Estoy, queridos lectores, de viaje. De viaje de vacaciones. En lo que los obsesivos y trabajólicos llamamos estar de vacaciones: reviso mis correos, leo noticias, me meto a redes sociales y ocasionalmente respondo Whatsapps y mensajes de Blackberry.

Pero estoy de viaje y eso rompe la rutina y permite ver las cosas desde otra perspectiva, la de la relajación o del desconecte. Probablemente más centrada y objetiva, menos apasionada, ajena a las filias y fobias cotidianas. Supongo.

La mía en estos momentos es la perspectiva del jet-lag, de las 14 horas de diferencia, la de escribir de madrugada lo que suele ser mi ejercicio vespertino. Un punto de vista más bien surrealista, que flota y no termina de acomodarse, de aterrizar.

Divago, procrastino. Y salto de un tema a otro sin lógica alguna.

Me encuentro en el New York Times del domingo con una alentadora nota acerca del avance de los derechos para las parejas del mismo sexo en México, que gracias a la Suprema Corte de Justicia pueden sobreponerse a la cerrazón de muchos gobiernos estatales y contraer matrimonio. Con todas las barreras que aun existen en México, con los miedos que genera el tema a muchos políticos (AMLO por ejemplo no se atreve a pronunciarse al respecto), vamos por el camino correcto para, al menos en el tema de los derechos LGBT, ser un país más civilizado.

Leo en redes, y lo celebro, que Margarita Zavala ha decidido buscar la presidencia no de su partido, el muy disminuido Acción Nacional, sino la de México. Y lo celebro porque aunque pueda yo no coincidir en muchos aspectos de la plataforma panista, me parece alentador que mujeres inteligentes, con vida política y personal propia, salgan a dar la batalla. Curiosa, hasta paradójicamente, hay muchas en el PAN. No comparto las críticas que desde ya recibe Margarita, y creo que más que descalificaciones, su esposo el ex presidente merece aplausos por apoyarla públicamente. Y a quienes se desgarran las vestimentas, les recuerdo que hay numerosos ejemplos de cónyuges que han llegado a las alturas del servicio público por méritos propios.

Me encuentro también, en mi recorrido por las redes, con una nota que citando al INE afirma que en esta elección descendió significativamente el porcentaje de votos nulos. Si bien hay que tomar con reservas las cifras del INE (así como las expresiones de su presidente), el dato obliga a la reflexión seria: ¿Bajó el porcentaje por la mala campaña y poco convincente argumentación de sus promotores? ¿Se debió el descenso a la aparición, por vez primera de forma generalizada, de candidatos independientes y/o ciudadanos serios y competitivos?

Finalmente, mi deambular desmañanado me lleva a la proverbial buena y mala noticia. La buena, por supuesto, es la conformación de un nuevo gobierno municipal en Madrid, encabezado por los integrantes de la lista Ahora Madrid, conformada entre otros por Podemos, Ganemos e Izquierda Unida, en un acuerdo con el centroizquierdista PSOE. Un auténtico movimiento ciudadano, el de los indignados, que supo convertirse en fuerza política, ganar en las urnas más que en las calles y llegar al gobierno en muchas partes de España. La mala noticia, claro, es toparnos conque el recién designado Concejal de Cultura de Madrid, Guillermo Zapata, ha publicado en el pasado reciente tuits antisemitas y ofensivos contra las víctimas del terrorismo y la violencia que son de un mal gusto y estupidez inconcebibles.

Yo soy, me conocen mis lectores, el más afecto al humor negro y políticamente incorrecto, pero hay limites, que son los de la razón, la compasión y el sentido común. El señor Zapata los ha transgredido y debe enfrentar las consecuencias políticas de sus excesos previos. Es el costo de pasar de ser ciudadano a querer gobernar.

Tomen nota nuestros recién electos independientes.

Analista político y comunicador.
@gabrielguerrac
www.gabrielguerracastellanos.com

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