El magnate llamado Donald Trump, que aspira a la presidencia de Estados Unidos por el Partido Republicano —claro, tiene que ganar las elecciones primarias para contender—, ha lanzado una de las campañas más xenófobas de que se tenga memoria en la historia político electoral de ese país. Su escandaloso discurso político acusa a los mexicanos que viven y trabajan en Estados Unidos, sin papeles, de delincuentes, violadores, de llevar la droga, la inseguridad y la muerte a ese país; plantea no sólo una barda a lo largo de la frontera, sino también que México pague esa barda por enviar toda la escoria social a ese país.

¡Habrase visto! Cuánta falta de cultura, de buenos modales, pero sobre todo cuánto odio, cuánta ignorancia del fenómeno demográfico multicultural que tiene lugar en Estados Unidos y que hará que en ese país los blancos americanos sean minoría en unos cuantos años más. Cuánto odio el que destila Trump frente a los que son diferentes… Pero sí, ha logrado algo: la notoriedad, el ser reconocido por sus escándalos e insultos a los latinos, y en particular a los mexicanos, primera minoría y cuyo voto es fundamental para el triunfo electoral del próximo Presidente. Y, desde luego, ha logrado unir a la inmensa mayoría del Tea Party extremista y republicano que no permite que el Congreso apruebe una reforma migratoria pendiente desde hace varios lustros.

Trump, el pendenciero, ha logrado también que varias televisoras rompan toda relación con él, comenzando por Univisión y Telemundo, seguido por Macy’s; ha logrado el rechazo de los latinos y otras minorías, de múltiples organizaciones sociales y de comunidades organizadas en defensa de los inmigrantes en todo el país. Pero Trump ha logrado también la preocupación del Partido Republicano, ya que aunque el magnate esté ganando popularidad entre los sectores más retrógrados y extremos de ese partido, los republicanos ven en el discurso de Trump un golpe que les puede costar la Presidencia.

La preocupación llegó hasta el Comité Nacional Republicano, que ha recibido presiones de miembros destacados de ese partido por el daño que Trump le está ocasionando. Cínicamente, el magnate afirmó que la conversación con Priebus, presidente del Comité, había sido para felicitarlo, no para condenarlo. Pero el empresario de bienes raíces no negó que en cierto punto de la conversación le solicitó que disminuyera su retórica, que ha incluido menciones cáusticas respecto a los mexicanos. Priebus sabe que el discurso de Trump ha llevado a que líderes del partido se sientan muy preocupados por los términos utilizados y los efectos que sus comentarios pueden tener en las oportunidades para que el partido gane la Presidencia en 2016. “Si pudiera bajarle el tono, no estaría mal”, le advirtieron.

Pero, por lo pronto, Trump encarna hoy todo el odio contra los inmigrantes latinos indocumentados, pero que se extiende a quienes son residentes legales o que tienen la nacionalidad estadounidense y que votarán. ¿No sabe que nadie ganará las elecciones estadounidenses en 2016 sin el voto latino y de otras minorías?

Trump encarna la xenofobia que rechaza el multiculturalismo creciente de la sociedad de EU, de quien o quienes en el fondo niegan y se oponen a un cambio demográfico que avanza a pasos acelerados y que, bien visto, fortalece a la sociedad estadounidense construida con migraciones múltiples desde que inició como trece colonias. Las migraciones y la integración es y será la fortaleza de EU:

Atrás del insultante discurso de Donald Trump hay miedo y falta de reconocimiento de los grandes cambios que están teniendo lugar muy a su pesar. ¡Pobre Donald Trump!

Periodista y analista internacional

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