¿Sabe usted, querida lectora, querido lector, por qué ese pueblo de Michoacán se llama “del Canje”? Por un episodio de la guerra de Intervención francesa y del Imperio de Maximiliano, que se festeja año tras año. Justo en esos días se celebra el 150 aniversario del famoso “canje” y con tal motivo la Secretaría de Cultura de Michoacán ha traducido y publicado un hermoso librito de caricaturas firmado por el belga Michel Provost e intitulado Tacámbaro, las aventuras de Remi Tambor.

¿Por qué Tacámbaro, por qué Acuitzio? Todo empieza en Tacámbaro, en los combates que opusieron las fuerzas belgas imperiales al ejército liberal, el 11 de abril de 1865. Los trescientos soldados belgas y cincuenta mexicanos del regimiento de la emperatriz opusieron una desesperada resistencia a los generales Nicolás Régules, Riva Palacio, Pueblita y sus tres mil hombres, hasta agotar parque y víveres y entregarse a la misericordia del generoso vencedor que no mandó fusilar a nadie, en una época de guerra sin cuartel. El mayor Tydgadt se había atrincherado en la plaza, la iglesia y el atrio, protegido por una pared de dos metros de altura. El 11 al amanecer fue atacado por todos lados, tres veces. No contentos con repelar el asalto, los belgas salieron y cargaron a la bayoneta. Al final tuvieron que concentrarse en el templo y resistieron cuanto pudieron, aguantando la muerte de todos sus jefes, uno tras otro: Tygdadt, Chazal (hijo del ministro de guerra de Bélgica), Delannoy. Los liberales incendiaron las casas de la plaza y la iglesia que defendían con terquedad los imperiales. Las fuentes de la época nos dicen que al rendirse, eran 197 los sobrevivientes. Quedaron prisioneros sin sufrir malos tratamientos gracias a la llegada del general Arteaga que prohibió fueran fusilados.

El coronel francés De Potier salió en persecución de los liberales que se dispersaron; después de varios días de persecución, alcanzó y derrotó a Régules, sin que eso borrara el efecto moral del desastre sufrido por los belgas. Además Régules siguió en sus correrías por Michoacán. Manuel Rivera Cambas, en su Historia de la Intervención (1890) cuenta que algunos presos belgas quedaron al servicio personal de los jefes republicanos, otros fueron acuartelados en Zirándaro donde sufrieron mucho a causa del clima, dormían a la intemperie y el real diario que les daban apenas les alcanzaba para no morir de hambre. Fueron empleados en fabricar parque y material de guerra. Su suerte preocupaba de sobremanera al gobierno belga que se valió de los buenos oficios del barón de Magnus, ministro plenipotenciario de Prusia que había sido diplomático en Bruselas. Además la emperatriz Carlota quedó legítimamente conmovida por la muerte y el cautiverio de sus compatriotas. Presionado por la opinión pública y por las familias de los soldados presos, el gobierno belga, a través de Napoleón III, le pidió al mariscal Bazaine intervenir para liberar los prisioneros de guerra.

Hacerlo por la fuerza era impensable. Bazaine optó por la negociación con el general Vicente Riva Palacio y se logró el famoso “canje” de belgas contra mexicanos republicanos. En el pueblo de Acuitzio, siete oficiales y ciento ochenta soldados belgas recobraron la libertad. Algunos habían muerto a consecuencia de sus heridas o de enfermedad. Así Acuitzio adquirió el calificativo de Acuitzio del Canje y celebra cada año, más que la victoria conseguida en Tacámbaro, el acto humanitario de un Riva Palacio, que a diferencia de muchos jefes imperiales, franceses, republicanos, no se vengaba sobre los infelices presos.

Esa generosidad suscitó en Bélgica un amplio movimiento de oposición a la participación de tropas belgas en la intervención francesa y defensa del Imperio.

Investigador del CIDE.

jean.meyer@cide.edu 

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