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La conferencia de prensa para conocer la “última voluntad” de José Luis Cuevas, programada un día después del cumpleaños 87 del artista y convocada por su viuda, Beatriz del Carmen Bazán, derivó en la denuncia de anomalías en la Fundación José Luis Cuevas y el señalamiento al apoderado legal del museo, Salvador Vázquez Araujo, como responsable de irregularidades, entre éstas, la que hace una semana presentó en su Informe de la Cuenta Pública de 2016, la Auditoría Superior de la Federación.

La viuda del artista negó que como directora del Museo fuera responsable de estas irregularidades y alegó, a lo largo de la conferencia de prensa, que su tarea como directora del recinto —cargo que ocupó entre 2005 y 2016— no iba más allá de la programación de exposiciones.

En el jardín de su casa en Altavista, al sur de la Ciudad de México, acompañada por dos abogados, la viuda leyó un texto de seis cuartillas con el que buscó dar a conocer la última voluntad del artista, limpiar su imagen y la de él, dejar claro que “no existe” más herencia e insistir en que “José Luis nunca estuvo secuestrado”.

Atrás quedaron los tiempos en que Cuevas y su esposa se apoyaban en Vázquez Araujo para defenderse de las “mentiras” de las hijas del artista. En 2013, por ejemplo, en el propio museo y en presencia de los medios de comunicación, la viuda pidió los anteojos de Vázquez Araujo, para que su esposo pudiera leer un Cuevario y documentar así los infundados ataques de sus hijas.

Ayer, la viuda del artista dedicó gran parte del texto a relatar los últimos años de su esposo, la depresión en que cayó tras la muerte de su amigo Carlos Fuentes, las más de tres ocasiones en que fue hospitalizado —entregó certificados notariados sobre su enfermedad— y la causa de su muerte —acidosis metabólica severa, presión sacra y cáncer de colon—.

Sin embargo, aunque reiteró que recibió ataques por parte de las tres hijas —Ximena, María José y Mariana— y aseguró que si se repiten las agresiones informativas, no dudará en emprender acciones legales, Bazán se concentró en intentar demostrar que ella y su esposo siempre estuvieron ajenos a lo que pasaba en el museo José Luis Cuevas:

“En 2014 el apoderado legal (Vázquez Araujo) me dijo: ‘Beatriz, fíjate que el SAT nos está demandando por 10 millones de pesos, con impuestos y todo’. José Luis me dijo: ‘Vamos a buscar un despacho de contadores para que aclaren esta situación’. Vázquez Araujo negó que un despacho ajeno al Museo entrara, y de ahí empezó una guerra en nuestra contra espantosa, porque no quería que José Luis supiera de los eventos sociales que se hacían todos los fines de semana. La Fundación no sirvió para nada más que para provecho; hicieron una empresa del Museo. Eso tratamos de investigar, pero él nos cerraba la puerta”.

Bazán dijo que reportó esto ante el secretario de Cultura, Rafael Tovar; ante la directora del INBA, Lydia Camacho, y ante el secretario de Cultura de la Ciudad, Eduardo Vázquez, pero que no se hizo nada. Incluso entregó copias de estas cartas y de otra de mayo de 2017 donde ella informa a la directora del INBA que su esposo desea que se retire su nombre de la denominación social de la Fundación.

Ayer, Beatriz Bazán alegó que no ha podido entrar al Museo, que le pusieron dos candados en la librería donde tiene cosas suyas y de su esposo, y que desde abril de 2017 dejó de recibir su sueldo que era de 30 mil pesos. Reconoció que cada año el INBA les presentó el inventario de la obra donada por el artista, mil 860 piezas, y negó que se haya vendido alguna de esas obras en la galería Oscar Román.

A la pregunta, de ¿por qué se mantuvo como directora si detectó anomalías?, respondió: —Como directora siempre hice exposiciones, aunque no podía asistir al Museo siempre hablaba desde aquí con los artistas. En la cuestión financiera siempre había un muro que yo no podía pasar”.

—¿A quiénes responsabiliza dentro de la fundación?

“No es nuestro papel responsabilizar a nadie”, respondió, por su parte, la abogada Kathya Marduño Ritz.

Al insistir a Beatriz Bazán en la pregunta sobre su permanencia en la dirección, con todo y esas anomalías que detectaron desde 2014, dijo: “Mi esposo no quería que yo renunciara, era su preocupación. Decía: ‘Carmen, ¿qué va a pasar con el Museo? Yo no quiero que te vayas’. Yo tenía que estar con mi esposo, también”

El abogado Ricardo Olmedo Gaxiola abundó al final: “Hemos platicado respecto a tomar acciones legales en contra el Museo y la Fundación. Estamos viendo la viabilidad de meter una denuncia por administración fraudulenta, entre otros”.

Y sobre la última voluntad del artista, la viuda detalló: “Que nuestras cenizas estuvieran juntas en la urna de Los Siameses, y en un nicho en La Catedral (...) Su última voluntad era que sus hijas y su hermano no estuvieran presentes (en el funeral)”.

EL UNIVERSAL solicitó información al INBA y a la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, pero al cierre de esta edición no hubo respuesta.

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