Esta semana se abrió en Tijuana el primer cruce directo de un aeropuerto mexicano a Estados Unidos, un nuevo experimento en el manejo de una frontera cada vez más compartida, si bien también compleja y no exenta de conflicto. En este caso, el aeropuerto, que está del lado mexicano, tiene una salida nacional a México y otra internacional, con instalaciones de inmigración y aduanas, a Estados Unidos. Así que lo que era un aeropuerto nacional se convierte en uno realmente internacional.

La idea surgió en gran parte porque muchos de los viajeros a Tijuana tienen un destino final en Estados Unidos y viceversa, y el cruce internacional le da una ventaja competitiva a este aeropuerto por sobre los de San Diego y Los Ángeles. Pero también resulta que el aeropuerto de Tijuana tiene vuelos a Asia, algo que no se puede hacer desde San Diego por el tamaño de la pista aérea de esa ciudad, así que Tijuana se vuelve el punto de salida de toda la región metropolitana Tijuana-San Diego hacia el Pacífico.

En unos meses se espera que se abra otra innovación importante en Tijuana, la apertura de una garita para la preinspección de camiones de carga que van hacia Estados Unidos. Las instalaciones, que ya fueron anunciadas por los dos gobiernos, estarán operadas por agencias de los dos países dentro de territorio nacional mexicano, para facilitar que los camiones lleguen a la frontera ya con un sello de inspección y no tengan que parar nuevamente, lo que ayuda al tiempo de transportación de mercancía. Es una forma de agilizar las relaciones comerciales y de intercambio entre dos países que son socios en una de las relaciones más intensas del planeta.

Y, hace unos días, ya se abrió una garita de preinspección muy parecida, pero ésta, en el aeropuerto de Laredo, Texas, tiene agentes de ambos países trabajando juntos para inspeccionar productos que entran al aeropuerto tejano con destino a México, para que estos no tengan que inspeccionarse una segunda vez cuando lleguen a la frontera. Es decir, ya hay agentes mexicanos operando en territorio estadounidense, realizando inspecciones para que entren productos a territorio mexicano y pronto tendremos el inverso, con agentes estadounidenses en territorio mexicano, permitiendo que se inspeccione a productos antes de llegar a Estados Unidos.

Estas prácticas han sido comunes desde hace tiempo entre Canadá y Estados Unidos, pero son novedosas en la frontera entre México y Estados Unidos, que desde hace décadas ha sido una fuente de conflictos y controversias. Y no es un accidente que cuando se lanzó el programa de Viajero Confiable en Estados Unidos, que permite que ciertos viajeros frecuentes sólo pasen una inspección muy ligera cuando lleguen a aeropuertos en Estados Unidos, el programa estadounidense incluía no solamente a sus connacionales sino también a mexicanos y canadienses, y en el programa mexicano de Viajero Confiable, que apenas inicia, también incluye a los estadounidenses.

Según escriben Alan Bersin y Michael Huston, de la Secretaría de Seguridad Interna en un reporte reciente del Centro Wilson, el concepto anterior de manejo de frontera se concentraba en inspeccionar a todo lo que pasaba por una línea específica entre países, mientras el concepto nuevo se enfoca en los flujos de personas y bienes, lo cual requiere de cooperación, innovación y diferenciación entre flujos más y menos seguros, en vez de realizar inspecciones masivas e indiscriminadas a todo lo que cruza un punto específico. Esto permite que la frontera se recorra cada vez más al interior de los países para que personas y productos sean revisados antes de llegar a la frontera y esto quita presión a los cruces fronterizos que están siendo rebasados con creciente demanda.

Desde luego, este es un concepto que apenas empieza, y para la gran mayoría de mexicanos y estadounidenses, todo sigue igual, largas colas en la frontera, preguntas y sospechas o simplemente la imposibilidad de cruzar. No hay que esperar milagros de un día para otro. Pero el incremento en el comercio binacional, la baja en la migración indocumentada proveniente de México, la llegada de nuevas tecnologías y el aumento de confianza entre agencias de gobierno en ambos países, cada vez permite una mayor y mejor experimentación en cooperación fronteriza que era impensable hace una década.

Vicepresidente ejecutivo del Centro Woodrow Wilson

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