Donald Trump no gana una. En medio año sólo acumula fracasos. La salida de su jefe de Estrategia y alter-ego Stephen Bannon –racista, antimexicano, ultraderechista– es la prueba madre de que su gestión es un desastre.

Se le han ido nueve colaboradores, las instituciones de inteligencia y seguridad están en su contra, tiene a la prensa de enemiga, se ha peleado con sus principales aliados en el mundo, no pudo cancelar el Obamacare, no prosperó su veto a los musulmanes, no ha logrado poner un ladrillo del muro y ya se dio cuenta que México no va a pagar por él.

Un Trump débil pero políticamente vivo es quizá el mayor de los peligros para México, en medio de la renegociación del TLC.

Porque si Trump cae, gran noticia para nuestro país: se va Mr. Incertidumbre y llega Mike Pence, su vicepresidente, un político tradicional que no cometerá la torpeza financiera de desechar el Tratado. Y si Trump por el contrario cobra fuerza, tendría capital político para llegar a buen puerto con el TLC.

Pero un Trump acorralado, débil, acosado por el establishment (que tanto valora el TLC) y del que se desencanta su base de simpatizantes (que tanto odia al TLC), puede dar un manotazo sobre la mesa y salirse del Tratado para animar a sus porristas.

Según fuentes involucradas en las pláticas de renegociación, Canadá piensa que si Trump hace esto, el Capitolio se encargará de contenerlo; pero México considera que el Congreso estadounidense no tiene tal fuerza y sería el peor escenario. La mala.

¿Y la buena? Que se han encumbrado en la administración Trump los “amigos de México”. La salida de Bannon es un triunfo de dos personajes centrales, con quienes estaba enfrentado:

El primero es el yerno de Trump, Jared Kushner, el gran contacto del canciller Luis Videgaray. Su cercanía ha permitido al mexicano un acceso sin precedente a la Casa Blanca y al gobierno estadounidense. Le tiene confianza y le da trato de aliado. La dupla ha logrado desactivar verdaderas bombas en la relación bilateral.

El segundo es el general John Kelly, quien en unos meses brincó de secretario de Seguridad Interior a jefe de Gabinete, el segundo hombre más poderoso en la Casa Blanca. Su ascenso tiene felices a varios miembros del gobierno mexicano, con quienes ha cuajado una gran relación: no sólo el canciller, sino los secretarios de Marina, Defensa y Gobernación.

La mala es el Trump débil. La buena es quiénes van ganando la lucha intestina en su administración. Y en medio, la renegociación del TLC.

Después de escuchar el discurso del representante comercial de Estados Unidos, Robert Lighthizer, al abrir las rondas de discusión el miércoles por la mañana, uno podía pensar que a puerta cerrada ese primer round sería sangriento.

Consulté con varios de los asistentes, del lado mexicano, tanto del sector gubernamental como del privado, y coincidieron en señalar que, muy al estilo de la administración Trump, hubo declaraciones explosivas frente a los medios, pero cordialidad, cortesía, entendimiento y buen trato en los encuentros privados, incluso del propio Lighthizer.

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