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La Ciudad de México es un espacio tan inconmensurable que es un desafío total para los cronistas. Esta urbe tan horizontal que desde hace algunos años ha comenzado a verticalizarse es la protagonista, completa, del nuevo libro de Juan Villoro: El vértigo horizontal (Almadía/ El Colegio Nacional), un retrato poliédrico de casi 50 años con el que este narrador y cronista ha querido atraparla con palabras.

Esta ciudad amorfa, inquietante, apasionada, intransitable y enloquecida siempre ha desafiado a Juan Villoro, quien asegura que aunque la Ciudad de México ha tenido grandísimos narradores, “siempre pide una nueva explicación”.

Entonces quiso que este libro sea un resumen de textos que ha escrito a lo largo de muchos años, por lo menos desde 1994; pero en realidad es un retrato de la ciudad en su último medio siglo de existencia.

“Durante muchos años la Ciudad de México creció en una expansión horizontal, pero eso ha terminado y justamente yo quería captar los últimos 50 años de esta expansión y que ahora la ciudad se está convirtiendo, poco a poco, en una ciudad vertical, redensificada; se está manhatanizando la ciudad”, señala Juan Villoro.

El vértigo horizontal habla justamente de ese vértigo que normalmente ocurre en verticalidad, de ese miedo a perder el equilibrio, pero también, lo afirma Villoro, hay un vértigo a la horizontalidad. Y para ejemplo muestra la fotografía de Pablo López Luz que sirve de portada de su libro. “En esta foto ves una marea de casas bajas como un océano que se proyecta hacia el infinito”, señala.

Es un libro construido de historias, recuerdos, anécdotas y surgido de la memoria. Es un mapa de una urbe propuesto mediante rutas de viaje, líneas del Metro que la atraviesan, lo que permite al lector leerla desde diferentes ángulos: Vivir en la Ciudad, Personajes de la cuidad, Sobresaltos, Travesías, Lugares y Ceremonias.

“Yo quería que por un lado fuera un libro muy personal, tuviera una visión entrañable donde yo hablara de mi ciudad desde la infancia, la adolescencia, la primera juventud, y que fuera una especie de autobiografía, simplemente con la intención de contarte la ciudad que yo conozco de primera mano, con las anécdotas personales; pero hay otra parte que es la mirada del cronista, que va a la lucha libre, a ver a Paquita la del Barrio, a la Semana Santa de Iztapalapa, con los niños de la calle, va a Tepito al mercado de piratería”, señala Villoro.

El autor de El testigo y Los culpables conoce muchas ciudades, pero dice que “la Ciudad de México es la única ciudad a la que verdaderamente yo pertenezco”. De pequeño vivió en Guadalajara, aprendió a caminar en esa ciudad y sus primeros recuerdos, como flashazos, son de Guadalajara; pero luego vivió en Berlín, en Barcelona y ha visitado infinidad de ciudades, ha vivido en ellas porque ha dado clases en distintas universidades, por ejemplo, de Estados Unidos.

Sin embargo, dice, el único lugar que siente que es suyo es la Ciudad de México. “Es el único lugar que siento mío en la medida en que sé que todo me afecta de otra manera. Cuando alguien te dice que pasó algo grave en la Ciudad de México... eso me toca más cerca que otros lados. Si leo una noticia de una explosión semejante en otro sitio, me puede afectar como lector, pero no pertenece a mi biografía; uno siente en esta ciudad que todo lo que ocurre forma parte de tu vida”.

Todo de esta ciudad le duele a Villoro para bien y para mal. Asegura que hay cosas que no son tan positivas pero cuando las escribe se pueden volver al menos llevaderas a través del sentido del humor o de la mirada del cronista. “Por ejemplo, una declaración en el Ministerio Público, a nadie le gusta hacer ese trámite, pero si lo ves con humor, ese proceso puede ser como una obra de teatro del absurdo; hay muchas situaciones que son molestas, pero te pueden divertir a través de la forma en que las cuentas”.

El libro El vértigo horizontal muestra una ciudad múltiple e inconmensurable. Está diseñado por Alejandro Magallanes, tiene prólogo de Néstor García Canclini e incluye fotografías de Dr. Alderete, Yolanda Andrade, Marco Antonio Cruz, Héctor García, Paolo Gasparini, Maya Goded, Lourdes Grobet, Sonia Madrigal, Francisco Mata Rosas, Víctor Mendiola, David Miranda, Ernesto Ramírez, Oswaldo Ruiz y Adam Wiseman.

“La Ciudad de México es muy amorfa por su misma extensión, los topógrafos aéreos usan una expresión que creo que la define bastante, que es: mancha urbana; hay ciudades ya tan grandes que no tienen un contorno, que no puedes decir: es una ciudad, que parece una media luna en torno al mar, sino que sencillamente es una mancha gigantesca. Ciudades como Calcuta, Tokio, Yokohama, Los Ángeles, Sao Paulo o la Ciudad de México tienen esta extensión que vista desde el aire de noche parece como una galaxia derramada en el valle”, señala el narrador y cronista.

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