Para su sobrevivencia como la ciudad más poblada de la República y como una de las zonas metropolitanas más grandes del mundo, la capital del país necesita ideas que la revitalicen y que reconfiguren la forma en que sus habitantes se relacionan con ella. En los últimos años xse adoptaron ejemplos que han tenido éxito y han empezado a replicarse en otras ciudades como la puesta en marcha de líneas de Metrobús, la instalación de ciclopistas, los paseos dominicales, incluso la aplicación del alcoholímetro. Todas han servido para dar una cara distinta a la ciudad.

A los ejemplos citados se suma un nuevo proyecto anunciado ayer: el Corredor Cultural Chapultepec, con el cual la avenida del mismo nombre se convertirá en un parque lineal de tres niveles que servirá para promover la pintura, arquitectura, música, historia y el cine, entre otras actividades artísticas. Además de que servirá para unir las colonias Roma y Juárez.

El proyecto se estructuró bajo las siguientes premisas: la inversión se realizará de manera íntegra por la iniciativa privada —que tendrá concesionada la zona durante 40 años—, el espacio público crecerá seis veces, no cambiará el uso de suelo ni se prevén nuevas edificaciones, el ciclista y el peatón tendrán prioridad, y las actividades culturales serán sin costo.

Como en pocas ocasiones, se busca transparentar todos los detalles del plan, que se encuentra en internet al alcance de quien quiera consultarlo. Hay documentos, estudios y amplia información sobre el proyecto. Aunque la obra es inminente —el arranque está pensado para septiembre— se plantea la realización de una consulta con el fin de conocer la opinión de la ciudadanía sobre el tema. De acuerdo con el gobierno del Distrito Federal “se escuchará a los vecinos para hacer las adecuaciones pertinentes”. Sin duda, el proyecto habría tenido más mérito si la consulta hubiera sido previo a la presentación del documento final y no ahora que se tiene el programa acabado.

Uno de los retos que enfrentará el corredor es conservar su carácter cultural y no termine siendo sólo un área comercial. Con el tiempo sabremos su verdadera vocación.

Cualquier acción para darle a las zonas olvidadas de la ciudad una nueva fisonomía es bienvenida, pero no hay que menospreciar la importancia de atender las opiniones de los principales afectados o beneficiados: los vecinos. En acciones como ésta la transparencia siempre debe ser uno de los puntos fuertes, desde la selección del consorcio que tendrá a cargo la operación del proyecto, hasta despejar dudas de que las decisiones no representarán la privatización de un sector de la ciudad. El objetivo debe ser tener cada día una metrópoli más habitable.

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