Quizá como en pocos países que se asumen democráticos, en México esa es la peor mentira. La democracia de la que se ufanan todos los políticos sólo la ven, la practican y la aprovechan ellos. Para la sociedad esa forma de gobierno se reduce a un status electoral; los beneficios que promete comienzan con la demagogia de las campañas y terminan en las urnas. El ejercicio del poder deviene reparto de un botín en el que sólo participa la élite, conformada ahora por todos los partidos. Ninguno quiere quedar fuera. Mientras, drama y tragedia nacionales, que la sociedad resista.

A eso apunta claramente la alianza contra natura que han comenzado a construir dos partidos que se concebían históricamente contradictorios e irreconciliables, dada su ideología y sus propósitos originarios en la búsqueda de acceso a las magistraturas.

El Frente Ciudadano por México, nombre en el que se oculta la esencia y finalidad que se proponen el PAN y el PRD, con MC de chipote, no entraña una unidad partidista mirando realmente a la procuración del bienestar social. Lo que pretenden, pese a su discurso, es asegurar, juntos, los privilegios que implicaría su acceso a la Presidencia de la República, meta de su mezcolanza.

En la reedición de una parte de la historia política, que por muchos años se dio bajo la premisa de “quítate tú para ponerme yo”, observada en el partido de más larga vida en la nación, PAN-PRD-MC esgrimen la misma motivación. Lo que quieren esencialmente es desplazar al PRI del poder presidencial y acceder a todos los beneficios que eso implicaría.

Desleales con el electorado, lo hacen en su nombre, pero en realidad actúan por y para sí mismos. Ni le consultan sus decisiones, ni lo harán partícipe de los eventuales beneficios de sus logros electorales, como ya es su costumbre en el contexto de una inmoral utilización.

La democracia que ofrecen los derechistas e izquierdistas pegados, considerada magnánimamente, es una oligarquía, o sea un gobierno de los pocos ricos. Definida como burda y cruda práctica, desprovista de toda ideología, principios y ética, es un asalto a los derechos y a la dignidad del ciudadano que, por otra parte, también debe cargar el peso de permitir despojo y ataque en simultáneo.

Y como hay otro personaje que, con un partido propio ha estado construyendo por años sus posibilidades de llegar a la Presidencia nuevamente bajo la máxima de “la tercera es la vencida”, hay que frenarlo también a toda costa.

Con independencia de que se concrete la formación de ese Frente, que realmente debería llamarse de demolición porque pretende acabar con el PRI y con Morena al mismo tiempo, lo que debería preguntarse el electorado es si con un reducido margen de votos, siendo el ganador, ese esperpento controlaría el Congreso, resolvería los problemas y, sobre todo, haría un gobierno transparente y honesto.

El resultado de los comicios de 2018 que todos los especialistas prevén es a tercios, de tal modo que ninguno será lo suficientemente fuerte para imponer decisiones, ni tan marcadamente débil que permita que otro lo haga. En ese escenario, lo que se visualiza es una pugnacidad insuperable, un estancamiento, una pérdida de tiempo y de oportunidades de mejoría que, sumados a todos lo que hemos dejado escapar, se seguirá traduciendo en atraso, miseria y violencia.

En sus orígenes, el PAN proponía la democratización con base en la educación. Su lucha por el cambio fue loable. Tardó seis décadas en protagonizar la alternancia, señal inequívoca de un proceso de avance en la democracia. Pero, ¿en qué quedó? De los doce años de gobiernos panistas cada ciudadano puede dar su testimonio.

El PRD surgió del Frente Democrático Nacional, encabezado por priístas inconformes por el abandono de la gente en que incurrieron los gobiernos llevados al poder por el PRI. La avidez de la población por una transformación de fondo lo encumbró en muy poco tiempo. Ha estado cerca de conquistar la primera magistratura del país.

¿Qué son PAN y PRD ahora? La gente lo sabe. Como también sabe de todo el oscuro, hipócrita y cínico historial de Dante Delgado.

¿Es ese frente el que, con sus camarillas, que ya se reparten cargos sin ningún escrúpulo, sacará a México de su estado permanente de conflictividad, confrontación y atraso?

El electorado lo decidirá en menos de 300 días. La gran incógnita, que ninguna encuesta ha podido descifrar son las razones producto de la reflexión que finalmente lleven a la emitir su preferencia o, como tristemente se prevé, ni siquiera acuda a las urnas para manifestar su rabia, descontento y hartazgo.

SOTTO VOCE… El secretario de Hacienda, José Antonio Meade, entregará hoy en la Cámara Baja la Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos de la Federación de 2018. El sentido social que se seguirá dando al gasto público para atender las necesidades de la gente, los hará fácilmente aprobables… A propósito del otro “lopitos”, el de Sinaloa, qué triste y doloroso debe ser que después de haberse sentido el todopoderoso, en el Informe no hubiera nadie que se le quisiera acercar para no contagiarse de la deslealtad, ingratitud y traición que lo caracterizan como parte de su ADN… Ante la incertidumbre político-electoral que prevalece en el país y la confrontación que irá in crescendo por la sucesión presidencial, explorar la posible formación de un Gobierno de Representación Proporcional en lugar de frentes, alianzas, gobiernos de coalición, debería ser del interés de los políticos. La idea, del politólogo Enrique Olivares, contiene propuestas de solución al divisionismo, lo que, de suyo, podría evitar grandes problemas a México.

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