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Del 1 al 5 de septiembre, México será sede de la segunda ronda de renegociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, y en este contexto hoy a las diez de la mañana en la SOGEM se hará público un documento que expresa la posturas y propuestas de miembros de la comunidad artística sobre la renegociación del TLCAN.

Dolores Heredia, presidenta de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas, lo explica en entrevista: “El punto central de ese comunicado es que, en la renegociación, México saque del Tratado de Libre Comercio a la cultura como lo hizo Canadá, que haga una reserva. Pedimos que la cultura quede fuera de estos tratados, la cultura no puede ser tratada como un producto mercantil; puede ser una industria, pero industria cultural. Hay una desventaja y un desequilibrio total en cómo estamos compitiendo”, sostiene la actriz.

La productora Mónica Lozano, quien junto con Daniel Giménez Cacho y otros actores, realizadores y productores, estarán en la presentación del documento, comparte la idea: “Veo la oportunidad para hacer la excepción a la cultura en el Tratado y definir las bases del intercambio comercial que vamos a tener, lo que incluye al cine y la televisión pero pasa también por plataformas digitales. Que sea de manera equitativa con cualquier contenido de Estados Unidos y del mundo. No puedes dejar todo al libre mercado. Lo que hay es una concentración en pocas manos”.

No hay medidores precisos de cuánto ha afectado el Tratado el sector Cultura. El cine, una de las industrias culturales que más ha crecido en cuanto a la producción, enfrenta una situación de competencia desigual ante una industria poderosa, como es la de las productoras de los Estados Unidos. La situación más compleja se presenta en la exhibición y en los recursos que llegan a los productores.

De cara a las negociaciones, lo que ha hecho la Secretaría de Cultura, junto a la Secretaría de Economía, es celebrar dos reuniones con representantes de las industrias editorial y cinematográfica. Si hay un proyecto o posicionamiento por parte de la Secretaría de Cultura frente a qué renegociar o no en el Tratado, es algo que esta dependencia no respondió a una solicitud de este diario.

Desigualdad. “Lo más flagrante es que en la taquilla de los cines mexicanos, en el caso de una película de Hollywood, 60% de la taquilla se la lleva el productor, y en una mexicana se lleva 30% el productor”, argumenta la escritora y periodista Sabina Berman. Agrega que en el teatro también ha habido una situación desigual con el TLC: “La cultura ha sido apabullada, lo ves en el teatro, en la cantidad de obras de teatro de Estados Unidos que hay, y en los musicales, cuando antes había obras de dramaturgos alemanes, españoles...”

Víctor Ugalde, director y escritor de cine, integrante de la comisión redactora del documento que hoy se presentará, y miembro del GRECU (Grupo de Reflexión sobre Economía y Cultura de la Universidad Autónoma Metropolitana), escribió en el artículo “Competencia ruinosa para el cine mexicano”:

“Antes del TLCAN el cine mexicano contaba con una cadena productiva sana, hoy la cadena está pervertida para el beneficio de unos cuantos”. En su texto, Ugalde llamó a aprovechar la renegociación del TLCAN “para recuperar nuestra soberanía fílmica e ideológica, lo que nos llevará a recuperar nuestra economía”.

La productora Mónica Lozano describe la situación compleja de exhibición de las cintas nacionales frente a las de Estados Unidos: “Nos programan para salas de cine en 14%, cuando mejor nos va. Tenemos una participación de mercado que puede ir de 5 a 8%, cuando somos exitosos, pero el acceso a esos contenidos es de manera temporal, casuística o un título no entra a todas las salas posibles y ciudades. En estrenos, el exhibidor nos otorga hasta 14%, pero eso no quiere decir que se cumpla con una cuota de pantalla como establece la ley (de 10%). Nuestra ley (la Federal de Cinematografía) tendría que prever cómo se define esa cuota, cómo se aplica y qué sanciones debería haber si no es cumple. Nada de eso sucede hoy”.

Un ejemplo de esta situación lo expone Dolores Heredia con el filme Días de gracia: “Fue una cinta extraordinaria; los actores íbamos a alguna sala donde estaba, en los horarios de exhibición, a presentarnos al público; nos dimos cuenta de que en la primera semana de estreno, la película estaba siendo exhibida en horarios rarísimos. Fuimos a otra sala, íbamos a comprar boletos y nos dijeron que estaba llena, pero entrábamos y la sala estaba vacía; yo lo vi. Por más que intentamos, se quedó muy poco tiempo. Siempre, dicen los exhibidores, que es porque el público no va. ¡Y cómo va a ir si tienes en dos salas la película mexicana, a las 11 de la mañana, una de la tarde y 10 de la noche, y en las demás salas tienes el éxito de la película estadounidense! Esa es la historia de todas las películas que he hecho”.

Lo que se firmó en 1994. “Yo estoy esperanzado de que salgamos del punto muerto al que nos llevó el Tratado de Libre Comercio, casi diría ‘cualquier cosa menos eso’, por ahí no se iba a ningún lado y los intentos por romperlo fueron vanos. Fue tristísimo. La historia nos ha demostrado que en 25 años el cine mexicano pudo desarrollarse como producción pero no como industria, que son dos cosas distintas. Le ha hecho mucho daño, por el gran avasallamiento. Dentro del TLC nunca se habla de la industria del cine mexicano sino como un servicio. ¿A quién se le rinde ese servicio? Pues obviamente a la hegemonía norteamericana, no nos hagamos tontos. Los que dominan son los grandes capitales norteamericanos”, dice el crítico y escritor Jorge Ayala Blanco.

