En su novela Amuleto, Roberto Bolaño plasma una triste metáfora de la tragedia que espera a las juventudes latinoamericanas. Se imagina a una generación de jóvenes que marchan brazo en brazo sin saberlo hacia el abismo. Son víctimas de una trampa, del falso espejismo de la bondad y la abundancia que les han prometido. Al final sólo queda el barranco y el olvido. Los jóvenes han sido condenados al fracaso por sociedades y gobiernos corruptos. Su canción al andar es alegre pero esconde en ella melancolía. La tristeza del que se sabe al borde del precipicio.

La Reforma Educativa fue la mejor noticia de un sexenio que ha sido por lo demás parco. No es que la Reforma haya sido visionaria, simplemente fue racional. En el contexto educativo mexicano eso es un hito de proporciones elevadas. No es que la Reforma haya significado avances espectaculares, su mayor logro es que prometió devolvernos la normalidad.

Uno de los aspectos clave de la Reforma fue la incorporación de las evaluaciones a los docentes. En un país donde ser profesor es un derecho hereditario, es fundamental, al menos, crear medidas que garanticen la calidad de la enseñanza. El ejemplo de la materia de inglés es revelador en este sentido. Casi 90% de los profesores que imparten inglés en escuelas públicas no hablan el idioma. ¿Cómo enseñar algo que no se conoce? Resulta obvio que la lógica no es el fuerte de la educación mexicana.

Quizás una prueba de ello es que el gobierno ha decidido ceder a las presiones del CNTE y postergar indefinidamente la evaluación de docentes. La decisión es un desatino absoluto, no sólo es una ofensa a todos los jóvenes estudiantes sino un equívoco político con ánimos masoquistas. La vocación suicida con las que los jóvenes de Bolaño marchan hacia el desfiladero se replica en el gobierno. Al ceder, dan un paso más hacia el abismo.

En la novela 1984 de George Orwell, el Ministerio de la Verdad es encargado de difundir la mentira. En el mismo sentido, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación sólo merece su primer nombre. Tiene una amplia capacidad de coordinación pero no es nacional, ni trabaja (al menos no estos días), ni está particularmente interesada en la educación en México. Lo que sí han logrado es convertirse en un efectivo grupo de chantaje y movilización. La CNTE conoce bien las vulnerabilidades de sus contrincantes y las aprovecha al máximo.

Entiende, por ejemplo, que en estas elecciones más que el futuro político del país está en juego el sistema mismo. Por eso presiona y chantajea con tanto ahínco. Su estrategia es una que le permitirá triunfar bajo diversos escenarios. Si el gobierno cede ganan, si no cede y sus disturbios son frenados por las fuerzas del orden, entonces se asumirán víctimas y ganarán adeptos.

Pero si la CNTE ha sido tan exitosa en su campaña de bullying es por complicidad de un gobierno que ha sido incapaz de ser más inteligente. El gobierno federal ha cedido a las paupérrimas demandas de la Coordinadora. ¿Qué ha ganado el gobierno? Nada. Ha perdido un eje central de su reforma más importante y al mismo tiempo no ha logrado detener las amenazas de boicot electoral.

Lo que el gobierno no ha entendido es que la psicología del bully no conoce de congruencia ni lealtades. Cuando la víctima cede, el bully no se detiene, va por más. Ahora, al ceder, el gobierno ha abierto las puertas de la caja de Pandora. Ha dado cátedra de cómo hacer torcer su brazo. Sólo los más violentos y los más desestabilizadores lograrán el éxito. Es una receta perfecta para la discordia social. De todas las causas sociales que se han manifestado en el último año, el gobierno cede ante la menos legítima de todas.

¿Qué mensaje da a todos los que han intentado manifestarse dentro de la civilidad? ¿Qué mensaje da a los inversionistas si es tan rápido a ceder ante grupos de presión? Con su decisión no se resuelve una crisis ni su problema electoral pero sí crea un nuevo problema; el de la gobernabilidad. Ahora todas las reformas y decisiones estarán sujetas al capricho del mejor postor del chantaje.

Por lo pronto, la metáfora de Bolaño funciona muy bien en el contexto de la educación en México. Nuestro sistema de educación es una fábrica de fracaso y desesperanza; una vía rápida hacia el deshuesadero de los sueños. Cuando por fin creíamos habernos librado de los lastres más grotescos del sistema, el gobierno da marcha atrás. Nuevamente, bajo la complicidad gubernamental, el sistema prepara los ejércitos de jóvenes para su marcha desahuciada hacia el abismo.

@emiliolezama

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