La llegada de EL UNIVERSAL a su primer centenario con un liderazgo afianzado —lo mismo en circulación impresa que en descarga electrónica— confirma una tendencia global que permite establecer la ventaja que han aprovechado algunos diarios con arraigo y prestigio de un siglo y más para posicionar y reafirmar sus sitios en internet. Las marcas periodísticas establecidas y las cabeceras (o cabezales) con historia se asocian a contenidos fiables y de calidad y eso repercute positivamente en el poder multiplicador de la convergencia y en su éxito en la red, de acuerdo a Chris Lloyd, uno de los artífices de la exitosa transición multimediática del más que sesquicentenario Daily Telegraph, del Reino Unido.
Con poco más de dos décadas de búsquedas realizadas por las antiguas y las nuevas, las grandes y las pequeñas empresas informativas del planeta, hoy se podría afirmar que si bien no hay un modelo único de estructura, organización, contenidos y negocio que garantice la solvencia del diarismo en el mercado digital, hay una serie de experiencias planetarias, entre las que se cuenta la de este diario mexicano, de las que se pueden obtener lecciones y guías que podrían facilitar la exploración de cauces para el desarrollo del ciberperiodismo en convergencia con las demás plataformas de emisión de noticias y opiniones.

Aunque publicado hace ya ocho años —una eternidad en estos tiempos de desarrollo acelerado de estas tecnologías— perdura un importante acierto del libro de Ramón Salaverría  y Samuel Negredo, de la Universidad de Navarra, Periodismo integrado. Convergencia de medios y reorganización de redacciones. Ellos proponen analizar los cambios relacionados con la llamada convergencia, distinguiéndola de la integración. La convergencia es el método: un proceso dinámico, multidimensional (tecnológico, empresarial, profesional y de contenidos). Es el camino que conduce a lograr el fin. Y este fin es  la integración de los diversos soportes que convergen en la nueva  empresa informativa.

Acaso la clave del éxito de los buenos planes de convergencia está en la disposición de los medios no  sólo a cambiar la naturaleza de los productos informativos que nacen con internet, sino, algo fundamental para elaborarlos: la capacidad para cambiar los procesos de producción, sostienen estos autores. O, para decirlo de manera más obvia, aunque no siempre bien asimilada: nuevos productos exigen nuevos procesos y una nueva organización de la producción.

El libro recoge los casos de  ocho medios de referencia que han transformado su organización y funcionamiento en su tránsito a la inserción en el nuevo universo multimedia, por naturaleza, hipertextual, interactivo, personalizado y en actualización permanente.  Ahora parece no haber alternativa, pero hace dos décadas no era tan claro que la pasividad o la resistencia al cambio no eran opciones ante el irrefrenable aumento de los costos de producción de los periódicos tradicionales; la caída inexorable de la circulación y de la inversión publicitaria impresa en papel; la desaparición de puntos de venta y el aumento de la competencia  por la proliferación de nuevos medios con formas de organización y producción mucho más ligeras, innovadoras y económicas.

Mención aparte merece la competencia de las llamadas redes sociales, con alguna frecuencia autoalimentadas en versiones noticiosas y opiniones elaboradas sin costo y sin sustento informativo, pero en ocasiones eficaces en su cuestionamiento a las versiones de las empresas informativas establecidas. Pero las más de las veces la conversación de estas redes empieza a partir de la información y de las opiniones publicadas en los sitios digitales de los medios, con lo cual terminan favoreciendo el tráfico de estos últimos.

Cambio de estructuras mentales y arquitectónicas
 Salaverría y Negredo se explayan en la experiencia del diario británico The Daily Telegraph, fundado en 1855, es decir, con más de 160 años a cuestas. Se trata de un caso paradigmático porque su incursión al periodismo multimedia, con su modelo de convergencia-integración, supuso un cambio radical: desde la estructura mental de directivos y operadores hasta la configuración física de la nueva redacción.

También es paradigmático este caso porque su estudio comprende prácticamente todas las motivaciones, los objetivos y los métodos de las transiciones de otros periódicos centenarios, didácticamente procesados por los autores a partir de testimonios de los artífices de estos cambios.

Ahora está claro para toda empresa informativa que están en retirada los consumidores de comunicación que se conforman con leer un impreso por la mañana y ver pasivamente un noticiero de televisión por la noche. Y que cada vez es mayor la expectativa general de contar con información en todos los soportes y a toda hora en que se quiera o se necesite consultar. Hoy todo el que pretende competir en este mundo sabe que “hay que darle a la gente lo que quiere, cuando lo quiere y en la forma que quiere”, como lo plantea otro actor de estas transformaciones.
En cuanto al cambio requerido de estructuras mentales, acaso una de las lecciones más importantes para los medios de los espacios en expansión del inglés y el español, radica en el imperativo de no perder de vista la vocación global del ciberperiodismo y la ventaja que llevan los medios capaces de elaborar productos de calidad e interés que trasciendan lo estrictamente local o que sean capaces de agregarle valor  de interés gobal a lo local. Hace dos décadas era comprensible que el directivo de un periódico colombiano invirtiera en la versión digital del diario para que los colombianos en el exterior leyeran sus contenidos domésticos. Pero hoy parece menos comprensible el exceso de cotilleo provinciano, expresado en claves  indescifrables fuera de la tribu, en las plataformas digitales de alcance global de algunos de los más jóvenes diarios mexicanos.

Nada que ver con la extensión a las nuevas audiencias sin fronteras lograda por modelos exitosos como el del Daily Telegraph en el Reino Unido y el Washinton Post en Estados Unidos. Pasar de centrarse en lo impreso, con todas sus limitaciones, a concentrarse en las audiencias con el alcance sin límites que ofrecen  todos los soportes disponibles es un cambio cultural mayor, como lo sugiere el responsable del proyecto de convergencia del Telegraph Media Group, el ya citado Chris Lloyd. Con esa mentalidad, su sitio web alcanza un incremento anual de 71% en la audiencia mensual y un incremento anual de 126% en la audiencia global.

