En una de sus últimas visitas a México, el entonces presidente de Estados Unidos Barack Obama habló francamente con su homólogo Enrique Peña Nieto:

Frente a la convulsionada imagen del gobierno mexicano en nuestro vecino del norte —ya habían sucedido los escándalos de Ayotzinapa y la Casa Blanca—, Obama le dijo a Peña que sería de gran utilidad para impulsar los temas promexicanos, como la reforma migratoria, que Rafael Caro Quintero fuera detenido.

Así me lo revelaron fuentes con acceso a la información que se vertió en esa reunión de primer nivel.

En ese momento, Caro Quintero llevaba apenas unos meses fuera de la cárcel, de la que había salido por su propio pie gracias a un descuido (¿voluntario o involuntario?) de la gente de la Procuraduría General de la República y del Juzgado. El asunto siempre olió mal.

Pasados los días, México no parecía muy interesado en capturar a Caro Quintero, alguna vez capo de capos.

Por un lado, él mandó una carta a Los Pinos (que se hizo pública) diciendo que estaba fuera del negocio de la droga y argumentando que había sido dejado en libertad con todas las de la ley.

Y por el otro, la información que captaban las varias áreas de inteligencia del gobierno mexicano iba en el mismo sentido: Caro Quintero estaba retirado y mandando mensajes a sus antiguos aliados y alumnos, y a los nuevos jefes del narco, de que quería permanecer fuera y vivir así lo que le quedara de vida.

En distintos momentos, en estas Historias de Reportero relaté que, según diferentes fuentes de inteligencia nacionales Joaquín El Chapo Guzmán dijo informalmente a sus captores que se había reunido con Caro Quintero una vez en la sierra, que el veterano capo vivía escondido entre su gente en una comunidad de Sinaloa donde todos se apellidan casi igual y que incluso había buscado contactar al líder del cartel Jalisco Nueva Generación (Nemesio Oseguera Cervantes, alias El Mencho) para ofrecerle dinero a cambio de que lo dejara en paz.

En el gobierno mexicano caricaturizaban más lo de Caro como una obsesión de los gringos (porque él fue acusado de matar a un agente de la DEA) que una prioridad de seguridad nacional por el peligro que pudiera representar. Su recaptura era absolutamente secundaria, o ni eso.

Con el paso de los meses la información de inteligencia que fui recabando de distintas dependencias mexicanas empezó a variar y se volvió contradictoria: mientras algunos seguían asegurando que Caro Quintero estaba retirado, otros empezaban a hablar tímidamente de que estaba de regreso.

No sé si tal cosa era fruto del intercambio de información con sus pares estadounidenses, pero justo hace una semana la agencia antidrogas estadounidense (DEA) emitió un reporte en el que asegura firmemente que Caro Quintero está de vuelta, que se quedó con el cártel de su ex pupilo El Chapo Guzmán y que es de nuevo el “narco de narcos”.

La captura y extradición de El Chapo ciertamente empoderó a Jalisco Nueva Generación, cuyo líder sí que ha sido declarado máxima prioridad para el gobierno mexicano desde hace mas de dos años y no lo han agarrado.

Habrá que ver qué dicen ahora del lado mexicano sobre esta nueva sentencia de la DEA. No deberán desdeñarla, al menos por el ángulo político que tiene todo en esta época de Donald Trump.

historiasreportero@gmail.com

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses