En 2017 los gobiernos federal, estatales y municipales tendrán que demostrar responsabilidad y hacer un gasto eficiente ante los menores recursos que se prevén.

La propuesta de Presupuesto de Egresos de la Federación para 2017 prevé un recorte por 239 mil millones de pesos, que se suma a los que ha habido en los últimos meses. Áreas sensibles como Pemex, educación, salud y comunicaciones tendrán menos recursos para gastar el año próximo.

En el documento no se proyecta ninguna partida para el llamado Fondo de Capitalidad, que son recursos que se asignan a la Ciudad de México por ser sede de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial (que en la práctica ocasiona una carga más por dar atención a miles de personas que vienen de distintas partes del país a realizar trámites). Por ese motivo, las autoridades capitalinas han reclamado por el eventual “ahorcamiento” a las finanzas de la ciudad.

De igual manera, el recorte para 2017 va a afectar los recursos que reciben 16 entidades por concepto del Fondo de Aportaciones para la Nómina Educativa y Gasto Operativo (Fone), pues recibirán 5 mil millones de pesos menos

A lo anterior se agrega la mayor partida en 16 años (568 mil millones de pesos) para hacer frente a compromisos de la deuda pública.

El llamado de atención que hicieron calificadoras internacionales a los niveles de riesgo que estaba alcanzando la deuda pública tuvieron como resultado el mencionado recorte. El argumento de la Secretaría de Hacienda es que así se preservará el “valor más importante” para la economía, que es la estabilidad. El año próximo será un periodo de estricta austeridad que requerirá que todos los funcionarios de los tres niveles ejerzan los recursos con responsabilidad, con proyectos que beneficien a la sociedad en general y no a pequeños grupos; las obras que impliquen gastos superfluos o las tradicionales remodelaciones innecesarias a oficinas públicas deberán evitarse, así como las millonarias compras de vehículos para funcionarios.

El ajuste no caerá bien en ninguna área, pero peor habría sido que el gobierno siguiera por el camino de la deuda para hacerse llegar de recursos. En principio, el mensaje que se envía a la comunidad internacional es de un manejo responsable de la economía, aunque para muchos organismos lo esencial será que se cumpla y que no quede en promesa.

Si los legisladores no deciden lo contrario, 2017 será un año de apretarse el cinturón en serio. Por el bien de la economía —que recurrió a endeudamiento en los últimos años— la austeridad debe prevalecer. Cualquier cambio al proyecto de presupuesto, para elevar el gasto, sería contraproducente; por el contrario, en todo caso el Congreso puede demostrar que el Legislativo está dispuesto a hacer un mayor esfuerzo y sumarse a un mayor recorte.

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