“La posición mexicana cuando se dio la firma del Tratado de Libre Comercio en 1994 fue que no iban a entrar asuntos relacionados con la cultura —contextualiza Eduardo Cruz Vázquez, coordinador del GRECU—. Hay la percepción de que hubo una discusión de qué meter y qué no (en materia cultural), cuando la decisión del gobierno mexicano desde un principio fue que no iban a entrar en el Tratado los temas relacionados con bienes y servicios culturales, y lo que pasó es que el sector quedó expuesto a leyes de mercado”.

Berman recuerda que la reacción ante el Tratado, por parte de la administración de entonces, de Carlos Salinas de Gortari, fue subsidiar: “No es malo, pero desde entonces no ha habido algo más. No tenemos una política cultural que prevea la exportación de nuestra cultura. Si un produc to mexicano trasciende las fronteras, a la administración cultural no le ha importado. Es ridícula esa ausencia de políticas para la cultura en México, en un mundo globalizado”.

Para Cruz Vazquez, “México debió tomar medidas para proteger su industria cultural nacional; protegerla, no de la apertura, sino de la competencia desleal e inequitativa en la que todos estos grandes satélites de los negocios se toman los mercados nacionales y dejan en la indefensión a industrias y expresiones culturales y artísticas mexicanas”.

Los entrevistados coinciden en que hoy al exceso de producciones de EU en las salas de cine, se suma el de los contenidos en plataformas a través de Internet y otras tecnologías. Allí también hay grandes desventajas porque la programación de cintas y series de EU, por ejemplo en Netflix México, es muy alta en comparación con lo que de México exhibe Netflix en EU.

En este contexto, desde el domingo 20 de agosto se comenzó a trabajar en el documento que hoy se presentará, el cual recoge debates que sobre el tema ha habido a lo largo del año. Se basa, recalca Dolores Heredia, en que “las audiencias no están teniendo la opción de recibir lo que se está produciendo en el país, y en cambio tienen bombardeo de producciones norteamericanas. El imaginario nacional es avasallado por una cultura externa que tiene la puerta abierta para acceder a todos los rincones, las posibilidades, los permisos, todo”.

El documento fue elaborado por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas, colectivos y asociaciones y artistas. “Esta es una convocatoria a que como comunidad artística visibilicemos este problema. No queremos quitarle el éxito a los exhibidores, se lo celebramos, el asunto aquí es que eso no puede ser sobre la masacre de otros”, dice Heredia.

Encuentro sin salidas. La reunión de miembros de la comunidad cinematográfica con los secretarios de Economía, Ildefonso Guajarado, y Cultura, María Cristina García Cepeda, celebrada hace dos semanas, dejó a algunos participantes más optimistas que a otros, y abrió el tema de que es necesario que se tomen medidas de política pública para hacer más competitivas las industrias culturales en un mundo globalizado.

“La Secretaría de Cultura puede hacer cosas, pero la realidad es que la que tiene por mandato la política económica es la secretaría de Economía. Lo que no se vale es que el secretario (Guajardo) a todo responda que es cosa de política pública, y que no plantee ninguna solución”, cuestiona Eduardo Cruz.

Sabina Berman, quien estuvo en la reunión, concluye acerca de ese encuentro: “Mi impresión es que la decisión del gobierno mexicano es abrir los menos fólderes posibles; mientras menos cajas de Pandora se abran, menos mal nos va a ir. Cuando se abre un área de negociación, todo es susceptible de renegociar, y la postura mexicana es: ‘Nosotros no queremos renegociar, es el gobierno norteamericano el que nos ha forzado a negociar’. Pienso que el secretario de Economía le pasó la responsabilidad a la secretaría de Cultura porque yo creo que sí hay cosas que negociar. El Secretario dice: ‘Es libre mercado’. Sí, pero es que el cine mexicano está desamparado. El gobierno mexicano se comporta como si no tuviera velas en el entierro, y ¿cómo no va a tener vela en el entierro si es nuestra cultura? La estrategia de México no es negociar, sino resistir el embate abusivo de una administración temporal de Estados Unidos”.

EL UNIVERSAL solicitó a la Secretaría de Cultura información sobre la participación de esta dependencia en el equipo que renegocia el TLCAN y su posición acerca de qué negociar o no. Su respuesta, a través de la Dirección de Comunicación Social, fue:

“La Secretaría de Cultura y la Secretaría de Economía realizaron en días pasados dos reuniones para escuchar a los representantes de las industrias editorial y cinematográfica. Fueron diálogos muy fructíferos, en los cuales los diferentes actores de dichas industrias expresaron sus puntos de vista en el contexto de las negociaciones del TLCN. Las reuniones fueron de utilidad para que los especialistas que participan en las citadas negociaciones conocieran de manera amplia la opinión de dos sectores fundamentales de la promoción cultural”. (Con información de Yanet Aguilar)

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