El escritor turco Orhan Pamuk aborda en su última novela, La mujer del pelo rojo , cuestiones políticas desde el simbolismo de las relaciones paternofiliales con la idea de "hacer pensar a la gente por qué sigue votando a padres que aplastan a sus hijos".

Así lo dijo hoy en la presentación en Barcelona de la edición en español del libro ( Literatura Random House ) cuya historia se sitúa en las afueras del Estambul de 1985, donde un maestro pocero y su joven aprendiz son contratados para encontrar agua en una llanura estéril.

Pamuk, que conoció a ese maestro y su aprendiz cerca de su estudio, fue observando día a día "cómo trabajaban con dureza, cómo se preparaban la comida y cómo se iban al pueblo a cenar o a tomar una copa", como recoge en la novela.

El autor turco, que tenía esta historia en mente desde hacía más de veinticinco años, cuando intentaba acabar El libro negro , decidió convertirla en una novela "viendo los derroteros autoritarios por los que está deambulando" su país.

Y en ese sentido, interpreta La mujer del pelo rojo como "una novela política, pero a nivel antropológico, experimental, a nivel de jugar con las ideas".

Publicada en su país poco antes del fallido golpe de Estado contra el régimen de Reccep Tayyip Erdogan de 2016 y la posterior reacción autoritaria del gobierno, Pamuk señala que "las buenas novelas y los buenos novelistas son premonitorios, pero son profetas sin saberlo".

Volviendo a la historia de la novela, señaló que le llamaba la atención la relación entre el maestro pocero y su joven aprendiz, pues "el primero chillaba al segundo y mantenía una relación de dominación y sometimiento de gritos y regaños por la mañana, mientras que por la noche el maestro se convertía en una persona afable, cariñosa e incluso tierna con el aprendiz".

Pamuk confesó que nunca vivió en primera persona esa relación paternal que sí descubrió entre ese maestro y su aprendiz, pero, lejos de mostrar tristeza, aseguró que tener el padre ausente le ha permitido "no ser aplastado por el autoritarismo".

Y, además, su padre ausente, que era un librepensador, le dejó una gran biblioteca, en la que encontró "un modelo de conducta diferente del de sus compañeros".

Reconoce que le faltó la ternura, pero, "a cambio de recibir mucha libertad", lo que le permitió ser escritor y artista.

La esencia de la historia relatada en La mujer del pelo rojo remite, según Pamuk, a "Freud, Sófocles y al poeta persa Ferdousí".

De la lectura de los clásicos, el nobel turco recuerda: "En la historia de Sófocles y en la gran literatura clásica europea, el hijo mata al padre sin saberlo, mientras que en la historia sufí es el padre el que mata al hijo sin saberlo. En ambos casos lloran, pero la sensación es que no son culpables, porque lo hicieron sin querer, lo que acaba legitimando el asesinato".

Mientras que en su breve novela, Pamuk ha querido "escribir una historia realista sobre la profesión de pocero, es decir, el arte de cavar un pozo a la antigua, como se ha hecho toda la vida en Estambul" y, de manera indirecta, "comparar el Edipo Rey de Sófocles y la epopeya de Ferdousí".

Pamuk asocia esa relación paternofilial "al autoritarismo y a la individualidad: el aprendiz remitiría a la individualidad de Sófocles, mientras que el autoritarismo del padre pocero se relaciona con la tradición cultural" de su parte del mundo.

Una relación, la del pocero y el aprendiz, que se altera cuando el joven se enamora de una misteriosa mujer de pelo rojo, con la que hará realidad sus sueños más salvajes, pero su distracción provocará un accidente terrible que le llevará a escapar a la capital.

Sin hablar apenas de la situación política de su país, Pamuk se refirió a su primera visita a Barcelona, en un momento en el que todavía no era conocido y no había ganado el Nobel.

En aquel momento expresó su posición firme en favor de la UE. "Un veterano periodista me dijo que si la Unión Europea había aceptado a España, seguro que aceptaría a Turquía, pero la gran frustración es que eso no se ha producido", lamentó.

nrv

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