EL UNIVERSAL nos ha ofrecido nuevamente sus páginas para dar espacio a los logros y los retos de nuestra Universidad Nacional, a fin de que se aprecie mejor la forma en que la Fundación UNAM apoya estos esfuerzos y para que los lectores puedan sumarse a impulsar estos objetivos.

Nuestra Universidad Nacional, y digo nuestra porque la UNAM es de todos, a diario cumple con los objetivos que consagra su ley: apoyo a la docencia, a la investigación científica y a la difusión de la cultura.

Este marco legal es consistente con su historia centenaria. Desde que fue la Real y Pontificia, la Universidad Nacional y, más tarde, en 1929, la Autónoma de México.

Nuestro país no se explica sin la presencia de la UNAM. En todos los campos y desde hace muchos años, universitarios han estado detrás de logros formidables.

Las políticas públicas se alimentan también del diseño e instrumentación que grandes universitarios le han aportado al quehacer nacional.

De igual forma, el talento formado en la UNAM ha enriquecido el escenario internacional y egresados de sus aulas forman parte del elenco destacado de Premios Nobel: en su contribución a la paz, a las letras universales y en el ámbito científico con Alfonso García Robles, Octavio Paz y Mario Molina.

Es muy difícil dimensionar las aportaciones de la UNAM. Su labor cotidiana abre las puertas a una comunidad de miles de estudiantes y maestros, unos que se preparan y otros que hacen propicia su formación profesional. Sus salones de clase, sus laboratorios y museos, sus salas, entre muchos, son espacios que de manera ininterrumpida generan nuestra docencia y nuestra investigación científica, así como nuestra riqueza cultural.

Pero pocos conocen los apoyos que otorga la Universidad para que muchos jóvenes puedan realizar sus estudios.

En efecto, entre sus muchos atributos, la UNAM tiene una deliberada política de inclusión social. Los muchos avances del país no han podido resolver la acentuada desigualdad que todavía prevalece y que lastima a nuestra sociedad.

Atenta a esta realidad, la UNAM apoya con becas a prácticamente la mitad de sus 320 mil alumnos.

Consciente de que no es suficiente abrirles las puertas de nuestra Máxima Casa de Estudios, se considera que es necesario otorgarles un apoyo adicional que les de la mano mientras realizan sus estudios.

La mayoría de nuestros estudiantes provienen de familias que generan entre cuatro y seis salarios mínimos, lo que hace más relevante haber superado las dificultades académicas para acceder a la UNAM, adonde sólo entran los mejores y lo que obliga, aún más, a la sociedad a proporcionarles apoyo. Muchos de ellos, además, son los primeros en su familia en tener educación universitaria.

Aquí es donde destaca la labor de la Fundación UNAM, que pronto cumplirá 25 años. Con la contribución de muchos donantes, grandes y pequeños, genera recursos para proporcionar parte de estos apoyos. De las 150 mil becas que otorga la UNAM, más de 60 mil provienen de la Fundación.

Por eso decimos que ayudamos a los jóvenes a realizar sus sueños, a hacer posible lo imposible.

Entre estos apoyos, algunos son tan básicos, como proporcionar Apoyo Alimenticio garantizando a sus beneficiarios, cerca de 15 mil, una comida bien nutritiva al día mientras que otras, como las Becas de Manutención, nuestro principal instrumento, superan las 40 mil.

Las becas de movilidad abren las puertas, durante un semestre, a las principales universidades del mundo a los mejores estudiantes, cerca de 2 mil en los últimos tres años.

Resulta emocionante que, cuando se les pregunta a estos jóvenes para quiénes de ellos es su primera salida del país, la gran mayoría levanta la mano. En consecuencia, es su primer viaje, su primer pasaporte, seguramente su primer vuelo en avión, el primer desprendimiento de su familia y la primera experiencia académica fuera del país. Una experiencia que les dejará una huella de por vida.

Brigadas de Salud, auspiciadas por FUNAM, recorren el país llevando servicios odontológicos a miles de beneficiarios que han permitido cerca de 50 mil tratamientos que han llegado a más de 12 mil pacientes.

En la Fundación hemos instaurado premios a la investigación y a la innovación. Empresas patrocinadoras señalan los temas objeto de estudio, alumnos y maestros de la UNAM los realizan y un jurado selecciona los mejores trabajos que serán motivo de reconocimiento. La experiencia se ha traducido en un círculo virtuoso y en un vínculo fructífero y natural entre la academia y el mercado y, lo más sorprendente y grato, ha abierto valiosas puertas a oportunidades de trabajo.

Estas y muchas más acciones se realizan en Fundación UNAM. Por eso queremos agradecer a EL UNIVERSAL: por abrirnos sus páginas en esta Segunda Etapa para que se conozca mejor lo que hace la UNAM; por permitir que muchos universitarios puedan expresar aquí lo que la UNAM significa en sus vidas; porque con esta diversidad de información estamos seguros de que muchos más apoyarán a la Fundación y, al hacerlo, permitirán que más jóvenes hagan realidad sus sueños, que hagan posible lo imposible.

*Presidente de la Fundación UNAM

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