Tiene sex appeal el Frente Ciudadano por México (FCM) impulsado por PAN, PRD y MC. Su atractivo es tal que, en diez días, contados a partir del 5 de septiembre pasado, cuando se presentó ante el INE su convenio de formación, se puso a la cabeza de las preferencias electorales medidas por las encuestas. Tomemos como base la de Consulta Mitofsky, en la pregunta que no especifica nombres de los posibles candidatos: PAN-PRD-MC 27%, PRI-Verde-Panal 19.4% y Morena-PT 19.2%.

Los promotores del FCM (dos partidos ideológicamente antagónicos que, no obstante, ya han ganado gubernaturas en alianza) han sembrado bien la idea de que, más allá de sus muchas y profundas diferencias, hay una que los une, México, y al menos cinco objetivos centrales para remontar el actual estado de cosas: una estrategia efectiva anticorrupción, un efectivo Estado de Derecho que extirpe la impunidad, una política estricta de rendición de cuentas, la atemperación de la desigualdad y el cambio de régimen político con gobiernos de coalición en el que el secretario de Gobernación sea de un partido diferente al que ganó la Presidencia y en el que tengan cabida en el gabinete integrantes de las otras fuerzas aliancistas.

Para entender los alcances de esta propuesta debe precisarse que, por lo pronto, estamos ante un Frente que no tiene objetivos electorales. Lo que busca son “metas políticas y sociales compartidas, de índole no electoral, mediante acciones y estrategias específicas y comunes”, conforme al artículo 85 de la Ley General de Partidos Políticos. Los partidos frentistas, que conservan personalidad jurídica, registro e identidad, presentaron ante el INE causas que los motivan, propósitos que persiguen, cómo ejercerán en común sus prerrogativas y una duración fechada hasta el 31 de octubre de 2024. La autoridad electoral deberá resolver el próximo lunes a más tardar si el FCM cumple con los requerimientos establecidos en el artículo 86 de ese ordenamiento legal.

De manera que, con un valor legal y un ideario político, lo lógico es que el Frente evolucione hacia una coalición electoral. El límite para registrar ante el INE coaliciones electorales es el 12 de octubre. Ese registro no obliga a definir el nombre del candidato postulado. Eso podría saberse el 12 de noviembre, fecha en que inician las precampañas, que no podrán durar más de 60 días. Si los partidos o coaliciones deciden no aprovechar ese periodo de precampaña, entonces sería hasta el 12 de enero del año próximo cuando se conozcan los nombres de todos los candidatos.

El Frente, por lo pronto, ya ha actuado como tal al condicionar la instalación de la mesa directiva de la Cámara de Diputados a la eliminación del pase automático del fiscal carnal y se ha fijado otros objetivos legislativos, destacadamente aprobar la Ley de Gobiernos de Coalición, eliminar el pase automático de procurador a fiscal y el fuero de todos los servidores públicos; y la reforma constitucional para instaurar el mando mixto policial.

Muchas de estas propuestas implican reformas constitucionales que requieren votaciones calificadas, es decir, de dos terceras partes del Congreso: 333 en la Cámara de Diputados y 85 en la de senadores. Las que no son reformas constitucionales requieren la mitad más uno del Legislativo: 251 en la Cámara Baja y 65 en la alta. ¿Le alcanza al FCM? No. Su peso real es este: 182 diputados (109 del PAN, 52 del PRD y 21 del MC); y 46 senadores (38 del PAN y 8 del PRD). Al igual que el PRI y su aliado el Verde (con 245 diputados y 55 senadores), requerirían jalar votos de otras fuerzas para aprobar iniciativas.

Los críticos del Frente han acusado demagogia por el uso del término ciudadano en su denominación.

Conceptualmente, diferenciar lo ciudadano de los partidos políticos es una falsa dicotomía. En Grecia, cuna de la democracia, toda estructura política debía estar constituida por ciudadanos. Quien no ejercía ese derecho era un ciudadano idiota. Y no hay en esto afán peyorativo, pues en la antigua Atenas se llamaba idiotes a aquel que no participaba, al que no hacía valer su categoría de ciudadano que lo diferenciaba de un bárbaro.

Pero en la práctica, en medio del desprestigio de la política, hay una disociación del concepto ciudadano con el de los partidos. En este sentido, la dicotomía es verdadera.

En cualquier caso, el futuro del Frente se resolverá cuando deba definir a su candidato presidencial. Habrá un choque de egos. El siempre práctico senador priísta Emilio Gamboa ha dicho que hasta ese lindero llegará, mientras que AMLO lo considera una “vil simulación”. Ambos ven dos escenarios: los frentistas se escindirán, algunos de sus integrantes se irán por la vía independiente y las militancias inconformes migrarán hacia otras siglas.

Como siempre, el que pierde es México y con él, el ciudadano idiota.

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