Desde 1991 el 14 de noviembre ha sido el día elegido para hacer conciencia sobre la diabetes. Se eligió esta fecha por ser el aniversario de Frederick Banting, quien junto con Charles Best, concibió la idea que les conduciría al descubrimiento de la insulina en octubre de 1921.

Justo ayer fue 14 de noviembre y quienes navegan por las redes sociales tuvieron que enterarse porque hubo una gran conversación en torno al tema.

¿Yo cómo lo celebré? Con mi visita al diabetólogo. Sí, así como lo leen. Ayer estuve en consulta con el Dr Villalvazo checando por qué si “como bien” y “hago ejercicio” mis niveles de glucosa en ayuno varían entre 111 y 116.

Analizando mis hábitos pude darme cuenta que me pasa lo que a muchos les sucede, creo que como bien y creo que hago mucho ejercicio, pero no.

Me pude dar cuenta de que poco, a pesar de saber cómo debo comer y qué debo evitar, el ambiente obesogénico me va absorbiendo. Sólo soy un ser humano que al igual que los demás vive rodeado de tentaciones.

De pronto caí en cuenta que como más carbohidratos de los que mi cuerpo puede metabolizar, a pesar de entrenar bien 4-5 días a la semana, 60-90 minutos.

Antes comía 1 o 2 porciones de fruta, últimamente 3 o 4. De cereales deberían ser 5-6 y ya voy en 9 o 10. Además de ahora comer jícama o zanahoria cuando antes era nada o era proteína. Todos estos pequeños cabios se fueron dando despacio y sin que necesariamente me diera cuenta.

Sin saber cómo ese grandioso hábito de consumir proteína magra (sin grasa) quedó sustituido por carbohidratos, el agua sola en la comida es ahora agua de fruta y de plano pasé a las palomitas o galletas a media tarde. No recuerdo cuándo cambié las almendras o las nueces sin sal por cacahuates japoneses o cuando dejé el agua mineral por el vino tinto.

Así de pronto mi peso subió (10 kilos) y mi glucosa se desestabilizó. Valores de hemoglobina glucosilada al límite (medición en sangre que te habla del promedio de glucosa en los últimos 3 meses) y HOMA fuera de rango (otra medición, también en sangre que mide la resistencia a la insulina), señal de que no estoy haciendo las cosas bien.

Hoy, con 43 años de edad me doy cuenta de que me pasa lo que a muchos les sucede y me siento absolutamente responsable y con el compromiso de hacer algo al respecto. Comenzaré con comer como debo comer: quitar los carbos en exceso, eliminar el azúcar y el alcohol y retomar el consumo de proteína y grasa de origen vegetal. Todo con moderación y en el momento adecuado.

Por suerte toda la vida he hecho ejercicio, si no hoy podría ser parte de esa tristísima estadística que dice que en México la diabetes es de las principales causas de muerte y que 4 millones de personas refieren tener diagnóstico de la enfermedad.

Hoy entiendo la importancia de “no quieres tener diabetes, come como si tuvieras”. Eso haré porque sin duda es más difícil y más caro tener la enfermedad que prevenirla. Es mejor hacer conciencia de cuáles son los hábitos correctos y cuáles he ido modificando que vivir con medicamentos todos los días. Es mejor estar sano que no estar sano.

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