Minucias

El futuro es el lugar más cómodo para colocar los propósitos de enmienda.

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Nada es “yo”. Todo es “Yo”.

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¿Por qué no suponer: vivo seré “esto”; al morir seré “aquello”?

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¿En cuántos sentidos y sueños seguimos siendo el monstruito —“polimorfo perverso”, lo llamó Freud—, que éramos de niños, y que tanto halaga nuestro corazón?

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Desconfiad de las primeras palabras de un gobernante: siempre serán falsamente optimistas.