En enero de 2006, Thomas Friedman, un célebre columnista del New York Times, afirmó que “en los siguientes seis meses” se determinaría el futuro de Iraq y de la intervención estadounidense en ese país del Medio Oriente.

Eso no tendría nada de raro, salvo por un dato: Friedman había hecho básicamente la misma afirmación en catorce ocasiones distintas en los tres años previos. Y siempre, sin importar las circunstancias, el periodo crucial era de seis meses.

Como resultado de esa manía por la repetición, los críticos del columnista acuñaron un término: la unidad Friedman de tiempo (o un “Friedman”). Es decir, un plazo fatal de seis meses, cuyas consecuencias resultan siempre menos decisivas que lo anticipado y es seguido siempre por otro periodo de seis meses definido igualmente como de crucial importancia.

Esa medida de tiempo ya tiene en México su equivalente: es la unidad Durazo. Se trata de un periodo de 180 días al término de los cuales se empezarán a ver los resultados positivos de la estrategia de seguridad del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Pero, como en el caso de Friedman, el arranque del periodo crucial es eminentemente flexible.

El 28 de julio de 2018, en pleno periodo de transición, Alfonso Durazo, hoy secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, afirmó lo siguiente: “Yo estimo que pudiéramos revertir la tendencia ascendente de la criminalidad en el país en el transcurso de los primeros 180 días.”

Esa meta fue reiterada por Durazo, ya en el gobierno, el 17 de diciembre durante el Encuentro Nacional para la Construcción de la Paz y Seguridad: “La consigna del presidente López Obrador es que trabajemos todos juntos para llegar a los 180 primeros días del gobierno con resultados perceptibles para la gente; que logremos, cuando menos, un punto de inflexión en los principales indicadores de inseguridad."

Y luego, el pasado 12 de abril, el secretario se refirió al mismo objetivo, ahora en tono más triunfalista: “Es evidente que se ha roto la tendencia ascendente de la criminalidad que nos hemos propuesto lograr en los primeros 180 días de gobierno”.

Pero ahora resulta que ese periodo 180 días que concluiría el próximo 31 de mayo no es el bueno. El que cuenta es el que empieza a contar a partir de la aprobación de la Estrategia Nacional de Seguridad Pública. El jueves pasado, en su comparecencia ante el Senado, Durazo señaló lo siguiente: “Nos proponemos lograr un punto de inflexión en la tendencia de la criminalidad en los primeros seis meses de la aplicación [de la Estrategia Nacional de Seguridad Pública]. Un punto de inflexión en la tendencia creciente.”

Es decir, el punto de inflexión que supuestamente ya se había alcanzado no se ha alcanzado, pero se alcanzará de seguro en el futuro inmediato ¿En cuanto tiempo? En 180 días, por supuesto.

¿Y si en 180 días no hay cambio en la tendencia? Muy fácil: se mueve el punto de partida. Ahora se empezarían a contar los 180 días no a partir de la toma de posesión o de la aprobación de la Estrategia, sino de la puesta en marcha, formal, formalísima, con ley orgánica y reglamento y todo, de la Guardia Nacional. O si se requiere, puede ser a partir del momento en que las 266 coordinaciones territoriales estén funcionando a plenitud. O cuando los programas sociales alcancen cierta masa crítica. O cuando sea. De Durazo en Durazo, nos podemos ir un buen rato.

Eso tendría, en principio, un límite: el tercer aniversario del gobierno, cuando, según el secretario, se habrán alcanzado “niveles razonables de paz y tranquilidad” ¿Qué pasa entonces? Pues nada: el secretario ya no será secretario, sino gobernador de Sonora o candidato derrotado.

Que los platos rotos los pague el sucesor.

alejandrohope@outlook.com. @ahope71

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