A mis compañeras constituyentes.

La inclusión de los derechos sociales en la Constitución Política federal, al inicio del siglo pasado, representó un orgullo histórico del constitucionalismo mexicano. El reconocimiento de prerrogativas que brillaron por su ausencia en las constituciones del mundo durante todo el siglo XIX fue la insignia de un pacto por la justicia social “adelantado a su tiempo”.

Sin embargo, no debemos perder de vista que en aquel Constituyente no participó ni una sola mujer. La Asamblea Constituyente de la Ciudad de México, que se instalará el próximo 15 de septiembre, llenará ese vacío al estar conformada con igual número de mujeres y hombres. La deuda no es solo histórica, sino que expresa un reclamo de legitimidad política, de pluralidad y de justicia.

El pasado 3 de agosto, el grupo de mujeres que se integrará a ese órgano —del que orgullosamente formo parte— firmó un exhorto dirigido al Presidente de la República y al Jefe de Gobierno de la Ciudad para que los 12 integrantes de la Asamblea Constituyente que serán designados por ellos (6 por cada uno) cumplan con la exigencia de distribución paritaria entre géneros. Atender este llamado garantizará que, por primera vez en este país, el poder político en un órgano Constituyente sea ejercido igualitariamente por hombres y mujeres.

El grupo de mujeres a la Asamblea al día de hoy (41 vidas y nombres) es expresión del pluralismo. Dieciocho de ellas han nacido en la Ciudad de México y, el resto, procede de ocho entidades federativas distintas (desde Chihuahua hasta Oaxaca; desde Jalisco y hasta Veracruz).

Por su edad, representan un abanico de posibilidades muy amplio. Estas mujeres nacieron entre 1930 y 1990, es decir, personas que a los 18 años no gozaban del derecho al sufragio (porque el voto femenino no fue reconocido en México hasta 1954) convivirán junto con jóvenes millennials. Algunas fueron militantes del feminismo político de los 70 y otras más buscan continuar esa lucha en el siglo XXI.

El 87% de estas mujeres cuentan con licenciatura y el 21% con maestría. La heterogeneidad de sus intereses intelectuales y profesionales no podría ser más rica: administración pública y de empresas, ciencias de la comunicación, física, periodismo, etnología, derecho, artes, sociología... Su experiencia política y profesional acumulada también es enorme: antiguas dirigentes, consejeras y secretarias nacionales de sus partidos, diputadas federales y locales, senadoras, embajadoras, funcionarias públicas, etc.

Pese a su diversidad, este grupo de mujeres hemos demostrado la disposición y capacidad para trabajar por la causa de la igualdad de género.

En menos de un mes, tras la instalación de la Asamblea Constituyente, veremos fotografías e imágenes de mujeres —un grupo tradicionalmente subrepresentado— que ocuparán la mitad de las sillas asignadas, contarán con la mitad de los votos y tendrán la mitad del poder de representación de este cuerpo político.

En la instantánea que entonces veremos se condensará un gran logro de la lucha de décadas de hombres y mujeres feministas, sufragistas y liberales. Entonces comenzará el trabajo deliberativo. No cabe duda de que la garantía de la igualdad para hombres y mujeres en la integración de este órgano habrá sido un buen comienzo.

Diputada Constituyente electa

@cynthialopezc1

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