Empecinado en ser mano en la apertura de fronteras, México le jugó todo a la imagen y semejanza de los “tigres de la Cuenca del Pacifico”, sustentado también el poder de su imán en los bajos salarios y la condena a cualquier resquicio de lo que se calificó de “proteccionismo”.

Tronó, pues, la quimera de que tras el acuerdo mercantil con los vecinos del norte se propiciaría una mayor productividad y competitividad en la economía.

Al margen de la exigencia de “justicia laboral”, es decir, estrechar la enorme brecha de 10 a uno en materia salarial, la ruta marcada por la Casa Blanca nos coloca en grave riesgo de perder la competitividad regional frente a otros bloques como el del Pacifico.

Colocadas las fichas en importar para exportar, es decir, ubicar al país en calidad de armador de mercancías con algún valor agregado con proa al mercado de Estados Unidos, el escenario se volvió una trampa.

Según el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico, bajo esa ruta, para que la economía crezca, por ejemplo, a 6% con los niveles actuales de demanda de los importadores nacionales, las exportaciones deberán crecer a 27% anual.

Misión imposible.

Bajo el actual modelo de apertura, sentencia el organismo, México solo podrá crecer con una estrategia orientada al fortalecimiento productivo y competitivo del mercado interno, “un nuevo modelo que genere una plataforma económica lo suficientemente sólida para poder competir globalmente”.

La historia nos alcanzó, dice, desde el primer día en que Donald Trump evidenció la viabilidad del TLCAN.

El diagnostico habla de una baja productividad como reflejo del sacrificio de la industria nacional y de sus vínculos con la educación tecnológica y los servicios de alto valor agregado.

En 2013 el entonces secretario de Hacienda, Luis Videgaray, había señalado letra por letra que en México hay dos historias, una de crecimiento sostenido de la productividad entre 1956 y por lo menos mediados de los 70, y otra donde la productividad decae y después se estanca.

En el primer caso el país le apostaba al proyecto estabilizador incluida la sustitución de importaciones. En el segundo a la apertura económica.

La confesión de parte se reitera en la exposición de motivos de la Ley para el Incremento Sostenido de la Productividad y la Competitividad de la Economía Mexicana… que se mantiene como letra muerta.

Por lo pronto, aunque México y Canadá llegaron con posiciones defensivas, se ve difícil que se pudiera poner en jaque la ecuación del todo o nada de Estados Unidos.

El país perdió la apuesta sostenida 30 años del mi resto por la globalización, dejando las fichas al azar.

Balance general.

En la antesala de la entrega al Congreso del proyecto de Ley de Ingresos y Egresos y los Criterios Generales de Política Económica, el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, promete que no habrá sorpresas.

El recorte de 150 mil millones se había anunciado previamente.

La flecha apunta a que no habrá nuevos impuestos, por más que se promete equilibrio financiero y nueva reducción de la deuda total del país.

El interés, pues, radicará hacia los capítulos a que apuntará la poda, tradicionalmente cargada hacia la causa de Petróleos Mexicanos y la Comisión Federal de Electricidad.

En un año electoral, la lupa estará fija también en el monto que se incremente el presupuesto social, es decir, programas de ayuda, salud y educación, tradicionalmente utilizados para promover el voto hacia el partido en el poder.

No, pero sí.

En la antesala del agotamiento del plazo de vigencia de la Oferta Pública de Adquisición colocada por el 100% de las acciones de OHL, la empresa envió a la Bolsa Mexicana de Valores, como “evento relevante”, un oficio del Sistema de Autopistas y Aeropuertos, Servicios Conexos y Auxiliares del Estado de México en que éste rechazaba haber autorizado un incremento de tarifas en vialidades concesionadas a la constructora.

Estamos hablando del Circuito Exterior Mexiquense y el Viaducto Bicentenario.

Sin embargo, se aducía que el tema seguía en análisis.

El caso es que un mes después la emisora envía otro comunicado como “evento relevante”, en el que acepta que siempre sí.

El peaje para el Viaducto Bicentenario costará casi 20% más, en tanto el del Circuito Exterior Mexiquense creció 4%.

Siempre sí, pues.

Debate moreno.

Previsto para el jueves un debate entre los aspirantes de Morena a la jefatura de Gobierno de la Ciudad en el Club de Industriales, la posibilidad se frustró al incorporarse de último minuto a un cuarto en discordia: el senador Mario Delgado.

La lista original, sobre la cual se habían calculado las reglas, apuntaba solamente a Claudia Sheinbaum, Ricardo Monreal y Martí Batres.

Aunque está por definirse una nueva fecha, llama la atención el que al anuncio del evento prácticamente se habían agotado las localidades.

En la larga gestión de José Carral al frente del organismo éste se ha convertido en la principal pasarela política del país.

Aduanas duras.

Durante el primer semestre del año las aduanas del país lograron recaudar 410 mil 216 millones de pesos, 16% más que en el mismo lapso del año anterior.

El 75% tenía la etiqueta del Impuesto al Valor Agregado por operaciones de comercio exterior.

Estamos hablando de 300 mil 730 millones.

El resto apuntó al Impuesto Especial sobre Productos y Servicios.

La catarata de importaciones alcanzó en el lapso 3.80 billones de pesos, 60% más que en 2016.

Este año, juran, el tiempo de despacho de mercancías se redujo de 8.4 a 8.1 minutos.

Fiebre de TLCAN.

En el escenario de la expectativa por el rumbo de la renegociación del TLCAN, hoy se inaugura, a promoción de El Colegio de México y el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico, además del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, un foro sobre el tema.

Entre los panelistas estarán Arturo Oropeza García, José Antonio Romero Tellaeche y José Luis de la Cruz.

La cita es en El Colegio de México.

albertobarrancochavarria0@gmail.com

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