Si ya la imagen era contundente y clara, el mensaje no dejó lugar a dudas. Marcelo Ebrard, de pie, codo a codo con la candidata de Morena a Jefa de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, lo dijo con todas sus letras: “(Miguel Ángel Mancera) abandonó la seguridad por frivolidad, igual que abandonó ahorita a la ciudad por irse a buscar un escaño”. Y en sus palabras, el ex jefe de Gobierno y actual coordinador de campaña de Andrés Manuel López Obrador para el noroeste, enviaba un claro mensaje político a quien fuera su pupilo y sucesor en el cargo: “vamos por ti”.

Apenas hace unos días que los dos personajes, antiguos amigos y hoy enemigos irreconciliables, coincidieron en un restaurante en Tepic y, a pesar de que los separaban apenas unas mesas, ninguno de los dos fue capaz de transitar una distancia físicamente tan corta, pero que políticamente era un abismo. Y el jueves, Marcelo Ebrard dejó los estados del noroeste, donde promueve la campaña presidencial de Morena, para venir directamente al territorio de la Ciudad de México, la que gobernó de 2006 a 2012 y en la que él mismo operara para dejar como su sucesor, con la votación más alta de la historia electoral capitalina, a Mancera Espinosa.

Las palabras de Marcelo, en el evento en el que se presentó la estrategia de seguridad de la candidata de Morena para la capital del país, confirma lo que ya habíamos anticipado en otras entregas: que detrás de Claudia Sheinbaum y su propuesta de gobierno para la CDMX no sólo está su jefe político López Obrador, sino también Ebrard con toda su experiencia de un gobierno que terminó con altos niveles de aprobación en 2012, pero también con todos los rencores, resentimientos y facturas políticas que busca cobrar a Mancera, a quien considera que lo traicionó y que fue en parte culpable del golpeteo político y la persecución de Los Pinos y de Peña Nieto que lo llevó a tener que exiliarse por varios años entre Europa y Estados Unidos sin poder volver al país por el temor a ser acusado y detenido por alguna “investigación” federal en su contra.

Quien sabe si Mancera y su equipo cercano hayan tomado nota puntual del mensaje de Marcelo y sepan que lo que viene detrás del muy posible triunfo de Sheinbaum que anticipan las encuestas, no sólo es el embate de Morena que viene con toda la fuerza por la CDMX, sino también la venganza de Ebrard que tendrá en una administración afín, la mesa servida para comerse ese plato que se sirve frío y se disfruta al máximo.

Porque aunque ahora Mancera y sus cercanos están más dedicados a hacer campaña por el país que recorre el ex jefe de Gobierno en busca de una senaduría plurinominal que aún no es validada por los magistrados del Tribunal Electoral federal, o en la misma ciudad otros manceristas como Julio Serna, que acompaña como coordinador a Alejandra Barrales, pareciera que han perdido el foco de que, más que un escaño en el Senado, que aún está en duda, lo que es vital para ellos y su supervivencia política sería que no se perdiera la CDMX y que la próxima jefa de Gobierno no se apellidara Sheinbaum sino Barrales.

Porque con Scheinbaum vendrá Marcelo y toda su furia contenida en contra de los manceristas y del propio Mancera. Y si eso no lo entiende desde ahora el ex jefe de Gobierno, más le vale que el Tribunal le valide su candidatura pluri y que pueda llegar a un Senado en donde todavía exista el fuero, si es que la iniciativa que lo elimina la sigue frenando el PRI como acaba de hacerlo. De lo contrario el mancerismo será el blanco directo de las primeras acciones de una jefatura de Gobierno de Morena en contra de la “corrupción” con las que, además de terminar de legitimarse, buscarán ganar popularidad.

Así que más vale que lo entienda el jefe de Gobierno con licencia y todos los que acompañaron en su administración. Si no apoyan a la candidata que se hace llamar la Jefa y ésta no logra alcanzar y pasar a Sheinbaum, entonces caerá sobre ellos la venganza del “carnal”. Y de esa no se salvan ni yendo a rezarle a la Morena.

NOTAS INDISCRETAS…Nueva alianza y el Partido Verde están en problemas con su candidato presidencial José Antonio Meade. Al interior del alicaído equipo de campaña del PRI se escuchan quejas de que la agrupación de los maestros no está operando como debería y muchos maestros del SNTE están jalando con su antigua lideresa, Elba Esther Gordillo, a favor de “ya saben quién”. En tanto los verdes tienen problemas hasta para llenar los espacios disponibles para candidaturas. El mejor ejemplo de lo que está pasando es el Estado de México. Los verdes se robaron 65 candidatos del PRI a distintos puestos locales para presidenciales municipales, regidores y diputados locales. El robo es lo de menos, dicen en el PRI, lo más grave es que la autoridad electoral no los dejó pasar porque los aspirantes participaron en dos procesos al mismo tiempo. La pregunta que a estas alturas se hacen los priístas en el Edomex y en otros estados es: ¿qué tiene realmente el Partido Verde para aportarle a Meade?...Los dados mandan Serpiente.

sgarciasoto@hotmail.com

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