En la lucha ajedrecística, cuando se comete alguna imprecisión o se cae en un error, no sólo se pierde ventaja, tiempo o espacio, sino también sobreviene una especie de mortificación de la conciencia. No es raro que una mala jugada provoque enfado consigo mismo, lo que puede durar varios minutos, horas o días. El filósofo Arthur Schopenhauer decía: “En general, toda inconsecuencia, toda improvisación, todo acto contrario a nuestros proyectos, a nuestros principios, a nuestros convencionalismos de cualquier especie, y hasta toda indiscreción, toda torpeza, toda bobada, dejan tras de sí un gusano que nos roe en silencio, una espina clavada en el corazón.” Es lo que se siente en el juego ciencia después de haber incurrido en un error.

El escritor George Steiner, en su libro, Campos de fuerza, dice: “A diferencia de cualquier otro juego, o forma de combate, las derrotas en el ajedrez persiguen al ego hasta su más recóndita guarida.” De ahí que todo jugador debe aprender a controlar y a soportar ese malestar.

Ante el tablero nadie, ni siquiera el campeón del mundo, está libre de cometer errores, los que generalmente se deben a raciocinios equivocados, apremios de tiempo o descuidos. Pero una de las virtudes del juego ciencia es que también motiva a buscar las causas del error y a corregirlo.

El escritor irlandés George Bernard Shaw (1856- 1950) dijo: “Los hombres se equivocan más a menudo por ser demasiado listos, que por ser demasiado buenos.” Así, en la lucha ajedrecística hay que estar dispuesto a equivocarse sin que ello implique remordimientos ni desánimo. El pensador Confucio, en El libro de Mencio, dice: “El hombre virtuoso es como el arquero: se pone en posición correcta y dispara. Si al disparar no da en el blanco, no murmura contra los que le superan, sino que se vuelve a sí mismo a buscar el error.” Es la mejor manera de rectificar, aliviar la conciencia y olvidar el mal paso.

Partida del Campeonato de Noruega. Las blancas fincan su estrategia en la obtención de un final con mayoría de peones. Las negras ceden el centro y debilitan su flanco de rey, por lo que pierden la calidad, sus trebejos y la partida.

Blancas: Viswanathan Anand (2804)

Negras: Jon Ludwig Hammer (2677)

Stavanger, Noruega, junio 24 del 2015

Apertura inglesa (Eco A20)

1.c4 e5 2.g3 Cf6 3.Ag2 d5 4.cxd5 Cxd5 5.Cc3 Cb6 6.d3 Ae7 7.Ae3 0–0 8.Tc1 f5 9.Cf3 Cc6 10.0–0 Ae6 11.b4 a6 12.a3 Rh8 13.Ca4 Cxa4 14.Dxa4 Ad5 15.Ac5 Ad6 16.Dc2 Df6 17.e4 Ae6 18.exf5 Axf5 19.Ae3 a5 20.b5 Ce7 21.Ag5 Df7 22.Dc3 h6 23.Axe7 Dxe7 24.Ch4 Axa3 25.Axb7 Axc1 26.Cxf5 Txf5 27.Axa8 Aa3 28.Dxa5 Ac5 29.Ae4 Tf8 30.Rg2 Dd6 31.h4 h5 32.Dd2 Df6 33.De2 g6 34.Axg6 Dxg6 35.Dxe5+ Rg8 36.Dxc5, rinden negras, 1-0.

rjavier_vargas@terra.com.mx

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