Estados Unidos cerró su oficina consular en Playa del Carmen, Quintana Roo, y emitió una alerta de viaje en esa importantísima zona turística porque recibió una amenaza creíble de que el miércoles de la semana pasada, a las 7 de la noche, el Cártel del Golfo atacaría al Jalisco Nueva Generación, en un intento por quedarse con la estratégica plaza.

O al menos eso fue lo que notificaron funcionarios estadounidenses a mexicanos, según me revelan fuentes oficiales de nuestro país, cuando México preguntó por qué tomaron esa medida que constituye un duro golpe al turismo, actividad central en la región.

Sin embargo, según me cuentan, los mexicanos no creyeron el argumento americano porque no tienen detectada presencia del Cártel del Golfo en Quintana Roo y porque Estados Unidos no habría podido proporcionarles el nombre del jefe de plaza del Cártel del Golfo que estaría detrás del ataque, tampoco la fuente de la información ni ningún dato adicional. Y porque al final no hubo tal enfrentamiento.

En el gobierno federal mexicano deducen que la previsión del supuesto enfrentamiento Golfo-Jalisco fue en realidad un instrumento de presión estadounidense para reclamarles su inacción tras los hallazgos de restos artefactos explosivos de fabricación casera —uno estalló en un ferri, el otro fue desactivado— en los dos navíos de Barcos Caribe, propiedad de la familia del ex gobernador Roberto Borge, preso por corrupción. La semana pasada en estas Historias de Reportero le adelanté en exclusiva que los peritajes, fruto del trabajo entre la Marina y la PGR, determinaron que se trató de artefactos explosivos improvisados (AEI) con capacidad de detonación a control remoto.

Así leen las autoridades mexicanas las señales de sus vecinos del norte.

Estados Unidos tiene sus propios argumentos. El 21 de febrero sucede la explosión, se dan cuenta de que se trata de un artefacto explosivo improvisado que debe hacerles pensar, al menos como hipótesis inicial de trabajo, que se trata de un acto terrorista. Lejos de eso, las autoridades mexicanas descartan demasiado rápido la posibilidad y no proponen ninguna medida para contener una eventual amenaza: ningún operativo especial para reaccionar al asunto, ninguna vigilancia reforzada, nada.

Estados Unidos emite entonces una primera alerta sobre los ferris. Seguramente si México hubiera actuado con más celeridad, no la habría emitido. Pero siguió sin hacer nada y vino una segunda alerta, ahora sobre Playa del Carmen, con el anuncio del cierre de la oficina consular ante la amenaza de violencia.

Y es hasta entonces que empiezan a detectar reacción del lado mexicano: la Comisión Nacional de Seguridad anuncia un operativo especial de policías federales para vigilar los muelles y abordar los ferris que hacen el cruce a las islas quintanarroenses. Como señal, Estados Unidos adelgaza los alcances de su alerta de viaje.

SACIAMORBOS. México se ha salvado: los medios de comunicación extranjeros casi no le han dedicado tiempo a este delicado asunto que impacta gravemente la imagen del país y puede atemorizar turistas. A ver si sigue la suerte.

historiasreportero@gmail.com

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