A raíz de la crisis económica de 1995 los bancos en México han buscado ingresos sin arriesgar mucho. Prestan el equivalente a 26% del Producto Interno Bruto nacional, de acuerdo con el Banco Mundial, algo ínfimo en relación con el promedio de países similares. En Brasil la banca privada contribuye en 61% a la creación de riqueza; en Chile, 71%; en Bolivia, 40%. En este sexenio se aprobó una ley financiera para incentivar el otorgamiento de crédito y limitar el cobro de comisiones, sin embargo, a juzgar por sus ganancias, los bancos no dejan la estrategia de sacar beneficios sin favorecer a la sociedad mexicana.

Sólo el cobro de comisiones les aportó a los bancos con operaciones en México 80 mil 306 millones de pesos entre enero y agosto de 2015. La cifra representó un repunte de 9.3% contra el periodo similar de 2014, cuando entonces sufrieron una disminución de 1.2% real. El uso de tarjetas de crédito les generó las mayores comisiones, al representar 35% del total. Ni siquiera en los momentos en que “peor” les va han registrado pérdidas los bancos en México. En el primer semestre de 2014, por ejemplo, pese a la baja en ingresos cobraron 41 mil 481 millones sólo por comisiones, siendo igualmente el monto que más creció el que aplican a los créditos al consumo (tarjetas de crédito).

No es que México deba volver a hacer algo como la nacionalización de los años 80. Ningún gobierno en el mundo tiene la capacidad para prestarle a todo el que lo requiere. Es por eso que se necesita de la banca privada, sí, pero en un contexto de competencia económica donde el usuario también salga beneficiado. Es el sector bancario el que puede impulsar el desarrollo a través de los créditos a las empresas y no solo cargando de deudas a las familias con tarjetas de crédito.

Dar crédito a empresas grandes no conlleva riesgos significativos, pero con pequeños negocios es diferente. Es más fácil que un “changarro” —con un local en renta— deje de pagar un préstamo, que una compañía con bienes valuados en millones. Son las pequeñas y medianas empresas las que sostienen 75% de los empleos formales en el país; sin embargo, reciben apenas 15% del total del crédito de la banca privada.

¿Por dónde empezar? Sigue existiendo falta de regulación y supervisión que se constata cuando las autoridades en Estados Unidos revelan casos como el de HSBC, banco que lavó millones de dólares al crimen organizado en México sin que en este país se hiciera algo al respecto. Además, a diferencia de las investigaciones sobre lavado de dinero en otros países, aquí es imposible tener acceso a datos y documentos de las personas físicas o morales que cometieron el crimen.

Suficientes oportunidades han tenido los bancos en México para cambiar por su cuenta. El Estado tiene las herramientas para intervenir, falta que se determine a hacerlo.

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