El Sistema Nacional Anticorrupción es un avance, pero no podemos echar las campanas a vuelo. Y es que, a mi juicio, la raíz de la corrupción mexicana está en nuestro vicio legislativo de abismar la norma de la realidad, alambicarla y generar así incentivos corruptores, y por ello creo que un combate radical al cáncer de México debería empezar con una nueva Constitución y una simplificación sistémica de nuestra legislación. Pero además de esta reserva tengo otra: si dos designaciones cruciales recaen en personas equivocadas, la letra del SNA podría volverse estéril. Me refiero al fiscal general, que reemplazará al procurador, y al fiscal que se encargará de los delitos relacionados con hechos de corrupción.

Esos dos funcionarios deben ser honestos, capaces, preparados y, muy especialmente, independientes. Y puesto que la normatividad del SNA establece que el fiscal anticorrupción estará literalmente subordinado al fiscal general, este último será decisivo. Por eso y porque un transitorio de la reforma constitucional establece que, al entrar en vigor las normas secundarias de la Fiscalía General de la República, se convertirá en su titular quien en ese momento lo sea de la PGR, es tan preocupante el hecho de que el Senado haya ratificado la propuesta de hacer procurador al senador priista con licencia Raúl Cervantes, un abogado estrechamente vinculado a Enrique Peña Nieto vía su consejero jurídico. Lo que busca el presidente es obvio: que Cervantes encabece la Fiscalía “autónoma” por un periodo de nueve años para realizar la misma maniobra transexenal con la que los exgobernadores Javier Duarte y Roberto Borge pretendieron asegurar su impunidad (y a la cual, a guisa de control de daños electorales, se opuso el propio gobierno federal).

Entiendo la lógica de la Presidencia, y entiendo que los legisladores priistas hayan votado a favor. No esperaba otra cosa de ellos. Lo que no me cabe en la cabeza es por qué las bancadas opositoras aprobaron el nombramiento. La mera posibilidad de que Raúl Cervantes sea el próximo fiscal debería haberlas llevado (recordemos que pueden hacer mayoría) a votar en contra. Porque de poco servirán las reglas del SNA y su aparato burocrático si quien ejerce la acción penal está ahí a fuer de protector de los intereses del peñanietismo y de su partido. En una decisión de tal trascendencia no cabe un quid pro quo y, si lo hubo, lo que haya dado el PRI es insignificante comparado con lo que recibió. ¿Por qué ayudar al presidente más débil de la historia reciente de México? ¿Somos o no somos oposición?

Con el mismo respeto con que él me cuestionó cuando fui presidente del PRD, le pregunto al coordinador de nuestro grupo de senadores cómo justifica esa decisión. ¿Lo que declara Miguel Barbosa en el terreno electoral no vale en el parlamentario? Si el Congreso Nacional perredista, nuestro máximo órgano, dicta que podemos aliarnos con el PAN en circunstancias excepcionales pero que no debemos aliarnos jamás con el PRI, ¿cómo puede rasgarse las vestiduras descalificando las coaliciones con el panismo y al mismo tiempo hacer pactos tan reprobables con el priismo? ¿Qué nos “desdibuja” más (es el verbo favorito de los antialiancistas), juntarnos con el PAN para derrotar al PRI-gobierno o unirnos al PRI-gobierno para cuidar al presidente? La expresión ofensiva de que el PRD se está volviendo el Partido Verde del PAN, que ahora usan para atacarnos algunos morenistas, se la escuché por primera vez a Miguel, que para bien y para mal es un gran comunicador. Por eso le hago dos preguntas más: 1) ¿ser el Verde-bis del PRI es su nuevo paradigma?; y 2) ¿cómo concilia su postura opositora durante la negociación del SNA con este aval al vapor a un procurador priista que puede echar todo a perder? Como diría Monsiváis, o yo ya no entiendo lo que está pasando, o ya pasó lo que estaba yo entendiendo.

Quiero pensar que la bancada perredista en el Senado, donde tengo amigos y amigas que han demostrado su compromiso con México, garantizará que el primer fiscal general no sea Cervantes sino alguien capaz de decirle que no al presidente en turno y de investigar imparcialmente a Peña y a su equipo. Si ese es el caso -y deseo con toda el alma que lo sea- me dará gusto retirar lo dicho. Pero si el hoy flamante procurador se erige en el hombre clave del SNA, muchísimos mexicanos repudiarán, con toda razón, esos votos que hoy nos tienen al filo de la ignominia.

Diputado federal del PRD - @abasave

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