Hasta hoy las empresas en el país se quejan de que la última reforma fiscal en México les afectó de tal manera que les ha limitado su capacidad de inversión. Más poder de convencimiento ante la sociedad y el gobierno tendrían, sin embargo, si no aprovecharan los puntos ciegos de la ley, o de las instituciones que la refuerzan, para eludir pagar los impuestos que les corresponden.

La Secretaría de Hacienda y Crédito Público tiene identificadas 20 empresas multinacionales que podrían no estar pagando sus impuestos de forma correcta, de acuerdo con las ganancias obtenidas en México, declaró Luis Videgaray.

Lo dijo en el marco de una reunión con el secretario general de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), José Ángel Gurría, quien presentó el proyecto final del programa BEPS, diseñado para que los países combatan triquiñuelas de las grandes empresas para no pagar impuestos. De acuerdo con Gurría, el costo de estas artimañas por parte de grandes compañías es de entre 100 mil y 240 mil millones de dólares al año en el mundo.

Para tener una idea de cuánto dinero es eso: el levantamiento de sanciones a Irán por parte de Estados Unidos, a cambio de que el país de Oriente Medio renuncie a su programa nuclear, implica beneficios a Irán por 100 mil millones de dólares. Más es lo que logran esconder las grandes empresas al fisco.

El caso de Hasbro ilustra una posible tendencia en México. Empresa conocida por su producción de juguetes, se le descubrió que llevaba a “paraísos fiscales” ganancias que debían haber sido reportadas en México. La compañía tuvo que pagar 65 millones de dólares luego de llegar a un acuerdo con Hacienda.

En todo el mundo fallan los controles sobre los manejos financieros de las empresas. El último colapso financiero global tuvo su génesis precisamente en la escasa regulación sobre las imbricadas transferencias de dinero entre instancias privadas. El agravante en el caso mexicano es que nunca se conoce de sanciones graves a grandes empresas por intentar evadir sus responsabilidades públicas. El propio secretario Videgaray admitió ayer que el secreto fiscal le impide siquiera revelar el nombre de las compañías.

Si no hay al menos un daño en términos de prestigio para quien deliberadamente esconde su dinero del fisco, ¿qué incentivo tienen las empresas para no cometer por segunda o tercera vez la misma artimaña?

La razón por la que los mexicanos están insatisfechos con su sistema político es también porque los poderosos en el ámbito privado siguen ajenos a la rendición de cuentas a la que estarían obligados en una verdadera democracia.

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