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37 inmigrantes indocumentados han fallecido solo en lo que va de este año en la frontera entre México y Estados Unidos —ocho más que en los mismos 40 primeros días de 2016, es decir, casi una muerte por día—, según dio a conocer ayer la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
Por ahora no es posible prever si el aumento en las muertes de indocumentados en nuestra frontera con EU se mantendrá durante el mandato de Donald Trump, pero claramente se trata de un fenómeno que no puede desvincularse de la coyuntura política tanto de México como de Estados Unidos, ni del discurso e intenciones del presidente estadounidense, ya firmados por decreto, de construir un muro en dicha frontera. En lapsos de tiempo anteriores ha ocurrido que la dificultad de los migrantes de cruzar los lleva a recorrer caminos cada vez más arriesgados a lo largo del desierto o del río.
El informe de la OIM evita enunciar causas específicas del incremento ante la posibilidad de que se trate solamente de una racha de hechos desafortunados. Según la propia OIM, otra de las causas posibles sería un “adelanto de la temporada” del tráfico de inmigrantes —que normalmente se registra a mediados de marzo— que tratan de cruzar la frontera en busca de una vida mejor. De ser esta última hipótesis cierta, se confirmaría que los flujos migratorios tienen mayor relación con factores económicos que con impedimentos legales o físicos. Las fuentes de empleo estadounidenses siguen siendo más variadas y rentables que las de las naciones latinoamericanas, factor que se acentúa por la enorme volatilidad de la economía internacional.
Aunque sin duda es necesario estudiar este aumento de muertes en la frontera, para erradicar sus causas, lo que queda claro es que en nada ayudarán los proyectos del gobierno de Estados Unidos en el rubro migratorio, especialmente el de pretender expulsar del país incluso a quienes fueron llevados desde niños a Estados Unidos por padres indocumentados. La crisis humanitaria de los menores no acompañados de 2015 y 2016 es la más cruda demostración de que el problema no se soluciona con cercos más altos, vallas electrificadas o un número creciente de elementos en la Patrulla Fronteriza del vecino del norte.
Un efecto contrario al que Trump tiene pensado causarán los desajustes que busca instaurar su gobierno en el ámbito comercial. Cerrar importaciones de vecinos y aliados como México, a la vez que se impide el trabajo indocumentado, sólo ocasionará un mayor empobrecimiento de los sectores más vulnerables en ambos lados de la frontera. Paradójicamente veremos un repunte de migrantes hacia EU. Un auténtico círculo vicioso. El incremento de muertes en la frontera México-EU debe tomarse como una alerta de una inminente nueva crisis humanitaria.