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Muchas propuestas presidenciales son buenas, esperadas y loables. Ese discurso alienta el anhelo social de ver acciones concretas que permitan visualizar el cambio. La gente espera que las palabras se traduzcan en hechos. De eso depende la confianza, la esperanza y el respaldo colectivos que seguirá teniendo el gobierno.
Uno de los grandes males que más duelen es la corrupción; agravado ahora por la inseguridad y la situación económica, se lo puede ubicar como parte fundamental de la discordia que caracteriza a la sociedad. La opulencia de unos al amparo del poder, y la precariedad de los más, marca y nutre la desigualdad y la injusticia, y alienta el ansia de un vuelco.
Sensible, el presidente Andrés Manuel López Obrador sabe muy bien eso y se propone remediarlo. Para ello, anuncia que creará el “Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado”. Hay qué ver cómo se constituye, qué funciones y alcances específicos va a tener, contra quiénes actuará y quién lo encabezará.
Si con esa nueva institución se decomisa tan sólo mil 500 millones de pesos anuales, como prevé el jefe del primer nivel, el país enfilará, efectivamente, hacia un giro inédito.
Destinar esos recursos a financiar proyectos comunitarios generaría una considerable mejoría en las condiciones de vida de muchos. Más aún, se sentarían las bases de una nueva cultura en dos vertientes: 1) Los delitos de ayer no quedarían impunes, y 2) Se inhibiría sensiblemente la cleptocracia en el presente.
Sólo las grandes mudanzas culturales, procesos de larga duración, tienen el potencial refundacional de los Estados-Nación. Concretar el paso anunciado, daría sólidos cimientos a la 4T.
Para ello, las autoridades ya pueden apelar a la Ley de Extinción de Dominio, que entró en vigor el 15 de marzo pasado. Con ese instrumento, se pueden recuperar bienes por actos de corrupción, robo de hidrocarburos, delincuencia organizada, secuestro, narcotráfico…
Pero si el presidente pretende ir a un pasado más lejano, tiene que idear una fórmula original, que no se ve nada sencilla. Acaso el anuncio del titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, Santiago Nieto, sobre quiénes han hecho transacciones colosales con dinero negro, esperado para hoy en la conferencia matutina, sea un primer paso en esa dirección.
Con certeza, quienes saquearon las arcas públicas debieron ser lo suficientemente listos para poner en lugar e instrumentos seguros el fruto de sus fechorías. Al momento de consumarlas tenían los medios para encubrirlas.
Las consejas y rumores de que muchos servidores públicos han sido unos pillos, son bien conocidas. Pocos escapan a esos señalamientos. Informaciones documentadas sobre los atracos cometidos desde las alturas, no han faltado últimamente. Todos escudan sus corruptelas en la prescripción legal, a los cinco años. A esa forma de impunidad, se suma el cinismo, continuum al que hoy AMLO se propone poner fin.
Su encomio merece reconocimiento y apoyo general. Que recupere y venda el producto del pillaje para hacer obras sociales, sería extraordinario. Si lo logra, sería un hecho histórico en la vida política de este país. Elevaría mucho el gran respaldo y la enorme popularidad de las que goza actualmente. Su desafío es hacer de lo posible… lo deseable.
SOTTO VOCE...
Por su lealtad y eficacia, y por sus excelentes resultados al frente de Morena, Yeidkol Polevnsky se enfilará en su momento, de manera natural, hacia una posición de la más alta responsabilidad… Aunque la reforma educativa es constitucional, la CNTE no tiene llenadera. ¡Va por más!... ¿Cuánto se podría recaudar si hubiese capacidad para armar un programa de regularización de inmuebles que fuese ágil, honesto y económico? La burocratización y la corrupción que caracterizan ese ámbito, tiene en la incertidumbre sobre su propiedad a millones de personas.
ombeluniversal@gmail.com
@mariobeteta