Porque entre la recaudación, el crecimiento y la competencia, prefiero crecimiento y competencia. Hay que encontrar formas de fortalecer el ingreso de los mexicanos, porque una economía más fuerte es una economía más justa.

Los mexicanos sienten las amenazas que vienen del próximo gobierno de EU, sobre todo la sensación de no estar preparados. Necesitamos un gobierno firme, acompañando a empresarios decididos, con una sociedad unida. Hay que defender con todo a nuestros paisanos. Debemos prepararnos para que, si tuvieran que regresar, podamos aprovechar su talento, su espíritu emprendedor y su experiencia. También necesitamos una estrategia para defender nuestra economía. México exige altura de miras y más responsabilidad. Frente a Estados Unidos, debemos actuar con inteligencia, firmeza y dignidad.

Finalmente, frente al miedo que provoca la inseguridad, necesitamos autoridades que tengan un compromiso real con la solución al problema. El gobierno abandonó las instituciones de seguridad y de justicia. La Policía Federal, por ejemplo, no ha recibido un claro respaldo de fortaleza. Se trata de darle dignidad a la vida pública, empezando por la reconstrucción y recuperación de la confianza en policías, ministerios públicos y jueces para que los delincuentes estén en la cárcel; que los ciudadanos caminen libremente en las calles, que los policías y fiscales protejan a la gente, eso permitirá que suceda lo que por supuesto quiero, que nuestros soldados y marinos regresen victoriosos y dignos a los cuarteles. He visto cómo se juegan la vida por nuestra seguridad. Sólo seremos un pueblo seguro y libre cuando el cumplimiento de la ley sea nuestra normalidad de vida y haya gobiernos claramente comprometidos con la legalidad, alejados de la corrupción.

México es un gran país. Creo en una forma distinta de hacer política: con dignidad, con ética y con amor por México. Una forma distinta de hacer política, con verdadera vocación de servicio. Una forma distinta de hacer política, con la divisa de hablar siempre con la verdad, actuar con integridad y cumplir y hacer cumplir la ley. Somos más los mexicanos que creemos que hay formas distintas de hacer política, que creemos que no es necesaria ni la manipulación de la ley, ni el abuso de un puesto, ni la compra con dinero para poder mover almas y voluntades.

Abogada

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