Los mexicanos y la mitad de los estadounidenses estamos azorados por los resultados de su elección: elegir a un personaje que significa el pasado y la cerrazón en un país que enarbolaba el futuro y la apertura es, por lo menos, paradójico, aunque hasta cierto punto entendible: la gente quiere empleo y futuro no globalizaciones, privatizaciones y concentración de riqueza; oye al que le dice no al statu quo y que cualquier cambio es mejor.

La gente está enojada y eso da espacio a la xenofobia; eso ocurre en todo el mundo: De ahí España, Inglaterra y Colombia; EU no fue la excepción: escogió el antisistema sin importar los riesgos.

Trump se enfrentará con la realidad pero sus deseos, al ser contrarios a lo razonable, no necesariamente se podrán concretar; veamos hasta dónde puede llegar sin destruir a su propio país. Seguramente se revisará el TLCAN, y se parará o se retrasará el TPP, los migrantes mexicanos seguirán disminuyendo y regresando a nuestro país. Tendremos problemas financieros pero se ajustarán ante una nueva realidad.

Estamos seguros que con Trump, o con quien en su derecho escojan los estadounidenses, no nos van a acabar como país y menos como sociedad.

El nuevo presidente de EU enfrentará amenazas y debilidades multilaterales y tendrá que solucionar, con nosotros, problemas bilaterales. Estoy cierto que, independientemente de los problemas que surjan, seguiremos trabajando con la estrategia que soberanamente decidamos.

Sin embargo, tenemos que ser muy conscientes de lo que significa “la otra votación”. En cinco estados se votó el tema de la marihuana, que va desde el uso medicinal, a la producción, venta y consumo del enervante. Con esto ya tienen 25 estados con autorización para uso medicinal y lúdico en 9 de éstos, convirtiendo toda la costa oeste en zona libre para consumo.

Ante esta realidad, tendremos que cambiar a otras formas de actuar, pues esto sí afectará directamente nuestra vida cotidiana. No podemos pensar que la marihuana esté autorizada en California, Washington, Oregón, Colorado y Alaska, por decir algunos, pero en Mexicali, Tijuana, Michoacán o Guerrero sigamos matándonos por ello. Deberemos cambiar la política, iniciada en la administración anterior, pues sus resultados han sido entre malos y muy malos.

Por ello, es necesario hacer un cambio de discurso y de estrategia; un cambio en cómo entendemos el uso recreacional y medicinal de ciertas drogas. No podemos seguir pensando en un combate frontal que destruye familias todos los días, mientras que en EU se legaliza la cadena de producción y se cobra un impuesto que puede generar beneficios sociales.

California prevé recaudar hasta 1.2 billones de dólares en gravámenes. La marihuana ya es legal en la mitad de los estados de EU, pero podríamos incluso hablar de la amapola, que en el sector farmacéutico, vía la morfina, también es necesaria. ¿Será momento de pensar algo alineado con esta idea?

El Estado tendrá que normarlo y organizarlo, los campesinos deben tener la posibilidad, sin criminalizarlos, de sembrar legalmente lo que hoy cosechan, pero que les puede costar la vida; que ellos ganen el dinero, no los narcotraficantes.

Es obvio que tenemos mucho qué hacer, debemos sentarnos a analizar nuevas e imaginativas formas de atenuar este problema. Cambiemos el paradigma, pensemos en el futuro y entendiendo la nueva realidad estadounidense, entendamos también la nuestra.

Coordinador general de Puertos y Marina Mercante.

guillermo.ruizdeteresa@yahoo.com

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