El desafío de The Washington Post a The NY Times
Con sus casi 110 años de vida, en el mismo sentido transitó el Washington Post desde que fue comprado por el dueño de Amazon, Jeff Bezos. Sus visitantes únicos han aumentado  62%. Y lo que puede ser más trascendente: el diario puso a disposición de un centenar de periódicos locales su contenido en línea para impulsar su distribución digital. Y estos nuevos lectores, junto a los cerca de 1.7 millones de visitantes únicos mensuales en Europa y su equipo de ventas en Londres, han conseguido que el Post deje de ser un periódico local. Ofrecer soluciones tecnológicas a otros medios, como lo hace esa empresa, puede significar un punto de inflexión importante, observaba a principios de este año la especialista Miriam Garcimartin, quien también da cuenta de la reconfiguración de la arquitectura impuesta por Bezos a la nueva sede del diario de la capital estadounidense, con miras a resolver la ecuación convergencia-integración al estilo americano: “The Washington Post Live Center no ha sido diseñado para el año 2016, sino pensando en el Post del siglo XXII”, escribe Garcimartin en el sitio media-tics.com

De esta manera, el Post superó en diciembre de 2015 a The New York Times en número de visitantes únicos a su web, con 76 millones, según ComScore. Este crecimiento se ha producido tras la renovación de su web y de sus aplicaciones móviles, su publicación en medios sociales, como Facebook, y estrategias colaborativas con Amazon y con periódicos más pequeños.  El Post se transforma ahora  en una compañía mediática y tecnológica a partes iguales, que lucha por arrebatar a The New York Times su papel como referente de todos aquellos medios que se encuentran en plena transición a la era digital, concluye Garcimartin.

A su vez, con 161 años de vida The New York Times vio caer su circulación en papel, la inversión publicitaria en sus páginas y sus utilidades por los primeros tres lustros de la incursión al mundo digital de los diarios tradicionales, sin acertar a poner en marcha una estrategia de negocio para su versión electrónica. El cambio se empezó a dar hacia 2011 cuando empezó la venta de anuncios online y la venta de suscripciones digitales, con una variedad de planes que giran sobre la oferta de acceso a su  impresionante y bien organizado archivo histórico.

Ya para el primer trimestre de 2014, el informe presentado por el Times sobre los resultados conseguidos señalaba avances en su transición digital. Pero aunque los ingresos de este soporte aumentan 18% año tras año, los ingresos globales han seguido a la baja porque el número de lectores de la edición impresa continúa cayendo drásticamente, a pesar de haber bajado los precios del ejemplar. Para el segundo trimestre del mismo año, el diario acusaba una aguda caída de los beneficios y el descenso de los ingresos por publicidad superaba a las suscripciones digitales. Pasaron de 20.1 millones de dólares en 2013 a 9.2 millones en 2014. En estas condiciones, para 2015, el empresario mexicano Carlos Slim se convertía en el principal accionista individual del Times, con casi 17% de las acciones comunes clase A, tras adquirir 15.9 millones de acciones a cerca de la mitad de su precio en el mercado, a cambio de un préstamo por unos 250 millones de dólares otorgado en 2009. Pero la competencia con el Post no ha terminado. Una nueva nota de optimismo llegaba en 2015 con el anuncio de que la edición digital del periódico neoyorquino alcanzaba el millón de suscriptores.

EL UNIVERSAL, líder en Iberoamérica
Este mes apareció Ciberperiodismo en Iberoamérica, un nuevo libro de Ramón Salaverría, el mismo profesor de la Universidad de Navarra que en 2008 publicó con Samuel Negredo, el antes comentado Periodismo integrado. Convergencia de medios y reorganización de redacciones. El nuevo libro, que se puede leer en la red, revisa las vicisitudes de las transiciones digitales de los periódicos de los 22 países de América Latina y la península ibérica. El autor de la introducción, académico de la Universidad de Texas y director del Centro Knight para el Periodismo en las Américas, el brasileño Rosental Alves, destaca el caso del más que centenario Jornal do Brasil, nacido en 1891, que a punto de cumplir los 120 años, en 2010, se covirtió en un diario sólo digital.

Pero el libro valora el caso de EL UNIVERSAL, que este 1 de octubre está cumpliendo sus primeros cien años, con la siguiente descripción:

EL UNIVERSAL es tal vez el caso más interesante de diario digital, si se tiene en cuenta que es de libre acceso, actualiza constantemente la información en una conocida sección denominada «Minuto a minuto» y posee un recurso fundamental para su supervivencia económica: la sección «Aviso oportuno». Dividida en diferentes ofertas de bienes muebles, inmuebles y servicios diversos, esta sección concentra un alto porcentaje del total de la publicidad en periódicos referida a esos rubros y según informa el propio periódico, un buen número de las visitas que recibe están relacionadas con estos anuncios que, aseguran, concentran casi  80% de ofertas similares en otras publicaciones diarias. En 1996 modificó su diseño en la versión impresa, y apenas un año más tarde anunció la creación de una empresa subsidiaria (El Universal on line), destinada a manejar el formato en línea, en tanto que en 2001 experimentó otra renovación informática, siempre con la meta de ofrecer un periodismo más interactivo. Es posible afirmar que EL UNIVERSAL pone su energía en dos metas: actualización continua de la información y avisos oportunos, aspectos que le permiten situarse como uno de los de mayor impacto en el país, tanto que ante sucesos imprevistos la mayor parte de los lectores consulta a este periódico.

Director general del Fondo de Cultura Económica

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