Una organización se convierte en una mafia cuando, para conseguir el monopolio de sus actividades, atenta contra quien se le opone. La única línea que divide a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) de esa definición es que sus integrantes, se supone, son maestros. Sin embargo, cada vez se acumulan más elementos que demuestran lo primero.

La asamblea de la Sección 22 de la CNTE en Oaxaca ha establecido medidas de coerción contra profesores que “traicionaron” a la organización —al participar en evaluaciones y dar clases cuando los dirigentes lo prohíben— o se niegan a participar en sus movilizaciones.

Obstaculizan programas de mejoramiento de las escuelas, condicionan derechos laborales a la asistencia a actos sindicales, amenazan a autoridades y profesores que quieren trabajar y manejan a discreción programas como el otorgamiento de alimentos en escuelas o uniformes para los alumnos.

Para quienes permiten la instalación de computadoras o internet en los colegios, se les penaliza “desconociéndolos de su cargo en caso de que se compruebe su deslealtad”.

Las palabras empleadas por la CNTE “traición” y “deslealtad” exhiben la naturaleza dogmática de la organización. Primero está el apego a principios inamovibles que deben ser obedecidos (no discutidos) y después, si acaso está presente, se encuentra su responsabilidad para con la educación pública.

Lo peor es que no se conforman con “luchar” por su cuenta. Demandan la subordinación de directivos de escuelas, maestros y hasta padres de familia, so pena de castigarlos con quitarles recursos que no deberían ser controlados por el sindicato.

Argumenta la CNTE que el pueblo les apoya. Falso. Cuando el gobierno federal dijo que, contrario a lo antes anunciado, sí realizaría evaluaciones docentes, la Coordinadora anunció movilizaciones que no podrían ser contenidas. Pasaron los días y no fueron capaces ni siquiera de evitar que la gran mayoría de los profesores sí realizara exámenes.

¿Dónde está la sociedad que los apoya? En las calles no, porque en sus marchas no hay convicción. Hay conveniencia y sobre todo extorsión a quienes se han visto obligados a marchar a cambio de favores y prebendas.

El mensaje de lo poco efectiva que ha sido la presión de la CNTE en últimos días va al gobierno federal, que es responsable de la educación del país, pero sobre todo a gobiernos estatales en cuyas entidades la reforma educativa es letra muerta.

¿Qué más necesitan los gobernadores de Oaxaca, Michoacán y Guerrero para convencerse de que a una mafia se le puede temer, mas no por ello hay que entregarle el territorio?

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